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Revolucionar el calendario perpetuo: un sencillo gesto que une el cielo y la tierra en la muñeca

En plena celebración de su 150 aniversario, la firma Audemars Piguet presenta una innovadora generación de Royal Oak y Code 11.59 llamada a renovar la alta relojería gracias a su innovador diseño e ingeniería, que permite corregir todas las funciones a través de su corona ‘todo en uno’.

Gracias al novedoso Calibre 7138 de Audemars Piguet, en el nuevo Royal Oak Calendario Perpetuo Automático 41 mm se corrigen en un solo gesto todas sus funciones: dar cuerda al reloj, ajustar la fecha, ajustar la hora y ajustar el calendario de fase lunar a través de su corona.

Desde que el ser humano alzó la vista hacia el cielo y se maravilló con el baile de las estrellas, la luna y el sol, nació una obsesión: medir el tiempo. Aquel deseo primigenio de comprender los ciclos de la naturaleza se convirtió en el germen de los calendarios, y siglos más tarde, en la relojería, alcanzó su máxima expresión con la creación del calendario perpetuo. Este mecanismo, que parece casi mágico, no solo es una hazaña técnica, sino también un puente entre el cosmos y la artesanía humana, un pequeño universo mecánico que late en la muñeca de quienes lo llevan. Y en este viaje a través del tiempo, un nombre ha destacado por su maestría y visión: Audemars Piguet.

El movimiento de la luna y los astros late de manera renovada en la nueva generación de relojes Royal Oak de Audemars Piguet.

La firma arraigada en Le Brassus, el pequeño pueblo en La Vallée de Joux que sirvió de cuna de la Alta Relojería, está en plena celebración de su 150 aniversario. Y lo hace perfeccionando ese viaje a los orígenes del tiempo. A cuando las civilizaciones antiguas como los babilonios, los egipcios y los mayas utilizaron las estrellas, las constelaciones y las fases de la luna para crear sus calendarios. La luna, con sus ciclos de 29.5 días, y el sol, con su recorrido anual, se convirtieron en los pilares de la medición del tiempo. La evolución al calendario gregoriano, introducido en 1582, estandarizó la forma en que contamos los días, meses y años. Sin embargo, su irregularidad —meses de 28, 30 y 31 días, y años bisiestos cada cuatro años— planteó un desafío fascinante para los relojeros: ¿cómo replicar esta complejidad en un mecanismo mecánico?

Un reto que encontró en el calendario perpetuo la respuesta. Una complicación relojera que no solo muestra la fecha, el día, el mes y el año, sino que también se ajusta automáticamente a los meses de diferente duración y a los años bisiestos. Como un pequeño ordenador mecánico en la muñeca, capaz de indicar la fecha correcta durante todo un siglo con un solo ajuste manual cada 100 años para compensar la mínima desviación respecto al calendario solar. Desde hace siglos, los relojeros han soñado con crear un mecanismo tan preciso. Y en este sueño, Audemars Piguet ha desempeñado un papel fundamental. Desde su fundación en 1875, la marca ha estado profundamente ligada a la relojería astronómica, creando relojes que no solo miden el tiempo, sino que también capturan la esencia del universo.

Un simple gesto como este basta para controlar la sofisticada maquinaria de Audemars Piguet.

La firma suiza ha sido pionera en la integración del calendario perpetuo en relojes de pulsera, combinando complejidad técnica con un diseño elegante y atemporal desde 1955 hasta hoy, con una nueva generación del movimiento de calendario perpetuo automático. El Calibre 7138 combina la innovación I+D, sello de Audemars Piguet, con su saber hacer tradicional. Por primera vez, permite corregir todas las funciones a través de su corona ‘todo en uno’. Con un simple gesto, la nueva creación de la manufactura incorpora cuatro posiciones diferentes que posibilitan: dar cuerda al reloj, ajustar la fecha, ajustar la hora y ajustar el calendario de fase lunar a través de esta única pieza. Una mejora en su rendimiento, ergonomía y simplicidad de uso que marca la diferencia con respecto a los calibres de calendario perpetuo convencionales.

Con su brazalete, caja y detalles de la esfera en oro de 18 quilates, el nuevo Royal Oak Calendario Perpetuo Automático 41 mm está llamado a convertirse en todo un icono de la firma suiza.

Un sistema de corrección más fácil e intuitivo que se presenta en tres novedosas referencias con una capacidad única para adaptarse a los actuales estilos de vida y abrir nuevas perspectivas técnicas y de diseño. El Royal Oak Perpetual Calendar Automatic 41 mm, un ícono de diseño y precisión, es la encarnación moderna de este legado. Con su brazalete y caja de acero inoxidable o en oro arena de 18 quilates, su fondo de zafiro antirreflejos que revela el intrincado mecanismo, y sus detalles en oro blanco, las dos versiones de este reloj son una obra maestra de artesanía. Su esfera de visibilidad mejorada, con sus subesferas armoniosamente dispuestas, muestra la fecha, el día, el mes, el año y las fases lunares con una claridad y elegancia inigualables. A ellos se suma el Code 11.59 by Audemars Piguet Calendario Perpetuo Automático 41 mm con caja de oro blanco de 18 quilates y cristal de zafiro de doble curvatura con tratamiento antirreflejo, con un porte más deportivo realzado por su correa de caucho texturizado y piel.

El modelo Code 11.59 también incluye el nuevo Calibre 7138 de Audemars Piguet, que refleja de manera sencilla y precisa el movimiento de la luna en nuestra muñeca.

Todos ellos reflejan el pálpito de un pequeño universo en la muñeca. Porque el calendario perpetuo es más que una complicación relojera; es un símbolo de la conexión entre el ser humano y el cosmos. Es un recordatorio de que, aunque el tiempo es efímero, nuestra capacidad para medirlo y comprenderlo es eterna. Llevar un reloj con calendario perpetuo es llevar un pedazo del cielo en la muñeca, un mecanismo que une el pasado, el presente y el futuro en un solo latido. Audemars Piguet, con su legado de innovación y belleza, ha llevado esta complicación a nuevas alturas.

Desde el emblemático Royal Oak hasta el moderno Code 11.59, la firma ha demostrado que el calendario perpetuo no es solo un logro técnico, sino también una obra de arte que alimenta los sueños de quienes lo contemplan. En un mundo cada vez más digital, el calendario perpetuo nos recuerda la magia de la mecánica y la importancia de mirar al cielo. Es un homenaje a los relojeros que, durante siglos, han soñado con capturar el tiempo en un mecanismo perfecto. Y es, sobre todo, una invitación a soñar, a maravillarnos y a celebrar la belleza del tiempo que compartimos con el universo.

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