Septiembre, el mes en el que las flores nos salvaron de la tristeza
Las tiendas de plantas hacen en septiembre su agosto entre los clientes que tienen depresión posvacacional y los que se sienten optimistas ante un nuevo curso
Las jugueterías tienen la víspera de Reyes y las tiendas de plantas, septiembre. La vuelta de las vacaciones, más los estragos floricidas del calor hacen de este mes la temporada cumbre de la floricultura. “Hablamos de un incremento de hasta el 40% con respecto a un mes normal”, calcula Elena Páez, propietaria de Planthae, un gabinete botánico del barrio de Lavapiés, en Madrid. Para esta antropóloga reconvertida en botánica, el fenómeno se explica por los ánimos aspiracionales propios del nuevo curso, pero también por malas prácticas: “A menudo se delega en el vecino o en el portero durante ausencias largas y a la vuelta nos encontramos con que se han producido verdaderas matanzas”.
Sobre todo en Madrid, pero también por toda España. “En Cataluña nada es equiparable a Sant Jordi, pero el fenómeno está claramente ahí y se alimenta también del regreso de eventos corporativos y rodajes”, explica Fabricio Giordano, un argentino con más de 30 años de experiencia como florista. De fondo, coinciden ambos, está una nueva manera de relacionarse con plantas. “Hay un afán de conocimiento”, defiende Giordano. “Quiero pensar que ya hemos dejado atrás la planta como mera decoración”, abunda Paéz, que aporta un argumento casi demoledor: una de las obras más vendidas en su local es la que vincula la convivencia con plantas y las flores a la buena salud mental: La mente bien ajardinada (Debate, 2021).
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