La vida anónima de Carlota Casiraghi y Dimitri Rassam un año después de su boda
La hija de Carolina de Mónaco y el cineasta mantienen un perfil muy bajo y casi no se dejan ver en público, en los actos del Principado ni en las alfombras rojas
Carlota Casiraghi ocupa portadas desde que nació hace 33 años. La hija de Carolina de Mónaco y Stefano Casiraghi es protagonista por cualquier cosa que haga. Su popularidad es internacional y uno de los reclamos del Principado. Pero a ella ese papel le incomoda hace tiempo. Incluso en una ocasión, cuando comenzó su relación con el actor Gad Elmaleh, denunció ante los tribunales el acoso de la prensa y pidió una orden de alejamiento; llegó a comparar su situación con la vivida por la fallecida Diana de Gales. Cuando comenzó a salir con su esposo Dimitri Rassam tomó todas las precauciones para blindar su vida y fueron tantas que incluso se llegó a publicar que habían roto. Este 29 de junio se cumple un año de su matrimonio religioso, celebrado en la abadía de Sainte-Marie de Pierredon, situada en Saint-Rémy-de-Provence. Un mes antes la pareja se casaba por lo civil en una ceremonia totalmente privada. Como es habitual en todo lo relacionado con la nieta de Grace Kelly, hubo mucho secretismo en torno a la boda, hasta el punto de que no se supo la fecha hasta que el Palacio de Mónaco hizo públicas dos fotografías oficiales.
En el verano de 2017 se empezó a ver junta a la pareja en varios actos en Mónaco y el año siguiente, en marzo, en el Baile de la Rosa, quedó oficializado su compromiso. Siete meses más tarde nació su hijo Balthazar. Uno y otro aportan hijos de anteriores relaciones al matrimonio: ella a Raphaël, que tuvo con el actor francomarroquí Gad Elmaleh; él a Darya, fruto de su relación con la modelo rusa Masha Novoselova.
A Rassam posar delante de los objetivos le espanta. Cuenta su círculo de amigos que el papel público que iba a asumir si progresaba su relación con Carlota de Mónaco fue una de las cuestiones que puso en peligro la historia de amor que culminó el pasado año con una boda. Y no es que Rassam haya nacido precisamente en una familia anónima. El primer yerno de Carolina de Mónaco nació el 16 de noviembre de 1981 en París y es hijo de la actriz y modelo francesa Carole Bouquet y del productor libanés Jean-Pierre Rassam. Desde muy pequeño conoció la tragedia. Su padre fue encontrado muerto en el Hotel Plaza Athénnée en 1985, a los 43 años, víctima de una sobredosis de barbitúricos. Carole Bouquet tuvo otro hijo, Louis, junto al fotógrafo Francis Giacobetti, pero una de sus relaciones más sonadas fue con Gérard Depardieu. Quizá es la exposición pública de su madre y la tragedia de su padre lo que llevó a Dimitri a su buscado papel de secundario.
Además de perder a su padre cuando solo tenía cuatro años, Rassam vivió el suicidio de su tía, Anne-Marie Rassam, en 1987, a causa de problemas psicológicos y en 2000, el actor Julien Rassam, primo de Dimitri y expareja de Marion Cotillard, se tiró del tercer piso de un hotel, lo que le dejó tetrapléjico. Acabó quitándose la vida en 2002.
Rassam estudió en colegio Jeannine Manuel y en el Instituto de Estudios Políticos de París, pero finalmente se decidió por la Historia, cuyo título obtuvo en la Sorbona, la misma universidad donde Carlota Casiraghi estudió Filosofía. Dimitri dejó la Historia a un lado para dedicarse al cine. Desde 2008 trabaja como productor. Fundó la empresa Capítulo 2 con solo 23 años, que acabó fusionándose para formar ON Entertainment.
Dimitri y Carlota se conocen desde siempre, ya que sus madres siempre han sido grandes amigas, pero se reencontraron cuando su vida sentimental atravesaba sus horas más bajas. Carlota llamó la atención de Dimitri ya que no es una princesa al uso. A la hija de Carolina le gusta la vida tranquila más que a sus hermanos. Su verdadera pasión es la filosofía. La asignatura, que “cambió su vida” y de la que se licenció en la Sorbona, la descubrió en el instituto de la mano del crítico de Libération Robert Maggiori. Con él organiza los Encuentros Filosóficos de Mónaco y se pasea por congresos dando charlas. Fue su último año de bachillerato en el liceo François-Couperin de Fontainebleau el que la introdujo al mundo de la filosofía. Maggiori le transmitió el gusto por la reflexión sobre las ideas y los conceptos. Él mismo asegura que Carlota fue su mejor alumna en sus 40 años de carrera. “Gracias a la filosofía lo veía todo más claro, tenía la sensación de ser más consciente”, señala ella.
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