Mark Fleischman, dueño de Studio 54, planea terminar su vida mediante eutanasia el 13 de julio en Suiza
“No puedo caminar, casi no puedo expresarme bien y no puedo hacer nada por mí mismo, mi mujer me ayuda a meterme en la cama y no puedo vestirme ni ponerme los zapatos”, ha declarado al ‘New York Post’ el propietario del club neoyorquino más famoso del mundo
Acababan de empezar los años ochenta cuando Mark Fleischman, empresario de la noche neoyorquina, se hizo con las llaves de un legendario club que en aquel momento estaba en declive: Studio 54. Fleischman le concedió una segunda vida gracias a las actuaciones de estrellas incipientes como Madonna, Duran Duran o Culture Club, y a un grupo de asiduos como Boy George, Janet Jackson, Alec Baldwin, Lionel Richie, Jean-Michel Basquiat, LaToya Jackson o Cyndi Lauper. Durante cinco años, hasta su cierre definitivo en 1986, el Studio 54 volvió a brillar con las luces de la bola de discoteca bajo la que habían bailado personalidades como Liza Minnelli, Elizabeth Taylor, Truman Capote o Andy Warhol.
En unas recientes declaraciones al New York Post, el magnate de la noche, de 82 años, ha confesado su intención de acabar con su vida mediante un suicidio asistido el próximo 13 de julio con la ayuda de la organización Dignitas, en Suiza: “No puedo caminar, casi no puedo expresarme bien y no puedo hacer nada por mí mismo”, ha declarado Fleischman, “mi mujer me ayuda a meterme en la cama y no puedo vestirme ni ponerme los zapatos”.
Fleischman comenzó a desarrollar problemas de movibilidad en el año 2016, cuando su pierna izquierda empezó a arrastrarse. Inicialmente, los neurólogos le diagnosticaron la enfermedad de Párkinson, pero a día de hoy todavía no han dado con el diagnóstico correcto: “Ha sido una decisión lenta”, ha declarado el empresario, “hace dos años, decidí que no merecía la pena seguir viviendo, me tomé una dosis de Xanax y terminé en el hospital”. En aquella ocasión, los médicos de urgencias salvaron su vida: “Entonces leí un libro sobre acabar con la vida. Leí que la forma más fácil es asfixiarse. Pero yo no quería el dolor. Iba a comprar un arma, pero mi esposa intercedió. Empezamos a buscar un lugar donde fuera legal hacerlo”.
Dignitas es una organización especializada en suicidio asistido que se fundó en Suiza en 1998. Bajo el lema “vivir con dignidad, morir con dignidad”, desde la clínica han estudiado el caso concreto de Fleischman: “Quieren estar seguros de que estoy tomando la decisión por mí mismo”, ha declarado, “después de leer mi material médico, me hicieron algunas preguntas para asegurarse de que hablaba en serio. Tuve que proporcionar una declaración jurada ante notario, confirmando que quiero morir. Tuve que ir a un psiquiatra y me confirmó que estoy en mi sano juicio. Proporcioné todo eso y dijeron que me querían allí”.
Si Fleischman pudo revitalizar el club fue por situarse en una época y un periodo concreto: poco tiempo después de la invención de píldora anticonceptiva y antes de la crisis sanitaria provocada por el virus del sida. Studio 54 tenía la elegancia y el estatus que le otorgaron sus famosos clientes, peo en la pista de baile era un lugar democrático: las celebridades se codeaban con la gente anónima, los homosexuales y los heterosexuales bailaban bajo las mismas luces, y las drogas estaban presentes en todos los rincones del club. Los VIP que buscaban intimidad, acudían al despacho de Fleischman. Allí, el empresario tuvo que contratar a una joven cuya tarea principal era preparar las líneas de cocaína: “Había tanta gente alrededor de mi escritorio que se necesitaban 30 o 40 rayas de cocaína, y tenían que ser todas idénticas, aquella chica era la encargada de hacerlas y servir champán”.teca Studio 54: “Me lancé con todo mi corazón, entreteniendo a las estrellas más grandes del mundo con champán y cocaína”, escribió en sus memorias.
Tras el cierre de Studio 54, Fleischman acudió al centro de desintoxicación Betty Ford a petición de su esposa, pero no le sirvió de nada: “Al final, me desintoxiqué en Rancho La Puerta”, declaró en una entrevista para Paper Magazine en 2017, “estaba en la cima de esta montaña, que se considera una montaña mágica. Los chamanes habían estado yendo allí durante miles de años. Y, de una forma u otra, me coloqué con aquella sensación de estar completamente sano, en forma y poder escalar aquella montaña”. Fleischman volvió a Rancho La Puerta más de 55 veces, en todas las ocasiones que necesitaba volver a sentir el colocón de la naturaleza: “Más barato y mejor que las drogas”, declaró, “eso me ha permitido vivir más tiempo”.
Fleischman viajará junto a su esposa Mimi Fleischman a Zúrich el próximo 8 de julio en primera clase. Se quedarán en una villa con vistas a un lago y, aprovechando que no han visitado la ciudad suiza, quizás hagan algo de turismo: “Después, el miércoles, iremos al apartamento que tiene Dignitas. Tomaré un trago, me dormiré y ya está”. Su esposa estará a su lado.
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