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El rey de Tailandia se deja ver en un Bangkok tomado por las protestas contra su figura

Vajiralongkorn regresa al país para honrar a su abuelo antes de volver al hotel alemán en el que reside con su corte y su concubina

El rey Maha Vajiralongkorn y la reina Suthida, en los festejos del 24 de septiembre de 2020 en Bangkok (Tailandia).
El rey Maha Vajiralongkorn y la reina Suthida, en los festejos del 24 de septiembre de 2020 en Bangkok (Tailandia).STRINGER (Reuters)

Desde el comienzo de la pandemia, Vajiralongkorn de Tailandia ha realizado varios viajes al país que reina, aunque nunca ha llegado a quedarse lo suficiente como para pasar la noche allí. En todas las ocasiones ha regresado lo antes posible al hotel alemán que ocupa por entero junto a su séquito. La última de estas apresuradas visitas tuvo lugar ayer, cuando acudió a celebrar el día del príncipe Mahidol. Al aterrizar se encontró un Bangkok tomado por unas crecientes protestas cada vez más centradas en su figura.

Vajiralongkorn acudió acompañado de la reina Suthida. Se desconoce si la comitiva incluía también a la concubina real Sineenat, quien recuperó este título a principios de este mes tras pasar un año en la cárcel, repudiada por el monarca. La pareja depositó una corona de flores a los pies de la estatua de Mahidol Adulyadej, considerado el padre de la medicina moderna en el país. Aunque Mahidol nunca llegó a ostentar la jefatura del Estado, la dinastía real lleva su nombre. Sus descendientes han ocupado el trono en una concatenación de Ramas que desemboca en su nieto, Rama X, nombre oficial del actual rey.

El primero en alcanzar tal honor fue su primogénito, Ananda Mahidol, quien tenía 9 años y vivía en Suiza cuando en 1935 fue coronado como Rama VIII tras la abdicación de Prajadhipok, Rama VII. En 1945 regresó al país, pero apenas seis meses después fue asesinado en su lecho. El joven fue sucedido por su hermano menor, Bhumibol o Rama IX, quien falleció en 2016 tras liderar Tailandia durante casi 64 años. Bhumibol contaba con la veneración de la gran mayoría de la población, lo que agudiza las diferencias con su hijo y heredero, Vajiralongkorn.

Mientras el monarca participaba de la celebración, continuaban en la capital las manifestaciones. En la última semana hasta tres convocatorias han reunido a decenas de miles de personas, pidiendo una reforma del sistema político del país, en particular en lo tocante a la Casa Real. La monarquía, pilar de la arquitectura institucional, está protegida por una ley de lesa majestad que castiga con cuantiosas multas y hasta 35 años de cárcel todo comentario negativo.

Aún así, la etiqueta #RepublicofThailand —República de Tailandia— se ha convertido en uno de los temas más comentados en las redes sociales, aunque los manifestantes se han apresurado a asegurar que su propósito no es acabar con la monarquía, sino modernizarla. Para regatear los límites a la libertad de expresión, en las últimas movilizaciones algunos participantes han optado por portar ajustados tops femeninos como los que gusta vestir el monarca, haciéndole destinatario de sus protestas.

Después de entregar las credenciales diplomáticas a 18 nuevos embajadores, quienes hubieron de recibirlas arrodillados a los pies del rey, un gesto que ninguno de sus predecesores había exigido, Vajiralongkorn puso rumbo de vuelta a Alemania, donde ha tomado tierra esta mañana.

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