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España vista desde Titktok: ¿de verdad somos tan raros?

Las redes sociales están creando una España de dibujos animados. Un país tan singular, tan extravagante, que incluso a los que vivimos en él nos cuesta reconocerlo. Es una España que se construye a partir de miradas ajenas y que está empezando a fascinar incluso a los propios españoles

Los tópicos españoles han cobrado una nueva vida gracias a TikTok.
Los tópicos españoles han cobrado una nueva vida gracias a TikTok.
Miquel Echarri

Caro es una canadiense que opina que la clave para no parecer un “megaturista” mientras recorres la piel de toro consiste en “no pedir sangría en los bares” (ella sugiere alternativas con mayor arraigo local, como la clara o el tinto de verano), no escandalizarte si te cobran el agua o el pan y asumir con naturalidad “que no es que los camareros te odien, es que no les pagan por sonreírte”. Amstervan, neozelandesa “de gira por el mundo”, cree que lo más desconcertante de nuestro país son “los largos cojines para compartir de las camas de matrimonio”, las patatas vendidas en frascos (¿perdón?) o los 37 grados a la sombra de los veranos meridionales.

Para Miriam, que se presenta como experta en estereotipos españoles y británicos, “raro” resulta que los españoles tengamos la desfachatez de “mezclar mayonesa y kétchup y llamarlo salsa rosa”, que las nueve de la noche nos parezca demasiado pronto para cenar o nuestra devoción incondicional al aceite de oliva. A la filipina April le desconcierta la capacidad del español medio para salir de fiesta siete días consecutivos sin morir en el intento y cree que en nuestro país se ha inventado la más gozosa y delirante de las maneras de poner a prueba los límites del cuerpo humano: las fiestas de pueblo.

Viktoria y Tamara, dos gemelas rusas muy viajadas, encuentran deplorable la tendencia de los jóvenes madrileños a comprar en las mismas tiendas y, en consecuencia, “llevar todos exactamente los mismos vestidos, chaquetas, pantalones o zapatos”. También le resulta horrísona la estética “grunge” que atribuye a los barceloneses. Damien, guiri perspicaz de origen indeterminado, ha encontrado en España un país en que la ropa se tiende en las fachadas porque las secadoras brillan por su ausencia, los dispositivos electrónicos “no encajan” en los enchufes, la leche se vende caliente y los carritos de supermercado resultan absurdos y disfuncionales.

La invención del entresuelo

La lista podría prolongarse hasta el infinito. El caso es que las redes sociales, en especial TikTok, han encontrado un auténtico filón en las (presuntas) peculiaridades de España. Hay quien deplora que en la península ibérica no llueva “nunca”, quien se desespera al comprobar que el español que le enseñaron en la escuela no tiene nada que ver con el que habla la gente, quien especula con que el “andaluz” debe ser un cruce entre español y bereber, quien adora los churros con chocolate y se entusiasma con la posibilidad de devorarlos en garitos lúgubres a altas horas de la madrugada, quien no entiende el intercambio ritual de besos en la mejilla entre perfectos desconocidos, quien aborrece que “la primera planta sea en realidad la segunda planta gracias a la diabólica invención del entresuelo”, quien acepta muy a duras penas que la mayoría de tiendas estén cerradas hasta las cinco de la tarde pese a que ya casi nadie duerma la celebérrima siesta… También quien se pasma ante “hallazgos gastronómicos con eñe de España” del calibre de la pseudopaella de pincho moruno, el pollo al pisto o la tortilla de patata con beicon, caldo de carne, pimientos rojos, mozzarella…

@vikitamtwins

My choice of fashion is simply weird & sometimes casual . The Spanish style really caught my eye . It’s not bad, it’s just ✨different✨ #thingsthatdontmakesense #fashiontiktok #spanishtiktok #spanishstyle #madridfashion #barcelonatiktok

♬ Sneaky Snitch - Kevin MacLeod

Se trata, en general, de vídeos impregnados de un humor cómplice, cuando no de genuino afecto como aquel en el que una TikToker anónima describe como “el país más adorablemente extraño del mundo”. Entre las respuestas, abundan los españoles que recogen el guante con, en general, deportividad, buen talante y gracejo: “El tinto de verano es la respuesta a vuestras plegarias”. “No sé en qué España habrás vivido tú, mi niña, porque a mí todo lo que cuentas me suena rarísimo”. “De qué vas, Barrabás. Con España solo nos metemos los españoles”. “Si es que para ser español hay que nacer”.

¿Bueno, bonito y barato?

