El reinado de Isabel II se convierte en el tercero más largo de la historia entre problemas de salud
La reina no asistirá a la apertura del Parlamento Británico y será remplazada por el príncipe Carlos por dificultades de movilidad
9 de mayo. Una fecha, otra más, para la larga lista de récords batidos por Isabel II. Este lunes la británica de 96 años vuelve a romper sus propias mediciones y se convierte en la tercera monarca que más tiempo lleva en el trono. 70 años y 92 días de reinado la contemplan, lo que le permite por tanto sobrepasar en tiempo a Juan II de Liechtenstein y obtener la medalla de bronce en tales cuitas. Solo la superan dos reyes: Bhumibol Adulyadej de Tailandia, fallecido en 2016, y el célebre Luis XIV de Francia. Al primero, Isabel II le adelantará por la derecha en cuestión de semanas: reinó durante 70 años y 126 días, por lo que en poco más de un mes Isabel II podría obtener la medalla de plata. Más complejo será ya el hecho de lograr el podio, porque el famoso Rey Sol reinó en el siglo XVII durante 72 años y algo más de tres meses. Para llegar a esa fecha, la reina tendría que reinar hasta finales de mayo de 2024 y cumplir, por tanto, los 98 años.
La cuestión es que el estado de salud de Su Graciosa Majestad no se encuentra en el mejor de los momentos. Su movilidad está muy reducida; de hecho, apenas hay imágenes de ella en movimiento en los últimos meses, únicamente a su llegada al funeral por su esposo, Felipe de Edimburgo, celebrado en la abadía de Westminster a finales de marzo, donde se la vio usando un bastón. Por lo demás, todo son fotografías. La reina ha declinado participar en las famosas fiestas que la familia real da en los jardines de Buckingham ya avanzada la primavera para recaudar fondos para causas benéficas; serán Carlos y Camila, junto a Guillermo y Kate Middleton, los anfitriones. Tan mermada es su movilidad que, según un comunicado emitido por Buckingham, no asistirá este martes a la siempre solemne apertura del Parlamento Británico. Un acto formal para el que ya hace un par de años renunció a llevar la pesada corona que solía. Pero de ahí a perdérselo va una gran diferencia: solo ha faltado en dos ocasiones y hace más de seis décadas. Fue en 1959 y 1963, embarazada de sus dos hijos pequeños, Andrés y Eduardo.
Es precisamente esa frágil salud la que ha definido parte de los festejos por su Jubileo de Platino, sus 70 años en el trono, que se celebrarán a primeros de junio. La reina no está para paseos por la Mancomunidad de Naciones, pero ni siquiera lo está para visitar las naciones británicas. Por eso ha ido colocando a sus descendientes en distintos destinos a los que es fundamental prestar una visita. En ese fin de semana largo del 2 al 5 de junio, Guillermo de Inglaterra y Kate, su esposa, acudirán a Gales; su hija mayor, Ana de Inglaterra, estará en Escocia; y su hijo menor, el discreto y muy valorado Eduardo de Wessex, y la esposa de este, Sofía, visitarán Irlanda del Norte.
Esas visitas refuerzan aún más el mensaje de que en los festejos, igual que en la familia, sus participantes son un círculo cerrado, cada vez más. El viernes se supo que ni el tercer hijo de la reina, Andrés, repudiado por sus vínculos con el pedófilo Jeffrey Epstein, ni Enrique de Inglaterra y su esposa, Meghan Markle, estarán en el momento de oro de los festejos, el saludo desde el balcón de Buckingham. Solo acudirán los miembros en activo y sus hijos y, dado el caso, nietos. Tras dos años de caótica reorganización de la casa Windsor, desde palacio se quiere blindar toda aquella presencia que huela a escándalo o a dinero tirado (más tras el millonario acuerdo de Andrés con su víctima, que ha sido confidencial; o tras la cara reforma de Enrique y Meghan por una casa que jamás usaron). Por eso, se ha recalcado que “tras una cuidadosa consideración”, la decisión ha sido limitar ese acto del día 2 a “los miembros de la familia real que llevan a cabo compromisos públicos oficiales en nombre de la reina”.
Ni Andrés ni los Sussex estarán en Buckingham, pero eso no excluye que aparezcan por Londres, o que acudan a alguno de los actos del Jubileo. O ese es el mensaje que Enrique y Meghan pretenden mandar, el de su posible presencia en esos festejos, algo que, más que en Isabel II, colocaría el foco en ellos y en sus hijos: Archie no pisa el Reino Unido desde que es un bebé y Lilibet, de un año, aún no ha estado en el país natal de su padre. Todo ello cuando, al fin y al cabo, lo que el país busca es rebajar el nivel de drama de estos dos años —tanto en general por la pandemia como en su familia real, con tantos cambios y fallecimientos— y festejar a la que sería su monarca de récord, la que contra todas las expectativas ha superado ampliamente a su tatarabuela, Victoria, haciendo del periodo isabelino el más extendido de la historia del Reino Unido.
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