Kirsten Dunst y Jesse Plemons: la historia de la ‘power couple’ más discreta de Hollywood
Tras enamorarse en el rodaje de ‘Fargo’ y conseguir sendas nominaciones al Oscar por ‘El poder del perro’, la pareja de actores vuelve a compartir pantalla en el ‘thriller’ bélico ‘Civil War’. Juntos desde 2016 y padres de dos hijos, han sabido conciliar un perfil mediático alérgico a los titulares con el éxito profesional
Quizá no despierten las pasiones generacionales de Zendaya y Tom Holland, copen tantos titulares como Jennifer Lopez y Ben Affleck o deslumbren en la alfombra roja al estilo de Amal y George Clooney, pero muy pocos pueden presumir del éxito y el prestigio ostentados por ellos. En menos de una década, los intérpretes Kirsten Dunst, de 41 años, y Jesse Plemons, de 36, han logrado un puesto privilegiado en la lista de power couples —o superparejas— de Hollywood, dando ejemplo de cómo conciliar un bajo perfil mediático con una trayectoria profesional tan férrea como su relación. La cartelera da estos días buena fe de ello: su última película juntos, la polémica Civil War, se ha estrenado en lo más alto de la taquilla estadounidense. En este drama distópico, Dunst da vida a una fotoperiodista que recorre Estados Unidos con el país sumido en una cruenta guerra civil, mientras que Plemons interpreta a un violento soldado. Un papel corto, pero tan perturbador que el actor destinado a hacerlo abandonó en el último instante y, en palabras de su mujer, obligó a Plemons a hacerle “un favor al equipo” y sumarse al rodaje.
Civil War, que llegó este 19 de abril a los cines españoles, es la tercera ocasión en la que el matrimonio coincide en un proyecto audiovisual. Anteriormente, consiguieron sendas nominaciones a los premios Emmy por su participación en la segunda temporada de la alabada adaptación televisiva de Fargo y otras dos nominaciones a los Oscar tras coincidir en el no menos celebrado western El poder del perro. Mientras Kirsten Dunst se convirtió muy joven en una de las caras imprescindibles del Hollywood dosmilero, su marido ha ido labrándose poco a poco un estatus de secundario de lujo y garantía de calidad. En la última década, Plemons ha trabajado hasta en siete filmes nominados al Oscar a la mejor película, un dato que lo sitúa en la exclusiva compañía de leyendas como Marlon Brando o Katharine Hepburn. Probablemente, la controversia generada por una historia que dibuja un país políticamente dividido vaya a impedirles sumarse de nuevo a la carrera de premios, pero la crítica es unánime: su actuación es lo mejor del metraje.
Su historia de amor nació en los pasillos de un aeropuerto, en 2015, mientras esperaban el avión que los llevaría hasta la ciudad canadiense de Calgary para comenzar el rodaje de Fargo. Plemons, que saltó a la fama global gracias a su trabajo en la serie Breaking Bad, recuerda que oyó a la que sería su futura esposa gritar su nombre mientras él intentaba calmar el estrés previo al despegue mirando revistas en una tienda de la terminal. “Sin que apenas nos hubiéramos intercambiado ninguna palabra, la miré a los ojos y vi a la mujer hermosa, dulce, sincera y acogedora que es. Me bastó con solo un instante. Mis nervios y mi ansiedad desaparecieron y supe que todo iba a estar bien”, evocó durante la inauguración de la estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood su mujer en 2019.
La actriz de Spider-Man y musa de Sofia Coppola ha ratificado esa conexión instantánea que surgió entre ellos: “Primero nos enamoramos creativamente, pero a las dos semanas ya sabía que este hombre iba a acompañarme el resto de mi vida”. Tras finalizar en otoño de ese año el rodaje de la serie, se echaron de menos durante unos meses y a comienzos de la primavera comenzaron su idilio. En 2018 dieron la bienvenida a su primer hijo, Ennis, y tres años después a James. Ambos embarazos fueron confirmados ante la prensa de una manera singular: el primero, como parte de una campaña de la firma de moda Rodarte, de la que la actriz es embajadora; el segundo, en un reportaje para la revista W fotografiada por la propia Coppola y también vestida de Rodarte.
Primero la paternidad y después la pandemia retrasaron su enlace matrimonial, pero en julio de 2022 se dieron el “sí, quiero” en una boda celebrada en Jamaica. Cuando el trabajo no les obliga a residir en Los Ángeles, la pareja pasa la mayor parte del tiempo en una pequeña ciudad de Texas, en el rancho familiar en el que creció Plemons, rodeados de caballos. Pese a que la web especializada Celebrity Net Worth estima que su fortuna conjunta supera los 40 millones de dólares, están lejos de cumplir con los clichés del glamour y la ostentación hollywoodiense. Apenas se dejan ver en actos públicos, no tienen amigos cercanos dentro del sector y presumen de un estilo de vida analógico que han inculcado a sus hijos: “En casa tenemos reproductores de música, no utilizamos Siri. Nuestros hijos no tienen iPad, así que si quieren usar uno en el avión tiene que ser el de su padre. Y tampoco somos del tipo de gente que les deja el móvil en los restaurantes. No voy a criar a un niño que no pueda mantener una conversación en la mesa”, corrobora Dunst en una entrevista de principios de abril en Variety. Cuando le preguntan sobre las películas de moda en la cartelera, confirma que solo tiene tiempo para ver una, La Patrulla Canina.
Aunque el éxito llegó antes en la carrera de la actriz, que se vio catapultada a la fama al besar a Brad Pitt con apenas 11 años en Entrevista con el vampiro (1994), sus vidas han seguido rumbos ciertamente paralelos. Los dos proceden de pueblos pequeños, comenzaron a trabajar a edades muy tempranas y han tratado de conciliar el cine más palomitero con proyectos de autor. Son estrellas atípicas, carentes de los artificios y manierismos típicos de Hollywood y lo suficientemente libres como para convertir cualquier entrevista de promoción en una pesadilla para los encorsetados relaciones públicas de la meca del cine.
Dunst, por ejemplo, ha hablado sobre las presiones recibidas durante décadas para que perdiera peso y sustituyera su dentadura por “una perfecta sonrisa de Barbie”, sumiéndose en una depresión a los 27 años. Los dos últimos años, los transcurridos entre El poder del perro y Civil War, no ha pisado un plató de rodaje porque todo lo que le ofrecían eran roles de “madres tristes” y ha denunciado la lacra edadista que sigue asolando la industria. Plemons, por su parte, rechaza lo que supuestamente cualquier estrella debería adorar: la atención. La edición estadounidense de la revista GQ lo calificó como “el peor embaucador” de todo Hollywood, pese a que el mismísimo Martin Scorsese asegura de él que “su futuro no tiene límites”. El tejano, sin embargo, prefiere disfrutar de los días en la granja junto a Dunst y acudir solo a Los Ángeles para lo estrictamente necesario. Así lo certificó en una entrevista: “No tengo aspiraciones de conquistar Hollywood. O el mundo. O nada”.
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