Contacto estrecho
Maradona divino y terrenal guarda parecido con Isabel Pantoja con sus tramas y trajes escondidos en Cantora
Para mí, Maradona forma parte del mismo equipo que integra a Trump, Boris Johnson, Nicolás Maduro y a esos líderes políticos de extrema derecha o izquierda que regatean en nuestra actualidad. Porque Maradona aprovechó sus inmensamente populares éxitos deportivos para construir un ser humano hecho de resentimiento, extravagancia y esas dolencias que han convertido el discurso populista, demagógico, en una realidad que llena estadios.
Y, en cierto sentido, ese Maradona divino y terrenal guarda parecido con Isabel Pantoja con sus tramas y trajes escondidos en Cantora a la par que una discografía atiborrada de éxitos. Pueden parecerse porque su leyenda se crece y alimenta con los mismos mimbres: emociones a flor de piel, talento y argumentos alejados de la lógica, que engordan idearios y estéticas poco necesitados de razones. Maradona murió a los 60 años, su corazón, sus arterias no podían resistir más. Nosotros tampoco. Ahora nace la deidad. Muy bien, genial, más ídolos. Solo recordemos que falleció en la misma semana que Donald Trump se veía obligado a reconocer, sin decirlo, su derrota. Y el nacimiento de su mito.
Mientras, en España, nos enteramos de que la infanta Elena ha viajado a Abu Dabi para visitar a su mítico padre en su exilio dorado. Aunque es un terreno arenoso, en TVE intentamos analizar si convenía este viaje y si la casa real supo cómo manejarlo. Parece que también allí les cogió por sorpresa la mágica, pero bien orientada, movilidad de Elena. Antes de que apareciera la foto de la Infanta deambulando por el aeropuerto de Doha, supimos que el Rey, su hermano, habría recibido la visita de la covid-19 debido a un “contacto estrecho” con una persona infectada. Afloró la tradicional opacidad de la casa real con respecto a sus noticias familiares. ¿Qué es un contacto estrecho? Mi papá, que tiene 89 años, me dijo que el entendía, a su provecta edad, que se trataba o de un choque de manos o “aliento en la nuca”. No quise indagar más porque es mi padre, pero me quedé pensando en lo que puede ser un contacto estrecho real. ¿Una persona de servicio? ¿Una mujer o un hombre? ¿Un militar de la Fuerza Aérea? ¿Alguien de dentro o una visita poco cuidadosa?
Me desestabilizan todas estas incertidumbres, sinceramente pienso que no es lo que necesitamos en estos momentos. Por favor, que alguien haga algo y nos diga qué es lo que se entiende por contacto estrecho en La Zarzuela. Un estornudo. Un aerosol flotando. Una visita de Pablo Iglesias al presidente Sánchez. El contacto de los jerséis de Norma Duval con las curvas de su piel. Por cierto, ella misma, ídola renacida, explicó que la máscara de unicornio con la que participó en Mask Singer podría haberle producido una alergia y por un momento casi hubo otro incendio que volvía a dividirnos. Pero no, Norma no hace trampas y el debate quedó zanjado cuando la diva aseguró que ella no ha tenido contacto estrecho reciente con la cirugía plástica.
Un contacto estrecho puede ser cualquier cosa riesgosa. Por eso sentí alivio cuando vi que en MasterChef, Celia Villalobos se quedaba a las puertas de la semifinal porque no sabía hacer un hakao chino. ¿Desconocéis lo que es un hakao? Es casi un ravioli. Sí, la comida china esta viviendo un revival que ni todo el lío de Cantora puede eclipsar y confirma que ya vivimos en el siglo asiático. Pues eso, cuando vi que Celia se quedaba fuera del concurso al no saber cómo transformar la empanadilla en una artesanía china, respiré tranquilo. Ese es el tipo de contacto estrecho que interesa. El de la mano con la masa. El de la pasta fresca. Con el que, si te dejan, haces una obra de arte que pliegue a pliegue convierte cualquier problema en un bello y diminuto abanico comestible.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.