Amor y poder
La aristocracia de la judicatura se enquista en algunos sitios, como en el Consejo General del Poder Judicial, y en otros, como en el caso del juez-novio de Esther Doña, conquista territorios que antaño parecían inalcanzables, como la fama
En justicia para los españoles, la prensa del corazón es como un miembro más de la familia. Eso te ayuda a entender que el nuevo novio de Esther Doña, viuda del marqués de Griñón, sea un destacado juez de la Audiencia Nacional y aparezca en la portada del Hola como si siempre hubiera estado allí. Una naturalidad que a muchos les resulta sospechosa, porque un buen juez, se creía, no necesita de la fama para serlo. Justo es reconocer que la pandemia nos ha creado cierta zozobra. Pero viene el Hola al rescate para dejarnos saber que el afán de notoriedad sigue en perfecto estado de salud.
A mis recién cumplidos 56 años, la industria de la celebridad me sigue tirando. Me fascina su capacidad de sostener narrativas, incorporar personajes. Ahora toca a la aristocracia de la judicatura, que en algunos sitios se enquista, como en el Consejo General del Poder Judicial, y en otros, como en el caso del juez-novio de Esther Doña, conquista territorios que antaño parecían inalcanzables, como la fama. Justa o injustamente, siempre existieron abogados con cierta sed de notoriedad. Pero faltaba el precedente de un juez que quisiera ser portada por amor. Esto es lo que hay que celebrar.
Esther Doña tampoco era alguien popular hasta que conoció al marqués de Griñón, gracias a su pálida delgadez, su voz suave, su cara de coach de mindfulness y su capacidad de calificar casi todo como divertido. De hecho, anuncia en su exclusiva que lo que más le gusta de su novio juez es que es “muy, muy divertido”. Igual de divertidos deben estar los hijos del difunto marqués, que gracias a este nuevo romance de su viuda ven cómo los horizontes de doña Esther se expanden más hacia palacios de justicia que a los lujosos viñedos de Falcó. Para hacer justicia, en esta exclusiva, Esther deja claro que en su nueva relación son tres. Posa junto a ellos la perrita Chloé, un tesoro aportado por Doña, que tiene esa cara típica de las perritas de callar todo lo que sabe y ha visto.
La erupción del volcán en La Palma ha causado grandes estropicios al mismo tiempo que está creando un nuevo paisaje. Y la llegada de la lava al mar se ha convertido en un espectáculo que mezcla asombro y belleza. Los Reyes acudieron, no podía ser de otra manera, en plan solidario, mostrando interés y gestos de preocupación. Letizia ofreció un tip de moda involuntario. Al ser una de las personas mejor vestidas del planeta Tierra, sus zapatillas 24 horas para pisar las agresivas cenizas y rocas expulsadas por el volcán han revolucionado la moda y las ventas. Son orgánicas, aborrecen la esclavitud del tacón y, además, el nuevo amor de su madre, Paloma Rocasolano, también las usa para pasear ese romance maduro que parece solidificarse como todos deseamos que suceda con la lava del volcán. Este tipo de mensajes solo pueden transmitirse en la rigurosa prensa rosa. La reina de un país casi siempre en erupción comparte zapatillas confortables con el nuevo novio de su madre. Maravilloso, la prueba que necesitábamos para entender que todos los cambios que vivimos, suceden para pisar un mejor futuro.
Quizás siguiendo esta onda de buenrollismo y sin las presiones de estar en la pomada, Mariano Rajoy ha decidido regresar a la caravana del Partido Popular en su paso por Galicia. Empezó dando consejos a Pablo Casado en la cita de su partido en Santiago de Compostela. Y reapareció días después, relajadamente, junto a Felipe González, en una isla-balneario gallega, departiendo divertidos sobre cosas de exmandatarios. Un encuentro norte-sur, Andalucía versus Galicia. La retranca gallega se impuso. Incluso Rajoy se atrevió a ejercer de meiga, augurándole a González una agenda rellena de encuentros muy, muy divertidos como el de Esther Doña y su juez.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.