Conjuras y reencuentros
Mucha gente se queda sorprendida cuando explicas los intríngulis de los contratos: en la lógica de la televisión tradicional no puedes estar en dos sitios a la vez
Xavier Sardà y Carlos Latre han protagonizado un reencuentro televisivo por los 25 años del estreno de Crónicas marcianas. La emisión de esa reunión obtuvo un importante share de audiencia. Y unas preguntas incesantes sobre la ausencia de Manel Fuentes y mía.
Fuentes y yo trabajamos ahora en Atresmedia. Manel como presentador de programas estelares. Y yo en LaSexta, en un programa que justo esta tarde se emite por última vez. Mucha gente se queda sorprendida cuando explicas los intríngulis de los contratos. Por ejemplo, mi entrenadora de natación, Naiara, a quien debo mi buena salud física. Antes de zambullirme a nuestra clase de 2.000 metros, Naiara concluyó que esa forma de contratación se podía comparar a que “si eres del Real Madrid no puedes jugar en el Barça”. No es equiparable en cuanto a sueldos, físicos y novias, pero sí puede explicar que en la lógica de la televisión tradicional no puedes estar en dos sitios a la vez.
Otra cosa es mi opinión, de que quizás sea mejor mantenernos separados en vez de reunirnos. Oasis y los Beatles nunca lo hicieron, Mecano tampoco. Ejemplos que me gusta seguir. Pero Los Panchos sí lo hicieron, es decir, que podría renovar mi parecer y sumarme al selecto club de los políticos que cambian sus opiniones más firmes cuando es necesario. Y quizá me despierte, uno de estos días de Adviento y desempleo, acariciando la idea de que Sardà y Crónicas me recoloquen en la nueva Telecinco. Adviento es esperanza y cambiar de opinión es de las cosas más eficaces y sensatas para llegar a un año nuevo.
No es nuevo para mí quedarme sin trabajo. Siempre me apoyo en mi vida doméstica y en mi vida social. Una verdadera vocación, mi religión particular. Y en esa fe, acompañé a Mar Flores en su cóctel navideño cuyo regalo era Maribel Verdú con su sabiduría y hechizo. Al día siguiente secundé a Fabiola Martínez en los premios de su fundación, ideada con su ex Bertín Osborne, quien no asistió. Los reporteros nos sometían a un incisivo cuestionario sobre esa ausencia, ese desencuentro. Un tipo de interrogatorio donde puedes esforzarte en hacer uso de tus habilidades diplomáticas o quedar más tonto y cursi que nunca. Cada vez opto más por lo último.
Las críticas sobre el reencuentro del miércoles dicen que un programa como Crónicas no encontraría hueco en esta época ceñida por el corsé de lo políticamente correcto. Pienso que en ninguna época hemos podido expresarnos sin algún corsé, sin trabas. En Crónicas marcianas tuvimos la suerte de que nuestra exitosa y nocturna comunión con la audiencia nos amparaba de cualquier restricción de la cadena. Esa sería la única razón por la que anhelaría repetir esa tarea, esa comunión. Lo dijo Jackie Kennedy cuando explicó su matrimonio con Aristóteles Onassis: “El dinero es la única forma de tener libertad”.
Los que no tenemos dinero, desde luego no en la cantidad de Onassis, disponemos de una libertad normalita. Otros, como Cristina de Borbón, tienen dinero y risa. Es más, una carcajada impetuosa como refleja la revista Lecturas (la única publicación nacional que dedica portada a la Reina, bajo la palabra “conjura”). Precisamente, con ese titular tan perfumado de escándalo sobre su cuñada, la hermana del Rey ríe feliz y con ganas. Lo hace manifestando una opinión sobre el partido de balonmano de su hijo. El reportaje celebra el reencuentro con sus hijos y el fichaje como novia de Pablo Urdangarin de Johanna Zott, “que se mostró muy cariñosa con Irene”. Uno se detiene a reflexionar sobre los reencuentros, el espíritu deportivo y sobre Johanna. ¿En qué equipo se está metiendo? Mis éxitos y fracasos me dicen que, en la felicidad de Cristina Borbón, la entrenadora, está la respuesta. Y como el partido no ha terminado, también está en este celebrado gol.
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