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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Anita Roddick, fundadora de Body Shop

Abanderada de los productos naturales

Visionaria en los negocios, pionera de la cosmética natural, promotora del comercio justo, activista en derechos humanos, defensora del medio ambiente. Resuelta, independiente, energética, hogareña. Estos y otros atributos acompañan invariablemente el nombre de Anita Roddick, la más famosa y entre las más ricas empresarias de Reino Unido. Fundadora de la franquicia mundial Body Shop, casada y madre de dos hijas, falleció el pasado día 10 de un masivo derrame cerebral. Su prematuro desenlace, a los 64 años, fue sentido ayer por políticos, empresarios, financieros y la mayoría de la población británica.

Roddick vendió su imperio de la cosmética verde en 2006, embolsándose, junto con su marido, Gordon Roddick, cerca de 190 millones de euros. Llovieron sobre su cabeza un sinfín de críticas por ceder el control de Body Shop al enemigo, la firma L'Oréal, representante de las empresas de la cosmética que ella solía desacreditar por comerciar "milagros que hacen desaparecer las arrugas". Se defendió con su habitual desparpajo y, desde entonces, se dedicó a invertir sus ganancias en causas benéficas a título personal o a través de la fundación que lleva su nombre.

Son muchas las causas que defendió Anita Roddick. Derechos humanos y justicia social en los negocios resumen probablemente su principal campo de activismo político social. También hizo campaña en contra de la violencia doméstica y, recientemente, se movilizó para airear el extendido problema de la hepatitis C, el llamado asesino silencioso. Le detectaron el virus en 2004, pero se había infectado décadas antes, con una transfusión de sangre contaminada que le inyectaron durante el parto de su hija Samantha, en 1971. "Vivo con una más aguda percepción de mi mortalidad, lo cual refuerza mi determinación por hacer cosas", dijo entonces.

De familia italiana, quiso estudiar interpretación, pero se decidió finalmente por magisterio, llegando a dar clases de historia y literatura inglesa en el mismo colegio donde cursó la secundaria. Su espíritu aventurero le llevó, en los años sesenta, a recorrer medio mundo y a descubrir la magia de productos naturales, que después emplearía con éxito en su negocio.

Con un préstamo de 4.000 libras (unos 5.800 euros al cambio actual), montó su primera tienda Body Shop en Brighton en 1976. Fue un éxito y el principio de una revolución. La joven empresaria ofrecía productos naturales en envases reciclables cuando aún no se hablaba de la amenaza del cambio climático y pocos discutían la necesidad de ensayar los cosméticos en animales con prioridad a su uso humano. Estas pioneras normas de la casa se extenderían después a acuerdos comerciales con comunidades del Tercer Mundo y a una ética social en sus negocios.

La expansión internacional de Body Shop, a través de concesiones de franquicias, la diseñó su marido. Se habían casado en 1970 y, un año después, Gordon Roddick cumplía su gran sueño de recorrer a caballo el continente americano. Anita se quedó en casa al cuidado de sus dos hijas y de sus primeras tiendas. Para 2006, cuando ambos relegaron el control, Body Shop contaba con 2.045 franquicias, 77 millones de clientes y una presencia en 51 mercados. Pero hacerse rica, y morir dejando a su familia una gran herencia, nunca fue el móvil de su fundadora. Prefería gastar el dinero en organizaciones como Amnistía Internacional, Amigos de la Tierra y otras fundaciones sociales. Sin otras aficiones que "el trabajo, el activismo y la familia", Anita recibió muchas condecoraciones, entre ellas una de las más prestigiosas de Reino Unido como dama del Imperio británico.

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