Los hermanos Caballero, cómo convertir historias de patio de vecinos en éxito televisivo
Comenzaron con su tío José Luis Moreno, con el que han roto su relación personal y profesional. A ellos se debe el triunfo de ‘La que se avecina’ y ‘Aquí no hay quien viva’
Si mezclar familia, amigos y negocios es sinónimo de fracaso en la sabiduría popular, Alberto y Laura Caballero (Madrid, 46 y 43 años, respectivamente) decidieron hace casi dos décadas llevar la contraria al pueblo. Estos hermanos, que además viven en la misma calle, son los creadores, productores, guionistas y directores de La que se avecina (Mediaset), la que está considerada como una de las comedias más exitosas del panorama nacional, que en abril cumple 14 años y 12 temporadas en antena. Pero antes de que la comunidad de vecinos de Mirador de Montepinar conquistase a la audiencia fueron los habitantes de Desengaño, 21 quienes engancharon al público en 2003, con la llegada de Aquí no hay quien viva (Antena 3) cuando las ficciones lograban números de audiencias hoy impensables. “Profesionalmente hemos crecido muchísimo, pero personalmente seguimos siendo igual de niñatos o inmaduros”, bromean casi al unísono Alberto y Laura.
Ellos son responsables de estos fenómenos televisivos. También de haber mantenido la esencia de las series españolas en su formato más convencional, emitidas en prime time, en una cadena abierta, sin plataformas, con sus largos anuncios y horarios interminables. Pero si a los seguidores de La que se avecina no les bastaba con ver los capítulos de estreno en Telecinco o rememorar tramas más antiguas a lo largo de las seis horas diarias que se emite en FDF, los hermanos Caballero también se han adaptado a los nuevos métodos y la serie ya está a la carta en Amazon Prime.
Su incursión en este mundillo no es casual. Han crecido rodeados de toda esta parafernalia y bromean con que deben su creación a la televisión pública. No les falta razón. Su padre fue director de programas musicales de TVE, donde su madre empezó trabajando en programas infantiles para después dedicarse a labores más administrativas. Además, han tenido un padrino de excepción: José Luis Moreno. El empresario, ventrílocuo, productor y director es también tío carnal de Alberto y Laura. Empezaron de su mano después de terminar su formación audiovisual en el Instituto de Radiotelevisión Española, Alberto escribiendo guiones y Laura como azafata de algunos de los más famosos programas de variedades de Moreno. Los tres se embarcaron en la producción y dirección de Aquí no hay quien viva primero, y los primeros años de La que se avecina, después. Sin embargo, hace una década que los hermanos Caballero sustituyeron a su tío al frente de la ficción de Telecinco y han logrado trasladar el éxito televisivo de la serie a las cuentas de su compañía.
“Queríamos crear la empresa en la que nos hubiera gustado trabajar cuando empezamos. Tanto a nivel de condiciones, de respeto y de espíritu. Y queríamos ganar en calidad de vida y en tranquilidad”, asegura tajante Alberto sobre Contubernio SL, la productora que administra con su hermana desde 2011. Una decisión que tomaron después de varios problemas de índole económica y financiera que tuvieron con su tío. “Era un contrasentido muy bestia estar haciendo un éxito tan grande y que hubiera impagos”, insiste sobre la mala gestión de Moreno. Algo que no es nuevo: el empresario tiene fama en la industria de no ser buen pagador y de no respetar siempre los derechos de sus trabajadores, algo por lo que llegó a ser condenado en 2013.
Complicaciones laborales como las jornadas interminables que los hermanos Caballero corroboran que se daban. “Ya no tengo ataques de ansiedad al llegar a casa”, celebra Laura respecto a años pasados. “Al principio fue muy guay por todo lo que ocurrió y el éxito que se generó, pero a su vez fue una época muy heavy. Ahora disfruto cada jornada, cada grabación…”, continúa. Situaciones que algunos actores de sus ficciones ya habían destapado tiempo atrás. Fue el caso de Loles León, cuya abrupta salida de Aquí no hay quien viva con su personaje cayendo por la ventana cuando nadie lo esperaba destapó la polémica sobre un despido repentino. Ella lo contó meses después desvelando la incompatibilidad de la serie con la vida real y la falta de un acuerdo económico. También Edu García, que trabajó cuando apenas era un adolescente, criticó en un rap las jornadas de 24 horas que realizaba siendo menor de edad sin agradecimientos ni horas extras remuneradas.
