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Está todo hablado
Columna
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Se nos va a acabar el helio un día porque ya no hay más

Sobrevivir a la emergencia climática para explicarle a los nietos que tuvimos un gas con que servía para las resonancias magnéticas y que empleamos en rellenar globos gigantes del Bebé Jefazo

Un globo gigante de Snoopy, hinchado con helio, en el desfile de Acción de Gracias de Nueva York en Broadway el 22 de noviembre de 1979.
Un globo gigante de Snoopy, hinchado con helio, en el desfile de Acción de Gracias de Nueva York en Broadway el 22 de noviembre de 1979.New York Daily News Archive (NY Daily News via Getty Images)
Tom C. Avendaño

Al menos tenemos una crisis graciosa por delante. Se nos va a acabar el helio, un día, todo el helio, porque ya no hay más. Es el único elemento del que no hay más. Hay que sacar uranio, torio, los elementos radiactivos, de una descomposición de milenios bajo tierra para que sean helio. Agotaremos las reservas, hablaremos todos de helio en la tierra prometida. Sobrevivir a la emergencia climática para explicarle a los nietos que tuvimos un gas con el que hacíamos resonancias magnéticas y que lo empleamos en rellenar globos del Bebé Jefazo. Si algo tiene capacidad para modificar el presente de forma inmediata se convierte en relevante, está de moda. Lo que no está de moda es parte del paisaje. Que un elemento químico se ponga de moda no puede ser bueno. ¿Qué puede ser más paisaje que un elemento químico?

De moda te pones con mucho esfuerzo y te pasas sin él, y lo segundo es lo mejor, eso con unos años en periodismo lo aprendes. No estar de moda es más educado: lo nuevo necesita que le cedan el sitio; es más cómodo: nada ahueca el alma como perseguir la relevancia; es mejor observatorio del mundo (creo) (no he estado de moda en años) (he tenido picos de popularidad) (he llegado con cerveza a fiestas donde se había acabado el alcohol). El universo de las cosas de las que nadie habla porque todo el mundo las sabe desprende una luz favorecedora. No hablamos de E.T. pero estamos hartos de Star Wars, no hablamos de Cassavetes pero qué pereza cuál es el mejor Woody Allen, quién se atreve a mencionar a Woody Allen. James Baldwin ahí está y para qué una segunda parte de Matar a un ruiseñor. Hilma af Klimt hay una y exposiciones de impresionistas, 200, es broma, esto no es una reivindicación, que nadie resucite ninguno de estos nombres. Lois Weber, Langston Hughes, Seinfeld, John Goodman, los Peanuts, Aaron Copland. Parte del paisaje, esenciales como los elementos, como el helio.

En febrero, el individuo con más suscriptores en YouTube, Jimmy Donaldson, MrBeast, pagó mil operaciones para que mil ciegos recuperaran la vista. El golpe de marketing más sonado de un youtuber que necesitaba volver a estar de moda (si no lo hubiera hecho por eso nadie le hubiera criticado, aunque los ciegos ahora ven, MrBeast ya ha hecho más que Elon Musk).

Hay que saber dejar espacio a lo nuevo, como sabe Howard Lincoln, santo patrón de lo pasado de moda. De niño en California fue boy scout y posó para Norman Rockwell; de adulto fue marine; de civil, abogado para Nintendo. En 1982, Nintendo estaba de moda y ganaba tantos cientos de millones con Donkey Kong que le cayó una demanda: Universal sostenía que ese gorila era un plagio de su gorila, King Kong, exigía que se detuviesen las ventas y esperaba un acuerdo millonario a cambio de no ir a juicio. Lincoln se negó. Fue el único en todo Nintendo (sedes de Japón y EE UU incluidas) que se negó.

'The Scoutsmaster', desfasada e irresistible estampa de Norman Rockwell de 1956 con Howard Lincoln a la derecha.
'The Scoutsmaster', desfasada e irresistible estampa de Norman Rockwell de 1956 con Howard Lincoln a la derecha.

Forzó el juicio y cuando llegó, años después, demostró lo obvio, que el King Kong de 1933 fue producido por RKO y que Universal había estrenado un remake en 1976. Luego la pieza que faltaba: un documento creado por la propia Universal para protegerse, antes del rodaje en 1975, donde un juez, instado por el estudio, decretaba que King Kong era un personaje de dominio público.

Hay que saber dejar espacio a lo nuevo.

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Sobre la firma

Tom C. Avendaño
Subdirector de la revista ICON. Publica en EL PAÍS desde 2010, cuando escribió, además de en el diario, en EL PAÍS SEMANAL o El Viajero, antes de formar parte del equipo fundador de ICON. Trabajó tres años en la redacción de EL PAÍS Brasil y, al volver a España, se incorporó a la sección de Cultura como responsable del área de Televisión.
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