La primera jornada de la Semana de la Moda de Madrid conjura un futuro esperanzador
La capital se estrena con propuestas que dan por concluida la pandemia y anticipan la llegada de una ola de optimismo
Si se confía en la capacidad de predicción de la moda, o al menos en la capacidad de predicción de los creativos españoles, el futuro que aguarda a la vuelta del verano será brillante y suntuoso, pero también más sensato. “La población mundial celebrará salir de este momento tan negro. La gente está deseando volver a arreglarse”, opina Nuria Sardá, directora creativa de Andrés Sardá; cuya colección de lencería ha estrenado la jornada con transparencias, lentejuelas y baile. Entre pronósticos o pretensiones Madrid ha abierto su semana de la moda, la segunda que celebra en pandemia, posicionándose a favor de la pasarela en formato físico como antídoto para olvidar el último año. Toma de temperatura a la entrada, control de aforo, reparto de mascarillas y cientos de letreros que recuerdan el metro y medio de separación. Aunque la megafonía repite las medidas, la distancia de seguridad no resiste a los reencuentros en los minutos previos al inicio de cada desfile.
El formato de exhibir las colecciones sobre una pasarela estaba ya en entredicho desde hace tiempo así que, anticipando el final de la crisis sanitaria, las distintas firmas han propuesto diferentes salidas. “Hay que recuperar la esencia de los desfiles de finales de los noventa en los que había un concepto muy claro”, reivindica Sergio de Lázaro, de Otrura, “parece mentira que esto no se dé en la era de la información”. El suyo ha sido una oda al taller que confecciona sus colecciones y da trabajo a 25 personas en un pueblo de Ciudad Real, en eso que llaman la España vaciada. “El objetivo es transmitir un mensaje y hacer que el público viva una experiencia”. El sonido de las tijeras, las planchas o las máquinas de coser han marcado el ritmo mientras se sucedían pases que revelaban hombreras o costuras, detalles de sastrería que generalmente quedan ocultos. Su visión de la industria es una ruta que cada vez recorren más firmas de lujo: una moda reposada y cargada de contenido. “El lujo se había entregado a la velocidad, creyeron que eso era lo que quería el cliente. Pero el cliente lo que pide es que le cuenten cosas. Hay una demanda de historias, pero no necesariamente de más productos”, afirma.
Con ese objetivo en mente, en Andrés Sardá han escogido otro camino y han apostado por el empuje de las series para conectar con el consumidor. La marca, que siempre ha entendido el desfile como espectáculo, ha combinado una coreografía en directo con un vídeo dirigido por Eugenio Recuenco y protagonizado por dos de los actores de la exitosa ficción de Netflix Sky Rojo, Lali Espósito y Enric Auquer. Para no dar lugar a ambigüedades, la pasarela ha estado presidida por un sofá de escay granate sobre el que se han colocado modelos y bailarinas. “Ha sido muy importante proponer prendas que sean muy agradables al tacto y al cuerpo”, explica Sardá, “fáciles de llevar, pero muy especiales, muy alejadas del espíritu del chándal, pero sin perder de vista la comodidad”.
Una comodidad que, sin renunciar a la exuberancia, ha sobrevolado la jornada. La casa de costura sevillana Fernando Claro se ha declinado en forma de volúmenes o neopreno elástico en tonos flúor. “Creamos prendas para ocasiones especiales, así que la única manera de introducir esa funcionalidad era a través de tejidos flexibles o vestidos amplios”, cuenta Beatriz Claro, hija y mano derecha del creador. El último año les ha servido para volcar toda su energía en la venta online y abrirse a un mercado de prêt-à-porter (piezas listas para llevar) y complementos que también han hecho acto de presencia en la pasarela. Ese vuelco a lo digital explica hasta su presencia en la cita: “La pasada edición hicimos un fashion film espectacular que no se lució entre nuestro público. Este año emitimos el desfile en nuestra página web”, una alternativa que engancha mejor con sus clientas.
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