Dani Fernández y la vida después del fenómeno Auryn: “No sabía qué hacer en la vida, llegué a pensar que no volvería a dedicarme a esto”
El músico, que empezó su carrera musical con 14 años y conoció el éxito masivo gracias al fenómeno Auryn, habla con ICON sobre los inconvenientes de la popularidad, sus dudas con respecto a su futuro en la industria musical y su problema con las entrevistas
Dani Fernández (Alcázar de San Juan, Ciudad Real, 1991) tenía solo 14 años cuando fue elegido para representar a España en Eurojunior y quedó en segundo puesto con el tema Te doy mi voz; 16 cuando formó Auryn junto a Álvaro Gango, Blas Cantó, Carlos Marco y David Lafuente; y casi 18 cuando la boyband quedó en segundo puesto en Destino Eurovisión, programa que tenía como objetivo seleccionar al representante español de Eurovisión. En los últimos diez años ha conocido las ventajas de la fama, pero también la letra pequeña del contrato. Tras la separación de la banda en 2016, el cantante se dedicó a buscar su lugar y su sonido con la esperanza de que el público emprezara a verle como Dani Fernández y no solo como un exAuryn. Hoy, el músico se presentará en el Teatro Coliseum de Madrid dentro de la programación del festival Inverfest.
¿Cómo fue el paso de estar en Auryn a arrancar tu propia carrera en solitario? Después de la separación de la banda tuve unos cinco o seis meses bastante jodidos porque no sabía qué hacer en la vida. Llegué a pensar que no me volvería a dedicar a esto. Me puse a componer en inglés, probé otras cosas, pero no me veía a mí mismo. No me veía cantando en otro idioma, interpretando canciones que no me representaban. Pero saqué fuerzas y me puse a escribir con un montón de amigos, con gente que creía en mis posibilidades. Según me iban saliendo las iba soltando, pero sin una campaña de marketing, sin una estrategia. Lo que más me obsesionaba era encontrar mi lugar, mi sonido, mis letras y que la gente me viera como Dani Fernández, no un exAuryn.
¿Encontraste muy cambiado el negocio musical en comparación a tu etapa en Auryn? Es totalmente diferente. Ahora no se venden discos. Se hacen canciones, luego las recopilas en un disco o haces EP. La música es de consumo más rápido, pero también te cansas más rápido porque tienes muchas canciones en la cabeza. La música ha cambiado mucho, pero también es positivo porque puedes crear tus cosas sin necesidad de tener grandes plataformas. Por un lado es más difícil dedicarte profesionalmente a la música, pero también se abren las posibilidades a todo el mundo y eso también me gusta.
¿Ha cambiado también tu público? ¿Te siguen los fans de Auryn o se ha incorporado otros nuevos? Hay un poco de todo. Como hago una música totalmente diferente hay gente que cuando hablo de mi banda no saben que estuve en Auryn. El cambio de sonido ha hecho que sea más natural y atraiga a un público que no tiene etiquetas o prejuicios. Eso hace que en mis conciertos haya gente desde los veinte hasta los cincuenta. Es algo que me gusta, porque antes no venía a verme gente que fuera mayor que yo. También me hace sentir orgulloso, porque intento que las canciones que escribo sean universales, porque todos hemos pasado momentos parecidos.
¿En Auryn era todo menos espontáneo, más programado? No es lo mismo emprender un proyecto con las cosas que te gustan a ti, como estoy haciendo ahora, que estar en una banda como Auryn. Allí todo era más complicado. Éramos cinco, éramos ejemplo para mucha gente, el público se fijaba en nosotros como estilo de vida. Auryn fue el sueño de cinco chavales que, de la noche a la mañana, se estaban dedicando a la música. Sin embargo, no estábamos preparados para ello, ni para tener la presión que teníamos. Al principio cantábamos en inglés, porque a algunos les gustaban cantar en inglés, y yo, como equipo, me adapté. Al público le gustaba que cantásemos en inglés y seguimos así, pero no era realmente lo que yo quería en mi día a día. Yo no hablo inglés, no entendía las canciones, las tenía que traducir para entender lo que decían y estudiármelas y no era natural para mí. Ahora me siento más cómodo, pero también fui muy feliz en Auryn. Viví cosas, como los fuegos artificiales en los conciertos, la noche en el Wizink… cosas que no sé si voy a volver a repetir. Por otra parte, como tengo esos recuerdos tan bonitos, como ya he vivido todo eso con el grupo, ahora no tengo tanta prisa. Me gusta tocar en mis salitas de quinientas personas, en la Riviera… Si fuera más grande, no sé cómo lo llevaría.
