Torres más altas han caído
Los políticos me parecen malas imitaciones de Antonio David y Jorge Javier. Carecen de esa habilidad graciosa para enredar y desenredar
Hace días que recibo mensajes encendidos acerca de la pelea entre Antonio David Flores y Jorge Javier Vázquez. Cuando ves sus nombres escritos, te divierte que sean compuestos y se enreden. Pero no tienen más nada en común, salvo que trabajan en televisión, en un programa especialista en crear y exagerar enfrentamientos siempre muy personales. Vázquez es un premiado presentador de televisión, muy reconocido por su agudeza y capacidad de síntesis, mientras que Flores ha tenido una importante presencia en la prensa del corazón tras su matrimonio y posterior divorcio con Rocío Carrasco, heredera de La más grande, su madre, Rocío Jurado.
Durante el tiempo que Antonio David y Jorge Javier mantuvieron una saneada relación, Antonio David gozó de espacio para explotar y ventilar sus diferencias con su exesposa y consiguió conducir la popularidad de su hija, Rocío Flores, perfilando un retrato negativo de su madre. Rocío Carrasco jamás ha respondido a esas opiniones mientras que ese retrato poco favorecedor era dibujado día tras día en Sálvame. Pero, Antonio David, quizás celebrando su propio éxito, cometió un desliz, deslizando que el torero Canales Rivera habría sido infiel con una mujer fuera de su matrimonio. La información, no contrastada, fue desmentida por el torero y colocó a Flores frente al precipicio. Jorge Javier señaló a continuación: “Tiene el síndrome del impostor y es un manipulador de cinco jotas”, en unas declaraciones en Lecturas. Y Antonio David responde desde Diez Minutos que “el síndrome del impostor de Jorge Javier puede ser estar demasiado arriba y pensar que no va caer nunca.” Un torneo, una pelea de gallos, un cruce de acusaciones que entusiasma a los seguidores del programa. Y en el fondo es un truco más de la televisión vespertina para alimentarse con nuevos y sorprendentes giros y piruetas. Da igual tanto que se den la mano como que escenifiquen un gran desplante, genera interés y cautiva a la audiencia.
Admito que disfruto esa compleja y perenne excitación que proponen. Vázquez, que está en una edad más reflexiva, defiende que no tiene miedo a perder popularidad, porque en el 2020 descubrió que preocuparse por el mañana causa demasiado estrés. Tuvo esta visión mientras se sometía a una depilación láser integral. El láser es luz pulsada. Y él sabe cuáles teclas pulsar para mantener su programa en la cresta de la ola. Ante la pregunta de si es más de Antonio David o de Rocío Carrasco, no duda en responder: “De Rocío Carrasco”. Ese manipular con desparpajo siempre nos encanta.
Pese a que el 2020 nos ha hecho cambiar muchas cosas de nuestra personalidad, esa pasión por el conflicto pareciera ser residual pero resistente y que una vez alcanzada la inmunidad, volveremos a disfrutar de una gresca casi tanto como del marisco navideño. Es como si pensáramos que una vida sin rivalidades y escaramuzas resulta más aburrida. Me apena porque durante el confinamiento me enamoré más, gané silencio y paz conmigo mismo. ¡No quiero olvidar nada de eso! Incluso la inoportuna crispación política, tampoco quiero olvidarla. Porque los políticos me parecieron malas imitaciones de Antonio David y Jorge Javier. Carecían de esa habilidad graciosa para enredar, retorcer y desenredar y volver a torcer que diferencia a los mediáticos de los que aspiran a serlo.
También hay que reconocerle a Alberto de Mónaco su protagonismo en uno de los mejores goles del peor año de nuestra vida. Retratarse acompañado de su familia, vestido de rojo con unos inconfundibles Crocs escarlata. Aunque pueda resultar simplista, participo en un chat que divide al mundo entre personas idiotas que llevan esos zuecos y los que no. Alberto parecía burlarse de los primeros y ese guiño me dio alegría. No hay que tomarse nada en serio. Torres más altas han caído. Y como dice Jorge Javier, preocuparse por el mañana ya no está de moda. La estabilidad de los Crocs, sí.
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