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Álvaro Soler, cantante: “Hay veces que no se entienden los límites y te tratan como a una escultura sin emociones”

Coincidiendo con la celebración de su décimo aniversario en la música, cuando el éxito ‘El mismo sol’ junto a Jennifer Lopez le aupó a la fama, el discreto artista publica el disco ‘El Camino’, con el que anima a reflexionar sobre la importancia del presente

Álvaro Soler
Andrea Jiménez

Llega con una amplia sonrisa acompañado de su equipo, posa para la cámara y, en el proceso, toca algún que otro acorde a la guitarra. Después de 10 años en la industria musical, Álvaro Soler (San Cugat del Vallés, 34 años) se siente cómodo delante del foco, aunque no siempre fue así. El cantante barcelonés lleva dos días frenéticos de promoción, entrevistas con la prensa y encuentros con seguidores, a los que ha presentado su último disco, El Camino, tres semanas antes de su publicación el próximo 10 de octubre. El lugar escogido para todos estos compromisos es un estudio de grabación de su discográfica. Pregunta si la sala es Dolby Atmos —tecnología de sonido envolvente—, porque quiere que sus fans sientan cada canción al máximo en el evento previsto para horas después de la entrevista con EL PAÍS: “En Berlín lo escuchamos en un cine de Dolby Atmos”, aclara.

Probablemente, es uno de los artistas españoles más europeos. Su nombre se hizo conocido antes en Italia que en España y su música la disfrutan —“aunque no la entiendan”— en muchos países europeos, donde llena recintos y festivales. Su dominio de cinco idiomas —castellano, catalán, inglés, italiano y alemán— ha hecho el resto. “Es una suerte poder ir a países y ser un poco embajador de España y decirles: ‘Mira, no somos solo sangría y Mallorca”, dice entre risas. Y añade: “En los últimos 10 años ha habido muchas escuelas que han usado mis canciones para aprender español. Eso para mí es una locura”. Pero lo que terminó por hacerle conocido aquí y allá fue su colaboración con Jennifer Lopez en la canción El mismo sol, que 10 años después de su lanzamiento acumula 128 millones de reproducciones en Spotify. No es su único, ni el mayor, hit: en su discografía destaca Sofía, con 418 millones; La cintura, con 370 millones; y Yo contigo, tú conmigo, junto a Morat, con 127 millones.

El estreno de un nuevo disco siempre es ilusionante, pero Soler reconoce que este es el más personal por el momento en el que fue compuesto: “El año pasado se murió mi abuelo y también nació mi hija. Era el balance perfecto del ciclo de la vida. Las cosas son inevitables, la vida es así y lo único que podemos hacer es vivir el momento, apreciar todo lo que tenemos y ser agradecidos”. De esa pérdida y ese nacimiento llegó El Camino. “Para mí este álbum tiene esa esencia y tiene a esas dos personas principales, que se escuchan en el álbum, pero que están escondidos”, desvela sobre el proyecto, en el que aparecen el latido del corazón de su hija y un audio de su abuelo. Y continúa: “Quería hacer una especie de álbum de fotos que yo pudiese ver en un par de años, escucharlo otra vez y pensar: ‘Esto es lo que me ocupaba en esa época’. Es un libro, una historia con capítulos”.

Su padre, alemán; su madre, española. Él nació en Barcelona, pero ahora vive a caballo entre la capital catalana y Berlín, su segundo hogar. “Este camino ha ido mucho más rápido de lo que yo pensaba, vamos en un tren de alta velocidad. Más que un camino de piedras, ha sido un tobogán de hielo”, describe sobre esta década en la música. “He cambiado mucho. Antes era muy tímido. Ahora ya no, me atrevo a hacer muchas más cosas. Soy mucho más extrovertido que introvertido. Es una pasada cómo la música y los escenarios pueden ayudar tanto a crecer como persona. También me tomo las cosas menos en serio y confío mucho más en mí mismo”, asegura sobre el nuevo Álvaro Soler.

El Camino pretende ser un soplo de aire fresco, una fiesta y un disco que ayude a reflexionar sobre las relaciones y cómo afrontar el ahora. “El presente es un regalo. Es mejor que no estemos ni demasiado atados al pasado, ni demasiado preocupados con el futuro, porque si no, eso nos va a privar de disfrutar realmente del momento. Como persona, en mi día a día, pienso: ‘No he podido evitarlo, ha pasado, no me voy a fastidiar ni el día, ni la semana, ni el mes, ni el año, con cosas que no están en mi poder’. A veces es difícil disfrutar del momento: estás planeando muchas cosas, te comparas en Instagram, con cosas que han pasado porque igual ahora ya no es como antes...”, explica el intérprete de El Mismo Sol.