Hace apenas unos días, Melissa Essie, estadounidense afincada en el litoral español, acumuló en pocas horas decenas de miles de Me gusta con un vídeo en el que se exhibía la cuenta del restaurante en que acababa de tomarse un sándwich y una cerveza. “¡Cuatro euros! ¡Cuatro euros!”, repetía una y otra vez. “Y aún me preguntan si me arrepiento de haber venido a España. ¡Esta es mi respuesta!”. Va a resultar que el nuestro, además de raro de narices, es el país al que hay que mudarse si a lo que aspiras es a comer bien a un precio módico.

No cabe duda, TikTok se ha convertido en la nueva plataforma de referencia para los que piensan que Spain is different. La red social china empezó popularizando bailes estrambóticos y hoy (con más de mil millones de usuarios activos, según datos de la empresa propietaria, Byte Dance Ltd.) acoge a tribus internautas de muy diverso pelaje, empezando por los que apuestan por el humor populachero y sin acritud. De las múltiples Españas posibles, una de las más simpáticas tal vez sea esa que dibujan muchos extranjeros, turistas o residentes, desde la fascinada extrañeza o desde una comprensión parcial de nuestra urdimbre social y de nuestros códigos culturales. Entre todos han revitalizado una categoría estética, el casticismo bizarro, que tal vez como mejor se percibe es desde fuera de España.

La diferencia como voluntad y representación

¿De verdad somos tan raros? ¿Cómo explicar que sigamos pareciendo tan obstinadamente singulares en un mundo en que, por cortesía de globalización hiperacelerada, todo empieza a ser más o menos igual en casi todas partes?

En opinión de Andrés Marquina, profesor de español para extranjeros, “España es un país tan raro como cualquier otro, pero algunas de sus peculiaridades, vistas de cerca, pueden resultar francamente divertidas”. Marquina añade que la mayoría de sus alumnos “hacen hallazgos chocantes sobre la idiosincrasia española casi todos los días”, pero considera que eso es “perfectamente normal” cuando profundizas en una determinada cultura: “Yo viví cinco años en el Reino Unido y nunca dejó de sorprenderme lo rica, compleja y, sí, extravagante, que resulta en realidad la cultura popular británica. Ya estaba a punto de volver a España cuando descubrí las jellied eels [anguilas en gelatina], que debe ser el plato más extraño del mundo, y nunca me acostumbré del todo a que haya alfombras en los cuartos de baño o a que los abogados lleven peluca”.

Para Marquina, está proliferando en redes sociales “un nuevo estilo de humor basado en celebrar la diversidad fingiendo estupor ante cosas que nos llaman la atención pero que en el fondo tampoco consideramos tan extrañas”. A él le parece una forma como otra cualquiera de “apostar por el color local” y exhibir, de paso, “un cierto conocimiento de la cultura de destino o de acogida”. Hacerse el guiri perplejo en TikTok es una buena manera de “empezar a sentirse un poco menos guiri”. El profesor tiene entre sus pupilos a un par de jóvenes influencers que hacen vídeos como alguno de los citados, “aunque seguro que bastante menos virales”. Entre los motivos de perplejidad que han compartido con él en alguna ocasión, Marquina cita “fiestas como la Tomatina, que les parece rarísima; la ropa tendida (un clásico); el gran contacto físico entre la gente; lo frecuentes que resultan expresiones como “mola”, “cojonudo” o “de puta madre”; la impuntualidad; los horarios caóticos; las sobremesas eternas; el carajillo de anís o de coñac a la hora del desayuno, o lo de que tiremos cabras de un campanario, aunque les he explicado mil veces que esto último ya no se hace”.

Ya dijo el hispanista Nigel Townson que el eslogan Spain is different, además de un cínico intento de justificar “la aberrante singularidad de la dictadura franquista”, fue tal vez una de las más eficaces campañas de marketing de nuestra historia, la que contribuyó a hacer posible la explosión turística de la década de 1960. Ya por entonces resultaba evidente que a los turistas les entusiasma la diferencia, sobre todo si forma parte de un pack de sol, playa, sangría y precios competitivos. ¿Qué sentido tiene viajar al extranjero para encontrar más de lo mismo? A juzgar por el veredicto de TikTok, turistas y expatriados prefieren una España con churros y tinto de verano, en la que se tienda la ropa en los balcones y para llegar a la primera planta haya que pasar por el entresuelo. Un país que aspire a ser mejor, pero no por ello renuncie a ser distinto.

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Sobre la firma

Miquel Echarri
Periodista especializado en cultura, ocio y tendencias. Empezó a colaborar con EL PAÍS en 2004. Ha sido director de las revistas Primera Línea, Cinevisión y PC Juegos y jugadores y coordinador de la edición española de PORT Magazine. También es profesor de Historia del cine y análisis fílmico.

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