_
_
_
_

Pedro Rovira, el genio olvidado de la moda española y némesis de Pertegaz

En el centenario de su nacimiento, una exposición en el Museu de Badalona celebra la obra de este diseñador fundamental

Pedro Rovira con la maniquí Isabel Martín, ca. 1964, en un retrato de la familia Rovira.
Pedro Rovira con la maniquí Isabel Martín, ca. 1964, en un retrato de la familia Rovira.Familia Rovira
Carmen Mañana

El modista Lorenzo Caprile solo necesita ocho palabras para definirlo: “En los años setenta en Barcelona era Dios”. Y, sin embargo, hoy, Pedro Rovira (Badalona, 1921), es uno de los nombres más injustamente olvidados de la historia de la moda española. Discípulo de Cristóbal Balenciaga, llevó en los sesenta sus colecciones hasta los prestigiosos almacenes Saks de Nueva York, triunfó en los setenta en París y se convirtió en el diseñador de cabecera de la burguesía catalana, además de vestir a buena parte de la sociedad de la época, desde Encarnita Polo hasta Amparo Illana, mujer del presidente Adolfo Suárez.

Varios diseños de Pedro Rovira expuestos en el Museo de Badalona.
Varios diseños de Pedro Rovira expuestos en el Museo de Badalona.Mueseu de Badalona

Pero, sobre todo, Rovira fue “el primero y el que mejor abrazó el prêt-à-porter”, según defiende Josep Casamartina i Parassols, comisario de la exposición Pedro Rovira, 1921-1978 que el Museu de Badalona acoge hasta el 17 de octubre. A través de más de cien diseños, la muestra conmemora el centenario de su nacimiento y reivindica al catalán como figura fundamental de la transición entre la era alta costura —que, en palabras de Caprile, remató “gloriosamente”— y la fabricación industrial: “Fue él quien dio los primeros pasos para abrir el camino a los que vinieron después: Jesús del Pozo, Sybilla, Miró… Fue él quien entendió y defendió que la moda no es solo ropa, que una firma engloba complementos, punto… pero siempre dentro de una coherencia”.

Exposición de Pedro Rovira en el Museo de Badalona.  Foto:  Francesca García
Exposición de Pedro Rovira en el Museo de Badalona. Foto: Francesca García

Abanderó el concepto moderno de marca, lo que le enfrentó de por vida a Manuel Pertegaz, autor del vestido de novia de la reina Letizia. Una rivalidad digna de un guion hollywoodiense. Como resume Caprile, “las dos casas de costura estaban en Barcelona y competían por la misma clientela”. Cuando, ante la pujanza del prêt-à-porter, Balenciaga cerró sus talleres de alta costura en 1968, su clientela se repartió entre ambos diseñadores. Pero, según Casamartina, Rovira “trabajaba bien, era versátil, nada divo y más barato”, lo que terminaría inclinando la balanza a su favor. “Pertegaz lo veía como un enemigo e intentó rebajarlo todo lo que pudo, incluso ante los compradores. Su clientela también acudía a Rovira, pero lo hacía a escondidas, no se lo decían, porque primero se ponía hecho una fiera y después se deprimía”, cuenta el comisario y director de la Fundación Antoni de Montpalau, que atesora una colección textil de 16.000 piezas.

Además, Pertegaz y Rovira desarrollaron sus proyectos industriales de forma casi paralela, aunque, según Caprile, el de Badalona pronto tomó la delantera. En 1968 Cadena, la comercial de tejidos más importante de España, escogió a Rovira para invertir en su firma. Juntos crearon varias líneas de prêt-à-porter, que, a diferencia de las licencias de Pertegaz, se desarrollaban a través de colecciones completas, con prendas para el día y la noche. “Él fue el primero en aplicar ese concepto y Elio Berhanyer le seguiría”, explica Casamartina. Rovira desfila en París y triunfa en Nueva York, donde, de nuevo, vuelve a encontrarse frente a frente con Pertegaz en los almacenes Saks Fifth Avenue, que comercializaban ambas firmas. La tensión entre ellos llegó a ser tal que Rovira no fue admitido en la Cooperativa de la Alta Costura —una asociación creada en Barcelona a imagen y semejanza de la Cámara Sindical de la Alta Costura de París— hasta que Pertegaz la abandona.

Exposición de Pedro Rovira en el Museo de Badalona.  Foto:  Francesca García
Exposición de Pedro Rovira en el Museo de Badalona. Foto: Francesca García

Sin embargo el de Badalona mantenía una amistad muy estrecha con Balenciaga. Tras abandonar sus estudios de medicina, llega a París en 1946 y el creador vasco le ayuda prestándole bocetos y enseñándole técnicas de costura, aunque, como recuerda Casamartina, Rovira “ya era bastante diestro con la aguja” porque había trabajado de ayudante en la sastrería barcelonesa Santa Eulalia. Su estilo, dúctil y de corte preciso, siempre supeditado a las necesidades de la mujer, comenzó a forjarse y en 1957 tuvo su primera gran oportunidad en la feria de Fráncfort. Vendió toda su colección. Incluida la ropa personal de las modelos, que tuvieron que comprarse prendas nuevas para volver a España.

La pregunta, entonces, se formula sola: ¿por qué el nombre de Rovira ha sido olvidado? Caprile cree que murió demasiado pronto para ser considerado un maestro ilustre, y demasiado tarde para entrar en la categoría “del genio que podía haber sido”. Falleció en 1978 en el coche de su sobrino, de un infarto fulminante a la salida del cardiólogo. Tenía 57 años. “Su vida se truncó a medio camino, pero es que él siempre estuvo en medio: entre la alta costura y el prêt-à-porter; entre el mundo de lo exclusivo y el universo salvaje de las licencias; entre una dictadura vieja y una joven democracia”.

Exposición de Pedro Rovira en el Museo de Badalona.  Foto:  Francesca García
Exposición de Pedro Rovira en el Museo de Badalona. Foto: Francesca García

Casamartina tiene una visión más pragmática: “Cuando una marca deja de vender, desaparece”. La firma Pedro Rovira lo hizo un año después de su muerte; y PR, una división propiedad de la compañía Intesa, en 1986. Quizá el diseñador tendría entrada en la edición en castellano de Wikipedia si su firma aún siguiese viva como lo está la de su némesis, hoy en las manos creativas de Jorge Vázquez. En esto sí que Pertegaz ha adelantado a Rovira.


Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_