Las vidas paralelas de Whitney Houston y su hija: drogas, amores destructivos y muertes tempranas
La cantante fue encontrada en 2012 en una bañera, sola y con un largo historial de adicciones; la historia se repitió con Bobbi Kristina Brown hace ahora cinco años
Amy Winehouse, Janis Joplin, Kurt Cobain... Y así un sinfín de artistas con prometedoras carreras cuyas vidas se vieron truncadas por las adicciones. Lo mismo le sucedió a Whitney Houston, aunque con algo más de edad, 48 años. La cantante falleció el 11 de febrero de 2012, víctima de una “sobredosis de una sustancia narcótica, medicamentos recetados, una mezcla de otros fármacos y alcohol”, según la autopsia. Para Kevin Macdonald, director del documental Whitney, su vida, con sus éxitos y su debacle, se asemejaron más a las de Prince o Michael Jackson. “Las tres grandes estrellas negras de los ochenta, de edad similar, tuvieron vidas paralelas marcadas trágicamente por las adicciones, y estaban aisladas del resto del mundo. [...] Creo que tiene que ver con los problemas raciales, con lo complicado que era en aquella época ser una estrella afroamericana en un Estados Unidos eminentemente blanco. Y por eso desconectaron de la realidad”, contó Macdonald a EL PAÍS hace dos años. Una trágica historia que no acabó solo con Houston, sino también con su hija, Bobbi Kristina Brown, de cuya muerte ahora se cumplen cinco años.
Tras perder a su madre, la hija del cantante Bobby Brown fue la comidilla de los blogs de chismorreo y el papel cuché. La joven había perdido a su progenitora a los 18 años y arrastraba consigo una infancia y una adolescencia marcada por las adicciones y el divorcio de sus padres. Un ambiente tóxico que le impidió centrarse en lo que quería ser: “Bailarina, actriz y cantante. He nacido para entretener”, decía en su perfil de Twitter. Cuando tenía 15 años fue ingresada en un psiquiátrico tras agredir a su madre con una cuchilla de afeitar e intentar suicidarse.
Los titulares que dañaban la imagen de la joven se intensificaron después de morir la gran estrella y vaticinaban un futuro similar al de su madre con los estupefacientes. Su abuela Cissy Houston ya advirtió de que temía las malas compañías que rodeaban a su nieta, especialmente la de Nick Gordon, un joven al cuidado de Whitney Houston que tras su muerte inició una relación sentimental con Brown, algo que no estuvo exento de polémicas. Ella comenzó a llamarle “novio-hermano” y llegaron a manifestar su intención de casarse. Los vaivenes de la pareja fueron recogidos en sus redes sociales y en el reality llamado The Houstons: On Our Own, que mostraba la vida de la familia de Houston tras la muerte de la cantante.
En enero de 2015 la joven fue encontrada inconsciente sumergida en una bañera y tras permanecer cinco meses en un coma inducido falleció el 26 de julio de ese año. Tenía 22 años y una vida que solo destacó por los problemas familiares. Escasamente por su talento. “Finalmente descansa en paz en los brazos de Dios”, escribió su familia en un comunicado, rota por dos tragedias muy seguidas y que señaló como culpable del último incidente a la pareja de Brown. Un año después Nick Gordon fue declarado “legalmente responsable” de la muerte de su novia por haberle suministrado un “cóctel tóxico” de drogas antes de abandonarla en la vivienda que compartían. Al cabo de los años fue arrestado en varias ocasiones por violencia doméstica y el pasado mes de enero falleció por una sobredosis.
La muerte de Krissy, como solía llamar la familia a la joven, se asemejó mucho a la de su madre. Ambas fueron encontradas en una bañera, solas y con un largo historial de abuso de drogas. El caso de Houston tuvo como añadido un problema cardiaco. La artista murió en la habitación del hotel Beverly Hilton de Los Ángeles (California) donde se encontraba para asistir a una fiesta en la víspera de la ceremonia de los premios Grammy. A diferencia de su hija, que no tuvo la misma capacidad vocal ni tiempo para desarrollar una carrera, Houston pasó a la historia como una inmensa cantante. Logró siete números uno consecutivos en la lista de los más vendidos en Estados Unidos y seis Grammy, entre otros reconocimientos.
Su vida no estuvo solo marcada por el éxito, sino también por varios acontecimientos que la dañaron profundamente, como los abusos sexuales realizados por su prima, Dee Dee Warwick, que reveló Macdonald en su documental de 2018. “Probablemente ni siquiera Whitney fue capaz de entenderse a sí misma. Creo que dejó de crecer emocionalmente, no maduró, por culpa de los abusos. Su carácter se quedó... sin completar, y por ello se comportó de adulta como una niña caprichosa”, explicó el director a este diario.
Tampoco ayudó la relación con su madre, Cissy Houston, que la presionó duramente para que alcanzara la fama. Tuvo dudas sobre su orientación sexual, algo que confirmó el año pasado Robyn Crawford, su asistente, su amiga y, durante muchos años, la mujer con la que se la había relacionado. Según cuenta Crawford en el libro A song for you: My life with Whitney Houston, ella y Houston mantuvieron una relación sentimental a principios de los años ochenta.
Pero fue su matrimonio con Bobby Brown lo que convirtió su vida en una auténtica calamidad: drogas, peleas, mentiras... Houston no se quería separar porque repetiría la misma historia que sus padres y quería cumplir con lo que se consideraba normal, pero finalmente lo hizo en 2007. Esos años encadenó una rehabilitación con otra y su aspecto físico ya no sería nunca más el mismo. Sucedió algo similar con su voz. De ello culpó a su exmarido durante una entrevista con Oprah Winfrey: “Algo le pasa a un hombre cuando su mujer alcanza una fama mayor que él”.
En el momento de su muerte, Houston planificaba su enésimo retorno. Acababa de rodar una nueva versión de la película musical Sparkle y le habían ofrecido un puesto como juez en el programa The X Factor. Ella lo intentó, luchó por vivir, pero la voz de canciones como I Will Always Love You y I Wanna Dance with Somebody se apagó. Y con ella, más tarde, la de su hija.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.