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El palacio de Buckingham abre por primera vez a visitantes la sala donde está su famoso balcón

Tras cinco años de trabajos de restauración, el ala este recibirá a 6.000 personas que han pagado 75 libras. Un recorrido, aprobado por Carlos III, por estancias repletas de lámparas de araña, porcelana oriental, retratos centenarios y muebles al más puro estilo rococó

Palacio de Buckingham en Londres
Unos restauradores trabajan en la llamada "Centre Room" del palacio de Buckingham, en Londres.Todd-White Art Photography/Ben F
El País

Cualquier británico, o mejor dicho, cualquier persona, conoce de sobra el balcón presidencial de Buckingham en Londres, residencia oficial de los monarcas del Reino Unido. —aunque Carlos III ha pospuesto su mudanza hasta 2027—. En él, la familia real británica ha celebrado coronaciones, bodas, jubileos y cumpleaños reales desde la inauguración del palacio en 1849. Aunque este es uno de los balcones más famosos y fotografiados del mundo, la estancia que guarda en su interior siempre han sido un misterio. Hasta ahora. Este verano, por primera vez en la historia, se abre al público el ala este del palacio, donde se encuentra este balcón. Así que los más curiosos podrán resolver la duda y vivir la experiencia desde el otro punto de vista, vislumbrando desde la llamada Centre Room por la que se accede al balcón el monumento dorado a la reina Victoria que se sitúa frente al palacio real. Aun así, asomarse seguirá siendo un privilegio solo para los Windsor: los visitantes no podrán salir para evitar posibles accidentes, ya que el balcón es más bajo de lo que parece desde lejos y tiene cables de acero e iluminación en el suelo.

Entre lámparas de araña, pasillos interminables cuidadosamente decorados, retratos centenarios y dragones dorados, los visitantes podrán seguir los pasos de la familia real británica por esta zona de Buckingham hasta ahora vetada. Se estima que unos 6.000 afortunados pasearán por sus estancias desde este jueves 11 de julio —cuando se abre oficialmente— hasta al 29 de septiembre, en un recorrido que ostenta la aprobación del propio rey Carlos III, fiel impulsor de abrir las puertas de sus muchos palacios. Aunque todas las entradas, con un precio de 75 libras (unos 88 euros al cambio actual), se agotaron en cuestión de horas, según el diario The Times, el palacio prevé abrir de nuevo las estancias permanentemente después del verano. Cualquiera que desee ver el ala este tendrá que esperar a nuevas noticias; aun así, hay algunas entradas disponibles para otras partes del edificio —ha habido tours desde 1993—.

“Esta sala forma parte del ala este, añadida por la reina Victoria y su consorte, el príncipe Alberto. Fue él quien sugirió la idea del balcón real”, ha comentado a la agencia Reuters Nicola Turner Inman, encargada de decoración artística del patrimonio real. La primera vez que se utilizó fue en 1851, para despedir a las tropas que marchaban a la guerra de Crimea. Desde aquí se vislumbra Westminster, y una lámpara de araña de cristal recientemente restaurada del siglo XIX, con forma de flor de loto, regenta la habitación: “Estar en la habitación donde cuelga es una perspectiva emocionante”, confirma Turner Inman. A lo largo de los años, se han realizado solo unos pocos cambios: la reina María colocó papel pintado y sacó tapices de seda que se encontraban almacenados, pero la “gran mayoría” no ha cambiado desde que el príncipe Alberto, consorte de la reina Victoria, supervisó los planes originales.

Según The Telegraph, en la Centre Room tan solo falta una cosa para que la sala sea exactamente igual a como está antes una salida real: una televisión en la esquina donde el rey y su familia pueden ver una vista completa de todos los que esperan a verles en The Mall.

Un trabajador limpia uno de los objetos decorativos del pasillo principal del palacio de Buckingham.
Un trabajador limpia uno de los objetos decorativos del pasillo principal del palacio de Buckingham.Todd-White Art Photography/Ben F

El sello de la reina Victoria y su consorte es indiscutible en el nuevo recorrido, que comienza en el Salón Amarillo, anteriormente utilizado como sala de reuniones para el personal del palacio y donde Isabel II grabó en 2004 su tradicional discurso de Navidad. Fue la reina Victoria quien construyó el ala este del palacio para su creciente familia, y una vez construido, la lleno de arte y muebles rococó. La visita permite vislumbrar los tapices de seda imperiales chinos presentados a la reina Victoria, así como obras de arte del siglo XVIII. Los paseos finalizan en el Salón de Baile de Buckingham, donde se encuentra expuesto, temporalmente, el primer retrato del rey Carlos III, obra de Jonathan Yeo, desvelado el pasado mes de mayo y especialmente criticado en redes sociales.

La estética oriental es también uno de los puntos destacados del palacio. Jorge IV lo llenó de tapices y porcelanas del lejano Oriente. Durante el recorrido se pueden ver cuatro tapices de gran tamaño que adornan las paredes del Salón Amarillo y que representan caricaturas orientales de figuras asiáticas. Además, hay jarrones de porcelana china repartidos por muchas de las estancias. “Piense menos en Versalles, más en el hotel de Bournemouth donde Roald Dahl ambientó Las brujas”, ha descrito el ambiente The Times.

Vista del Salón Amarillo, decorado al más puro estilo rocó, en el palacio de Buckingham.
Vista del Salón Amarillo, decorado al más puro estilo rocó, en el palacio de Buckingham.Peter Smith

Estas puertas del palacio se abren tras cinco años de renovaciones y restauraciones en la nueva ala visitable. Unos trabajos que forman parte de un proyecto de 10 años para renovar todo el edificio, en el que está prevista una inversión de unos 465 millones de euros. Según reza el anuncio, publicado en la página web de Buckingham, la apertura forma parte de un programa para mejorar sus infraestructuras y preservarlo para las futuras generaciones. Este proyecto fue diseñado por el propio rey Carlos III, en su empeño por acercar a su pueblo el patrimonio de la casa de los Windsor, que según el tabloide británico Daily Mail está valorado en 82.300 millones de euros. El monarca ya abrió en abril el palacio de Balmoral ―también por primera vez en su historia― con tours reducidos a 40 personas. El precio de las entradas fue bien discutido en los medios, al costar 110 euros por cabeza e incluir una taza de té.

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