Jane Birkin, sobre por qué prefiere la ropa masculina o cómo logró expresar su dolor tras la muerte de su hija a través de sus diarios
Icono. Superviviente. A sus 74 años, la cantante y actriz sigue comunicándose con canciones y una armada de recuerdos que van de Serge Gainsbourg a cierto accesorio de Hermès
“Si vieras cómo voy vestida...”, se zafa Jane Birkin (Londres, 1946) ante la observación de que ella fue, es y siempre será un icono para la industria de la moda. “Llevo una camiseta y unos pantalones de hombre llenos de bolsillos. Cuanto más mayor me hago más claro tengo que la ropa masculina es mejor que la de mujer. Además, te adelgaza si te pones un par de tallas más grandes”, cuenta la cantante y actriz desde París, vía telefónica. Aunque se siente halagada, no se lo cree. “¡Y eso que he diseñado el bolso más famoso del mundo!”, añade al respecto del Birkin, que bosquejó durante un vuelo junto al presidente de Hermès después de que se le cayeran rodando las cosas de su pequeño bolsito redondo.
La leyenda le viene por el lado de la música, ámbito donde esta candorosa dama de Marylebone, Londres, y un parisino genial llamado Serge Gainsbourg unieron sus destinos. Cuesta pensar en una foto del uno sin el otro; de hecho existen tantas imágenes de la pareja que uno se pregunta si las recuerda todas. “Para nada. ¡Hicimos tantas!”, responde. “Si me acuerdo de cosas siempre es por alguna anécdota. Por ejemplo, la sesión para el disco Histoire de Melody Nelson la recuerdo por la peluca y porque me estaba tapando el vientre con mi mono de peluche porque estaba embarazada de Charlotte. Nunca me acuerdo de nada: ni en qué países he estado, ni dónde he actuado... Por suerte tengo mis diarios; muchas cosas puedo recordarlas recurriendo a ellos”. Aquel monito ganado en una feria cuando Jane era una niña da título al primero de los diarios de Jane Birkin (Munkey diaries, 1957-1982), publicados en 2018 y completados con el siguiente volumen, Post-scriptum: Le journal intime, 1982-2013. Los cuadernos de la artista se detienen ahí a raíz de un suceso trágico: el suicidio de su hija Kate, fruto de la unión de Birkin y el compositor cinematográfico John Barry en los años sesenta. “Empecé esos diarios a los 12 años y cubrieron la época más importante de mi vida. Después de Kate me cuesta pensar en lo que me pasó. Desde entonces, mi manera de expresar los sentimientos ha sido escribiendo los textos para este disco”.
Se refiere a Oh! Pardon, tu dormais..., una colección de canciones nuevas con sabor clásico –grabada junto a uno de los autores y productores más luminosos del pop francés, Étienne Daho– que aleja momentáneamente a la británica del repertorio de Gainsbourg. “Serge era un maestro de la poesía y de la palabra. Yo no pretendo nada parecido. Solo quiero expresar sentimientos que otros puedan sentir también. Étienne llevaba 20 años diciéndome que grabáramos un disco. No lo he hecho antes porque durante todo este tiempo he cantado las canciones de Serge”.
Cómo resistirse a preguntarle a Birkin por la intimidad creativa con su mítico compañero; ella siempre ha asumido el papel de embajadora o albacea: “Serge componía a contrarreloj antes de entrar al estudio. Cada día llegaba exhausto y ponía dos páginas en la mesa. Acababa destrozado”. En 1968 grabaron la tórrida Je t’aime moi non plus –censurada en nuestro país–, por la que siempre hay que preguntar a su intérprete. “La gente seguiría sorprendiéndose si apareciera hoy, pero ya no creo que fuera censurada por el Papa o por la BBC”. ¿Somos más o menos libres que en los sesenta? “Vivimos con más prudencia. La gente tiene más miedo porque lo que digas puede ser sacado de contexto, sobre todo en las redes sociales. Hay más autocensura”. ¿Y qué piensa de la masculinidad actual, hoy en plena revisión? “Probablemente no soy la persona adecuada para contestar, porque nunca he estado con hombres muy masculinos. Siempre me han gustado los tímidos y poéticos. No creo que haya cambiado mucho. Lo que sí ha cambiado es el poder femenino. Ahora hay más igualdad y equilibrio. Las separaciones con los hijos son más civilizadas, por ejemplo. Ahora la gente se arregla mejor”.
¿Y cómo se lleva con Charlotte? “La semana que viene estaremos juntas en mi casa de Brest. Traerá su cámara, porque está haciendo un documental sobre mí. Lleva años entrevistándome. Será un retrato muy original, tanto suyo como mío. Es muy conmovedor que uno de tus hijos quiera hacer una película para entenderte mejor. Y más vale que lo haga ahora; si espera diez años para preguntarme ciertas cosas ya estaré gagá”.
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