Hablemos del concierto de Inverfest. ¿Se puede considerar la continuación de la gira interrumpida por la covid-19 o es una propuesta diferente? Es una mezcla de la primera gira, pero con cosas nuevas. Ha salido una reedición del disco con dos temas inéditos y eso ha hecho que haya un nuevo repertorio con canciones que no he tocado nunca y alguna versión de grupos y cantantes que me gustan. Le hemos dado una vuelta a la gira Incendios para que la gente que estuvo en la Riviera escuche canciones nuevas y así podamos disfrutar todos. En el fondo será una noche para pasarlo bien, porque no se sabe cuándo volveremos a tocar. Si algo hemos aprendido en este tiempo, es que no sabemos si va a ser el último concierto.
¿Cómo se organiza un concierto como el tuyo en una situación en la que no es posible reunirse con los demás músicos? ¿Ensayáis por videoconferencia? Sí, todo se hace igual, pero por videoconferencia. Primero con el director musical, Victor Elías, visualizamos cómo queremos hacer el concierto, qué canciones vamos a incluir o cuáles vamos a quitar. Luego, Víctor les manda a los músicos instrucciones con grabaciones para que cada uno ensaye en su casa. El día 20 de enero nos haremos una PCR y los que la pasemos empezaremos a ensayar en el local aquello que hemos ido trabajando a distancia. En las giras, a medida que vas tocando, el concierto cada vez sale mejor, pero esta vez es más difícil, porque será un concierto único.
Como acabas de mencionar, tu director musical es Víctor Elías, que tiene una trayectoria semejante a la tuya, ya que era actor en series como Los Serrano, miembro de Santa Justa Klan y tanto tú como él fuisteis ídolos juveniles. ¿Cómo llegasteis a trabajar juntos? Le conocí en un concierto de un amigo mío, Lucas Colman. Cuando vi a Víctor tocar le dije a Lucas: “Voy a hablar con él porque lo quiero para mí, quiero que toque conmigo”. Víctor es un fuera de serie. La gente le puede conocer por su pasado en el mundo del cine o de las series pero su amor por la música es mucho más grande. Solo piensa en música, en tocar, en ser director musical, porque le apasiona cómo organizar un concierto, cómo hacer las transiciones de una canción a otra. Los dos tenemos una pasión muy grande por la música, por vivir experiencias en ciudades diferentes y eso nos hace seguir como si no pasase el tiempo. Cada vez que nos felicitamos los cumpleaños nos decimos que ojalá podamos continuar tocando juntos cincuenta años más.
Hasta el día de la actuación, además de los preparativos del concierto, una de tus tareas será atender a la prensa. ¿Cómo llevas el tema de las entrevistas teniendo en cuenta que, desde que comenzó tu carrera a los catorce años, han sido muchas las veces que has tenido que hablar con los medios de comunicación? No son mi fuerte. Me pongo muy nervioso. Me trabo bastante al hablar y muchas veces no sé decir lo que pienso. Siempre me he considerado un poco desastre en esta faceta, pero voy mejorando. Ahora es más cómodo porque expresar lo que siento es más fácil que cuando estaba en la banda. Ahí casi tenías que memorizar lo que ibas a decir porque eran opiniones que representaban a cinco personas. En todo caso, no sé si se puede decir que soy de los mejores haciendo entrevistas, no me encuentro cómodo. El lugar en el que me encuentro cómodo al cien por cien es en el escenario.
