La ruptura del clan de Rocío Jurado convertido en culebrón televisivo
La familia de la cantante de Chipiona parecía una piña hasta que su muerte, el reparto de su herencia y un oscuro incidente entre su hija y su nieta hizo saltar unas relaciones que vuelven a la actualidad a través de los ‘realities’
La cantante Rocío Jurado presumía de dos cosas: de su arte y de su familia. En uno y otro terreno no hay nada que se pueda afirmar que es para siempre. Como cantante pocos la cuestionaron en su estilo. En el terreno personal hubo de todo: la imagen provocativa de sus primeros tiempos, cuando su melena y su poderío se mezclaban con escotes de vértigo con los que pocas mujeres se atrevían en la pacata España de los años setenta; un matrimonio con el boxeador Pedro Carrasco que acabó en divorcio en 1989 y una segunda boda con el torero José Ortega Cano en 1995 después de haber conseguido la nulidad de su primer matrimonio para cumplir con sus férreas creencias religiosas y con su querida Virgen de Regla. Porque una cosa es ser moderna y otra muy distinta ponerse a dudar o a rebelarse en cuestiones de fe.
De su matrimonio con Pedro Carrasco nació su única hija, Rocío (42 años), y de su unión con Ortega Cano llegaron otros dos, José Fernando y Gloria Camila, a quienes la pareja adoptó en 1999 cuando tenían seis y tres años respectivamente. No se sabe si la nueva relación de su madre y el aumento de la familia trastocó el trono de la que había sido la reina de la casa durante 22 años, pero sí es público que Rocío Carrasco hizo y deshizo durante esos años a su antojo y algunos familiares cercanos han llegado a calificar su comportamiento de “niña malcriada”.
Cuando llegaron sus dos hermanos Rocío Carrasco ya se había casado un año antes, con 19 años, con Antonio David Flores –un joven auxiliar de guardia civil que una vez entró a formar parte de la famosa familia duró poco en la benemérita– y era madre de dos niños, Rocío, que actualmente tiene 23 años, y David, de 21. El núcleo familiar de la cantante era aún más amplio, ya que sus hermanos Amador y Gloria, sus cuñados, Rosa Benito y José Antonio Rodríguez, y sus siete sobrinos, formaban parte de un clan que compartía relaciones familiares y en el caso de sus hermanos y cuñados, trabajo, porque todos ellos como representante, asistente personal, o encargado de temas financieros o de las fincas que poseía en su tierra natal, tenían algo que ver con la coplera.
Si entre ellos existían diferencias no se supo hasta que el fallecimiento de Rocío Jurado en 2006 abrió la caja de pandora de los desencuentros, que hasta aquel momento se habían limitado a Antonio David Flores, que se separó de la primogénita de la cantante en 2000. La expareja desde entonces vivió un enfrentamiento público que ocupó las portadas de las revistas y los programas de televisión dedicados a los temas del corazón. Sus batallas legales han seguido siendo noticia durante estos casi 20 años, pero parecía que sus rencillas habían pasado a un segundo plano últimamente. Incluso así, semienterrado, también había quedado el enfrentamiento entre Rocío Carrasco y sus propios hijos, Rocío y David, que desde hace años viven con su padre y no mantienen ninguna relación con su madre. Pero el regreso a televisión de Antonio David Flores como concursante de la última temporada de Gran Hermano Vip, el debut de su hija en el medio para defender a su padre y su actual participación en Supervivientes se ha unido al estreno de un musical sobre Rocío Jurado impulsado por su hija Rocío y su actual marido, Fidel Albiac, para crear la tormenta perfecta y volver a sacar a la superficie todos los enfrentamientos soterrados de la familia.
El último en hablar ha sido Amador Mohedano, el hermano que acompañó siempre a Rocío Jurado y que fue su representante. Lo ha hecho también en televisión en otro programa de Telecinco, la cadena que se ha convertido en portavoz de los desencuentros familiares. De la larga entrevista que mantuvo con Jorge Javier Vázquez y el resto de colaboradores del programa se sabe que los buenos y malos de esta familia han mutado en los últimos años. Rocío Carrasco, la única hija biológica de la artista no se habla con ningún miembro de su familia. Ninguno de ellos sabe porqué, pero sí que los problemas comenzaron a partir de la muerte de Rocio Jurado y de la lectura de su testamento. La familia se ha reconciliado con el que antes era el villano de la historia: Antonio David Flores, y todos reconocen que se ha portado como un padre magnífico y que no llegan a comprender la actitud de Rocío Carrasco respecto a sus hijos, por muy graves que hayan sido los enfrentamientos con ellos.
Pero aún queda un tercer eslabón en este embrollo digno de telenovela: el segundo marido de la Jurado y los dos hijos que adoptaron juntos. Ninguno de ellos mantiene tampoco ninguna relación con la hija biológica de la cantante y hasta tal punto llega el enfrentamiento que se ha sabido que un proyecto de biopic que iba a dirigir Gracia Querejeta hace un tiempo se quedó en agua de borrajas porque Rocío Carrasco quería que se acabara justo cuando apareció en su vida José Ortega Cano.
Tal y como van las cosas quedan muchas horas de televisión para esta familia rota. Un espectáculo que muta según quién hable pero que habría dejado muda a la mismísima Rocío Jurado.
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