Belén Aguilera, de versionar canciones al piano a triunfar en TikTok: “Si te centras en los números, pierdes el motivo por el que haces música”

Belén Aguilera (Barcelona, 27 años) no es una cantante más. A través de su música, sus letras y su delicadeza a la hora de contar historias, consigue que los que la escuchan conecten con ella y su voz. Desconocida para muchos hasta hace tan solo unos meses, ha conseguido posicionarse como una de las artistas españolas más boyantes del momento. Con Antagonista, tema que publicó en junio de 2022, ha revolucionado TikTok, entrando de lleno en el top de las canciones diarias más escuchadas de Spotify. ¿La razón? Una versión speed up (más rápida) se hizo viral en la red social y logró que sus oyentes mensuales se duplicaran en días: acumuló más de dos millones. “Soy consciente de que es algo que pasa una vez y no puede pasar más. Intento disfrutarlo, pero a la vez sigo trabajando para que pueda volver a suceder”, explica Aguilera a EL PAÍS con una visible emoción por los éxitos que está cosechando.

Llegar hasta aquí no ha sido un camino fácil. Desde sus inicios ha sido ella, con humildad, la que ha cocinado a fuego lento su carrera musical: participó en La Voz, lo intentó en Operación Triunfo 2017 (la edición de Aitana, Amaia o Alfred García) y poco a poco fue ganando seguidores gracias a las versiones que publicaba en su Instagram, donde hoy acumula 207.000 seguidores. Por aquel entonces, hace ya casi una década, no era Belén Aguilera, sino The girl and the piano, su pseudónimo artístico y a la vez el nombre de su concurrido y ya desaparecido perfil en redes. “Lo miro con perspectiva y digo: ‘Qué valentía y qué fe’. No tenía nada, ningún tipo de contacto, ningún tipo de vínculo con el mundo de la música... y ahí estaba, sacándome las castañas del fuego”, recuerda la cantante sobre sus inicios.

En junio de 2020, Aguilera publicó el que sería su primer disco: Como ves, no siempre he sido mía. Un álbum delicado, frágil y repleto de mensajes: desde las canciones más románticas que erizan la piel hasta temas de autoayuda, como Mía, donde habla de la mala relación que a veces tiene consigo misma y con la que conecta de manera especial con sus fans. “Me duele mucho que todas sintamos lo mismo. Es una canción muy íntima, con la que me desnudé para expresar un sentimiento propio. Era una manera de canalizar una emoción con la que me sentía sola. Y, de repente, ves que hay muchas mujeres que se sienten igual”, explica la artista sobre el tema, que acumula más de seis millones de reproducciones en Spotify y 1,7 en YouTube.

El punto de inflexión en su carrera artística llegó con una canción lejos de ese piano y cerca del perreo, La Tirita, que lanzó a dúo con Lola Índigo y con la que logró el disco de platino, además de sumar más de 26 millones de escuchas. Pero no todo fue bonito: “Me di cuenta de lo poco respetado que está el pop en España. De repente empecé a recibir mensajes diciéndome que me había vendido y que había perdido la esencia. Y la realidad es que era un tema que nació del mismo corazón, de las mismas ideas de siempre... la diferencia es que este era bailable”.

El salto definitivo lo dio hace un año, con la publicación de su segundo disco, Superpop. Un proyecto del que no cambiaría “nada”, que gira en torno a una coherencia musical evidente y que está repleto de mensajes que a veces en la música parecen tabú: el placer femenino y la salud mental: “No puedo estar callada. Le doy demasiadas vueltas a las cosas y me joden mucho las injusticias. Tengo complejo de superheroína, de querer salvar el mundo sin saber cómo y lo hago a través de la música”. En Vértigo habla de cómo las mujeres se han sentido avergonzadas durante años de hablar de su propia sexualidad. “Yo he tardado mucho en que me deje de dar vergüenza hablar de ello y de lo que siento cuando follo. Parece que todo siempre está orientado hacia los hombres”, defiende la catalana.