Es curioso que digas eso porque, en tus apariciones en los medios o en tus fotografías de prensa transmites seguridad y presencia. Cuando me subo al escenario es totalmente diferente. Ahí libero a un Dani que llevo dentro. Un Dani que intenta transmitir lo que dicen esas canciones que he escrito. Ahí me dejo llevar, pero, cuando estoy haciendo las entrevistas, cuando estoy hablando de mi proyecto o cuando me preguntan cosas de sociedad, estoy siempre pensando en no cagarla. Esos nervios son los que marcan la diferencia entre el Dani que está en el escenario, que es lo que realmente me gusta hacer, y el de las entrevistas.
Ahora que lo mencionas, ¿crees que se pregunta demasiado a los artistas sobre temas políticos, dando por hecho que por ser famosos tienen un punto de vista interesante o una reflexión valiosa? Soy una persona normal y corriente, muy natural. Tengo opiniones diferentes a las de mucha otra gente y no soy ejemplo de nada. No soy perfecto, no tengo razón siempre, me equivoco y cometo errores como cualquiera. Siempre he dicho que soy un desastre en mi día a día, que no soy una persona ejemplar. Por eso, que se nos dé tanta importancia como para que lo que digamos vaya a misa o que la gente haga las mismas cosas que hacemos nosotros, es algo con lo que no estoy de acuerdo. No me siento cómodo hablando sobre temas de sociedad. Además, hay gente que tiene en cuenta todo eso para no escuchar tu música, porque puedes haberle caído mal después de haber dicho una u otra cosa en una entrevista. Incluso si hay algún amigo tuyo que ha dicho algo, hay veces que la gente tiende a pensar que tú también opinas igual y ya eres mal músico o mal actor.
¿Te preocupa la responsabilidad que tienes como artista de cara a tu público? ¿Te preocupaba ya cuando estabas en Auryn, donde podías ser visto como un modelo de comportamiento para tus seguidores, muchos de ellos chicos y chicas adolescentes? Cada vez tengo más miedo a todo eso. Más que nada porque soy una persona normal, siempre me he considerado así y ser ejemplo para alguien no es nada cómodo. He tenido mis cosas como todos los chavales, he salido, me equivocaba y bebía. Luego había gente que se quejaba porque te fotografiaban bebiéndote una cerveza. Eso hace que no puedas ser tú mismo porque tienes que dar ejemplo.
¿Te ves dentro de cincuenta años subido en un escenario? Cuando me despierto por las mañanas, lo que quiero hacer es música. Nada me hace tan feliz y, a veces, tan infeliz como esto. Me gusta porque no es una rutina, no todos los días son iguales. Me gusta equivocarme, vivir la magia de los directos, que haya gente que salga diciendo que le gustó y otra que no le ha gustado tanto. Es un mundo de altibajos que te hace vivir tanto en el presente que, en ocasiones, no valoras ni el pasado. A veces no me doy cuenta de lo que he vivido, de todo lo que ha sucedido hasta que he llegado hasta aquí. Creo que a veces los músicos podemos llegar un poco a la locura y no valorar ni siquiera a la gente que tenemos a nuestro lado.
¿Te planteas en ese futuro desarrollar otras tareas en el mundo de la música que no sean cantar. Por ejemplo, ser productor o compositor para otros artistas. Si te soy sincero, últimamente sí que lo he pensado. Soy una persona bastante sensible, que intenta transmitir todo lo que siente en el escenario y hay veces que me supera, que lo paso mal y me castigo a mí mismo por no ser lo que la gente espera que sea. Eso es lo que más infeliz me hace de este trabajo. Por eso, a veces he pensado dar un paso a un lado y dedicarme a otra cosa, pero, como te decía, cuando me despierto por las mañanas lo que pienso es en hacer música y en enseñar a la gente lo que llevo dentro. Creo que no sería tan bueno haciendo otra cosa que no fuera eso. Por eso me armo de valor y sigo adelante.
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