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La paradoja y el estilo
Columna
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‘Modus operandi’

Melania Trump, la primera dama más insípida de la historia, aprovechó la convención republicana para hablar y no decir nada

Melania Trump, antes de su discurso de apoyo a Donald Trump en la Convención Nacional Republicana en la Casa Blanca el pasado 25 de agosto.
Melania Trump, antes de su discurso de apoyo a Donald Trump en la Convención Nacional Republicana en la Casa Blanca el pasado 25 de agosto.Evan Vucci (AP)
Boris Izaguirre

Esta semana la expresión de moda, aparte de vuelta al cole, ha sido burofax. Messi comunicó su despedida del Barça mediante un burofax. Como a los milenials todo esto les suena a nuevo, el término se convirtió ipso facto en lo segundo más buscado en Google después de Messi. Yo algo sé de burofaxes porque es la típica amenaza que emplean los representantes de artistas cuando se ponen farrucos. Que Messi haya enviado uno para decir adiós a su club no me sorprende tanto. Además, no es un regate suyo, sino de su representante, que es su padre.

Todo queda en casa. Retrocedamos a la semana pasada, que también tuvo su frase de moda. Aderezada por ese tono mágico y tecnócrata que usa Corinna Larsen al pronunciar las palabras modus operandi. En la entrevista que concedió a BBC Four, con mullido acento centroeuropeo y voz grave de John Wayne femenino, la examante (ya se puede decir así) del rey emérito, explicó que la familia de su examante “lleva 40 años ejerciendo un modus operandi como empresa familiar que ahora pone el foco en una sola persona que soy yo”. Esa es la inquietante frase, lo perturbador es la manera de pronunciar modus operandi. Corinna no lo susurra en su forma latina, que creíamos universal, sino a la manera de Wall Street que lo transforma en modus operandai.

Para muchos, esto ha sido un antes y después. Yo conocí un bar en mi Caracas natal que se llamaba Modus Operandi. Era de ambiente hetero y fue el primero en instalar luces estroboscópicas que avivaban la fluorescencia de maquillajes y vestuarios coloridos. Tuvo más éxito cuando el público gay le tomó el gusto a lo del flúor e instalaron espejos en las paredes para que los clientes pudiéramos bailar pendientes de nuestro reflejo. Fue todo un modus operandai, narcisista quizá, pero muy de mi generación. Corinna, que es de mi quinta, la del 65, como la infanta Cristina, mi querido Jesús Vázquez o Linda Evangelista, se ha criado en ese modus vivendi aunque después haya madurado en paraísos financieros que te enseñan latín moderno.

Pero en su voz, firme como la de un vaquero de un western de esos que pasan en televisión, escuchar eso de operandai, ¡ay¡, es casi una delicia en estos días inciertos, con Fernando Simón confirmando cosas tremendas sobre la pandemia, Messi con sus justificadas ganas de irse, Iker y Sara trajinando sus propiedades inmobiliarias y asustándonos con un posible divorcio. Cuando escuchas a Corinna decir operandai, sonríes, te relajas. Carpe diem.

Cada vez que escribo sobre Corinna, prometo no volver a hacerlo. ¿Habéis visto las fotos de su mansión en la campiña inglesa? Un amigo, crítico como solo un decorador puede serlo, intentó descalificarla sentenciando que está decorada como un Bed and breakfast caro. Afeé el comentario: ¿Hemos visto la decoración de Marivent alguna vez? La comparación explicaría in situ por qué el emérito se cansó del modus vivendi en ambientes avinagrados y optó por un estilo Regencia más apropiado para su estatus.

Como yo aspiro también a llevar una vida privilegiada, empezaré a decir operandai sin complejos. Otra que tiene su peculiar modus operandi es Melania Trump, la primera dama más insípida de la historia. Ha modificado el jardín de rosas ideado por Jacqueline Kennedy, eliminando los cerezos y macizos de flores multicolor sustituyéndolos por un prado de yerba más propio de un cuartel que de la Casa Blanca. Lo estrenó, in pectore, en su aparición en la convención republicana, vestida de soldado raso. Recordaba mucho al general MacArthur. Y aprovechó para hablar y no decir nada.

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