Aunque todo iba sobre ruedas en su carrera musical, estaba a gusto con lo que publicaba y cada vez más gente la conocía, de repente su cabeza le falló. “Todo lo que pensaba se fue reorganizando y era superconfuso. No me reconocía, no me hacían feliz según qué cosas, me dejaba llevar por inercia y acabé haciendo algo de lo que no me sentía orgullosa”, recuerda la artista pocos meses después de aquel episodio, y añade: “Tuve depresión. No encontraba la motivación, pensaba que me había dejado de gustar la música y aun así no paré de trabajar”. Un psicólogo la acompaña desde hace años, tras pasar por un trastorno alimenticio en su adolescencia, y la terapia es parte de su rutina semanal.

Y todo cambió a principios de 2023. Un usuario de TikTok editó la canción que Aguilera había lanzado seis meses atrás, Antagonista, se viralizó enseguida y fue escalando entre los temas más escuchados en España. “A veces creemos que los números que hace una canción significan que sea mejor o peor, y solo hace falta tener un golpe de suerte. Yo quería mejores cifras, tenía la espinita clavada porque no sabía qué había pasado... Cuando se viralizó me di cuenta de cómo la vida te devuelve el esfuerzo invertido”. Según confiesa, ha logrado dejar de ser esa persona que se obsesiona con los números, porque lo fue: “Hay que tener cuidado porque sino entras en una espiral obsesiva. Si te centras demasiado en los números, pierdes el motivo por el que haces música. Es verdad que con cada lanzamiento me pongo nerviosa, pero me lo tomo como algo rutinario. Que sea lo que tenga que ser”.

En este momento, la música que se viraliza en TikTok acaba convirtiéndose en éxito asegurado gracias a los cientos de bailes y retos que se publican diariamente. “Es la nueva radio, es lo que elige el consumidor. Hay muchos que lo demonizan, pero no es más que otra plataforma que monetiza la música. No entro en cómo la gente quiere usarlo, ni me parece menos respetable quienes lo utilizan para promocionar su música. Gracias a eso hay gente que te conoce, descubre tu proyecto y te sigue. Siempre he usado las redes para promocionarme, no tenía otra manera de hacerlo”, reconoce Aguilera.

A la par que Antagonista ocupaba las posiciones más altas de las listas españolas más importantes de las plataformas, la artista lanzó Copiloto, una canción protesta contra un contenido típico, tradicional: “Queremos enamorarnos, crear fantasías en nuestra cabeza, casi de princesas. A veces nos sacrificamos por gente que no vale la pena. Nos han lavado el cerebro para ser copilotos”. Y en medio de toda esta vorágine de éxitos, su cuerpo le obligó a parar, en forma de gripe, durante casi dos semanas. “Había entrado en un bucle de no parar de trabajar. Me agobiaba por todo y no estaba disfrutando, vivía por y para la música”, explica la artista sobre el hecho que le hizo cancelar dos conciertos de la gira en la que está inmersa (y posponer esta entrevista). “Durante los conciertos se me venían pensamientos de más trabajo. Me dio rabia tener que aplazarlos, pero estoy volviendo a vivirlo todo como una niña pequeña”.

Ahora vuelve a la carga con Galgo, una canción que ha utilizado para criticar el maltrato hacia esta raza de perros y utilizarla como símil: “Se usan para las carreras y cuando sus dueños no pueden obtener más beneficio de ellos les abandonan. Me parece tan cruel... Es muy duro el símil, por el hecho de que hay veces que nosotros hacemos siempre las cosas por los demás, por complacer y contentar... Me parece poético”. Se ha convertido en el cuarto mejor lanzamiento femenino de 2023, cosechando en su primer día más de 128.000 reproducciones. En junio lanzará Metanoia, un single del que se siente orgullosa por el sonido que ha conseguido crear: “Definitivamente, es por donde quiero seguir evolucionando”.

Siempre con los pies en el suelo, Belén Aguilera sabe que tiene que vivir el momento y seguir cumpliendo sueños: “Todo es efímero, igual que sube, baja. Mi proyecto tiene coherencia porque no se centra en los números, sino en la esencia”.