Invita, además, a poner el freno a la vida y tener tiempo para uno mismo: “Desde que soy padre, esto es muy importante. Ayer mi mujer y yo fuimos a dejar a la pequeña a la guardería, yo tenía entrevistas por la mañana y ella se fue a hacer un brunch sola y así poder disfrutar de ese momento. Me parece súper válido y muy necesario. Si no tenemos cada uno este momento para nosotros, no podemos ser mejores personas con las personas que queremos”. Cuando él quiso parar, llegó la pandemia de 2020, lo que le permitió tener ese tiempo para pensar y cuidarse. “Cuando vivimos una vida donde no estás en un ritmo frenético todo el rato, que es lo que tenía yo antes de ser músico, te subes a ese tren de alta velocidad y dices: ‘Uy, también puedo hacer esto’. Es como cuando eres padre, no duermes nada, pero aun así puedes sobrevivir. Tu cuerpo se acostumbra y piensas: ‘¿Hasta dónde puedo llegar?’. Todos queremos ver dónde está el límite esperando que no llegue el momento en el que caigamos desplomados. Intentemos reconocerlo antes, porque nuestro cuerpo nos da señales”.

De esta década encima de los escenarios no cambiaría nada. “Todo es parte del camino. El remordimiento no es algo que me guste, porque te hace estar más infeliz que feliz”, puntualiza. De un día para otro, Soler pasó de ser un completo desconocido a hacerse un nombre en la industria musical. Un cambio que reconoce que le costó, sobre todo en Italia: “Son los mejores, pero me acuerdo que me reconocían en todas partes en Milán, yo no podía andar por ningún lado. Ahí sí que me pesaba la fama. No es divertido porque entras a un restaurante y se levantan para hacerse una foto contigo. Hay veces que no se entiende el tema de los límites, te tratan como si fueses una escultura, como si no tuvieses emociones, no te dicen ni hola y sacan el móvil”. “Me llegaron a despertar en el avión para hacerse una foto conmigo, y yo estaba sentado en la ventanilla”.

Detrás del artista, hay una persona que se define como “tranquilo, apasionado y soñador”, pero también es reservado. En 2023 se casó, por sorpresa, con la modelo Melanie Kroll y un año más tarde anunciaron la llegada de su primera hija. “Fue muy duro al principio. Es una situación totalmente nueva y muy intensa. La gente que dice que va a tener un hijo para salvar el matrimonio... Me parece la peor idea de todas. Tienes que estar realmente muy bien con tu pareja para aguantar las noches sin dormir, estás muy irascible, cada cosa es una discusión... pero al final consigues llevarlo a la normalidad y salir adelante”, afirma. Cuando la pequeña nació, en julio de 2024, se vio obligado a alejarse de su mujer y su hija por unos días para dar aquellos conciertos que tenía programados y que no podía cancelar: “Fue duro, pero está siendo una bendición. Te despiertas por la mañana, vas a despertarla y te mira y sonríe. Es una rutina que no conocía y que me encanta”.

Esta nueva etapa también le está ayudando a conocerse y descubrirse más: “Tenía mucho respeto a tener hijos porque es una responsabilidad muy importante, pero he aprendido que al final estoy siendo el mejor padre que puedo ser simplemente por estar presente. También que puedes moldearte un poco la vida como tú quieres. Desde el año pasado ya no hago giras seguidas, solo de fin de semana. Entre semana vuelvo a casa. Así que puedo compaginar”. Por el momento, el matrimonio prefiere mantener la privacidad a su hija, de la que no se conoce el nombre. “Habrá un momento en el que dirá: ‘¿Papá es el de la canción?’. No sé como será, pero tengo mucha curiosidad. Le estamos dando una vida muy normal, en un entorno normal con mucha familia y amigos. Lo que estamos haciendo es no ponerla en redes porque creo que al final es una decisión suya, que también es un ser humano y tiene que decidir cuándo quiere salir en las redes”.

Soler tiene claro cuál es la huella que quiere dejar en el mundo y, sobre todo, el legado para su hija: “Los valores de nuestra familia, que son el respeto por la otra gente, por otras culturas, el querer aprender y mirar más allá y no quedarte en tu zona de confort”.

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Sobre la firma

Andrea Jiménez
Redactora de la sección Gente y Estilo de Vida. Graduada en Periodismo por la Universidad de Zaragoza, ciudad natal en la que realizó prácticas en RTVE. Trabajó en Jaleos de El Español y cursó el máster de Periodismo UAM-EL PAÍS con la promoción 2021-2023.
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