La ruptura definitiva con su tío sucedió el verano pasado, al no llegar a un acuerdo para renovar el uso del espacio donde están los decorados, propiedad de Moreno, lo que provocó la destrucción de todo el plató para buscar otras localizaciones de cara a una nueva temporada ya confirmada. Fue la escenificación más directa de un distanciamiento laboral, pero el personal había llegado mucho antes. “Hace años que no tenemos relación de ningún tipo con él, personal y familiar tampoco”, admiten con franqueza.
Un capítulo que no ha alterado el sueño de los hermanos Caballero, que han sido capaces de crear su segunda familia entre bambalinas. Él escribiendo y ella dirigiendo. A su lado continúa prácticamente el elenco formado por los 20 actores con los que comenzaron, y por su casa han ido y vuelto —como la propia Loles León— otros tantos. “Que después de tanto tiempo sigamos todos juntos, o la gran mayoría, es el mejor ejemplo de lo que hemos creado”, reconoce Laura. “Había actores que venían consagrados y otros que han conseguido la popularidad con nosotros, ha sido un beneficio mutuo. Hay mucho talento oculto en España y lo que más nos estimula es encontrarlo”, dice Alberto en referencia a Fernando Tejero (Fermín Trujillo), Nathalie Seseña (Berta Escobar), Eva Isanta (Maite Figueroa), Nacho Guerreros (Coque) y Víctor Palmero (Alba Recio), entre otros muchos.
Quienes han trabajado con ellos confirman ese buen ambiente, tanto que Alberto ha sido capaz de juntar en la misma ficción a varias de sus parejas. Salió con María Adánez, también con Vanesa Romero y desde 2013 mantiene una relación con Miren Ibarguren. Las tres han formado parte del reparto y se las ha visto juntas en escena. “Nunca he entendido ese corte vital que se tiene que producir de manera obligada cuando se rompe una pareja. Si con esa persona puedes tener otro tipo de relación, laboral o de amistad, pues adelante. Si evitas eso es cuando se pervierte el sentido natural de las cosas”, sentencia Alberto. Un discurso que comparte con su hermana, que también trabajó con quien después se convirtió en su marido. Sergio Mitjans fue guionista durante varias temporadas de La que se avecina. Se casaron en 2013 y se divorciaron dos años después. Ahora tiene otra pareja, con quien hace un año se convirtió en madre de su pequeña Nora. “Si hay gente que ha sido bonita en mi vida quiero que siga en ella”, asiente.
Para relajar esas incesantes mentes pensantes que definen a los hermanos Caballero, Alberto se desfoga con las motos, una de sus grandes pasiones; y Laura se centra en su hija, con quien la pandemia le ha permitido disfrutar plenamente de su primer año de vida. A falta de poder viajar, ninguno perdona los encuentros familiares, donde a veces surgen nuevos guiones: “La reunión de los sábados es sagrada”.
Enfocados ahora en encontrar esa nueva localización para la decimotercera temporada de la ficción de los vecinos de Montepinar, los creadores han recibido varias ofertas para rodar en edificios del centro de la capital. Tampoco descartan la posibilidad de rescatar la esencia de Desengaño, 21, donde transcurría la vida de los personajes de Aquí no hay quien viva. Se plantean incluso la adquisición de un edificio que tras el final de la serie, que todavía no ven cerca, se pondría a la venta. “Poder decir que vives en casa de Antonio Recio puede ser divertido”, ríen.
No es el único proyecto que tienen entre manos. En mayo ruedan la tercera temporada de El pueblo y ya han anunciado su nueva serie para Mediaset: Esclavas del señor, otra disparatada comedia centrada en un convento de monjas de clausura que se convertirán en vientres de alquiler para sufragar la reforma del convento. Además, tienen otras dos propuestas en el cajón que pronto podrán ver la luz. Nuevas ideas para preservar su legado: hacer reír juntos.
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