Sybilla, la ecologista
La diseñadora es un referente en moda sostenible, un camino que comenzó hace décadas y es parte de su marca
Dicen que es misteriosa, pero quien conoce sus verdaderos intereses sabe dónde ha estado, qué ha hecho, y dónde encontrarla, porque si bien la moda es su profesión, su corazón siempre ha estado conectado con la naturaleza y la sostenibilidad: “Desde pequeña es una obsesión”, relata. “Hice un club de protección de la naturaleza con amigas a los ocho años, e iniciativas en el colegio. Mi pasatiempo favorito era perderme en el monte con mis animales. Vi cambiar brutalmente Mijas, el pueblo donde viví al llegar a España desde Nueva York. Para mí era el paraíso, y eso me marcó para siempre”, confiesa.
En 1996, cuando su carrera iba viento en popa, creó la compañía Diseños Sostenibles: “Intenté dar coherencia a mi vida y mi trabajo. Crecíamos muchísimo en Japón, pero dedicaba también mucho tiempo a iniciativas sostenibles que empezaban entonces aquí: la permacultura, la construcción ecológica, los huertos urbanos, etc.”, recuerda.
Paralelamente comenzó a organizar cursos sobre ello en Mallorca, surgiendo así los encuentros Tierra, Alma y Sociedad con un grupo de amigos (Poc a Poc) cuyo motor fue Guillem Ferrer, ex diseñador de Camper: “Para dar respuestas y alternativas a nuestras preocupaciones, así como ayudar a convertir las utopías en realidad”. La primera charla fue de Satish Kumar (editor de Resurgence & Ecologist) desde entonces vinculado a la isla: “Recuerdo la emoción, el brillo en los ojos de la gente y el olor a esperanza cuando acabó”. Además participaron personalidades como Vandana Shiva, Anita Roddick (fundadora de Body Shop, a quien considera su mentora), Masanobu Fukuoka, Susan George, Gunter Pauli, Douglas Hopkins o Josep Pamies, entre otros: “Cada uno fue un regalo”, comenta, pero le marcaron más, “Los pequeños héroes que han creado iniciativas de cambio importantes, y personas que cambian su entorno”.
“Más que los movimientos, me interesan las personas tras ellos, su fuerza, determinación, inocencia, entusiasmo, cómo superan los desafíos e implementan sus metas. Especialmente las mujeres, he buscado ejemplos inspiradores globalmente durante años para apoyarlas y ayudar a compartir sus ideas”, explica.
En su actual intento de recoger bajo su firma ese camino de décadas, se nutre además de la experiencia que supuso su Fundación Fabrics for Freedom creada en 2009 a petición de Vandana Shiva para comercializar algodón ecológico. Está preocupada por quién hace la moda, cómo y con qué materiales: “Para proponer alternativas desde los tejidos a la producción. Aprendimos mucho, los diseñadores necesitamos información sobre cómo tener un efecto más positivo”.
Llevarlo a la práctica es su actual desafío: “Tras estar alejada de la moda intentando comprender nuestros retos como humanidad, vuelvo deseando crear proyectos con historias positivas detrás”, dice. Como sus colaboraciones con artesanos de distintas comunidades, con un taller de reinserción social de mujeres en situación de riesgo, con Ecoalf, con compañías de papel reciclado o materiales de algas, o través de la creación de una escuela taller de alta moda en España: “Pasos de aprendiz”, afirma. “Hay tantísimo por hacer, esta industria crea tanto impacto negativo que hacen falta acciones mayores. Pero somos muchos los que intentamos reinventar nuestra profesión en distintos sectores y ser coherentes con el momento actual”.
Una de sus iniciativas más recientes está en Mongolia. “ Es un país que me ha marcado, empezó como un pequeño proyecto de producción sostenible local de cachemir de pastores nómadas y ahora produzco parte de mi colección allí. Además puede evolucionar a una iniciativa de forestación y construcción de viviendas ecológicas”.
También en Japón su negocio se amplia a proyectos de alimentación y belleza con una bonita trazabilidad. “Me interesa mucho la salud, somos parte de la naturaleza y también debemos aprender a protegernos. Anita Roddick decía que serían las empresas las que podría cambiar el mundo, más que la religión o la política. Estoy de acuerdo”, explica. En este viaje hacia la creación sostenible, considera necesarios los inversores que generan valor más allá de retornos económicos inmediatos: “Cada vez hay más grupos y ejecutivos que buscan compañías con valores y productos honestos de impacto positivo. En EE.UU abundan, y también los consumidores conscientes”. Por ello, el mayor aprendizaje de los últimos dos años dice que ha sido entender “cómo funciona el mundo financiero y los fondos de inversión”. Además está en conversaciones con distintos grupos para expandirse: “Necesito un compañero de viaje, ni quiero ni puedo hacer este camino sola”.
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