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Conejo rebozado con doble cocción

Para conseguir que esta carne quede tierna y jugosa por dentro y a la vez dorada y crujiente por fuera, recurrimos a un sencillo truco: la doble cocción.

Tierno y crujiente: la combinación perfecta
Tierno y crujiente: la combinación perfectaCARLOS ROMÁN

Esta receta es, en términos de la jerga de la prensa del corazón, un robado. ¿Por qué? Pues porque se la vi a Jamie Oliver hace años y decidí que era demasiado buena para no copiársela. También, he de admitir, porque durante buena parte de mi vida el conejo era algo que se me hacía muy cuesta arriba. Sin embargo, esta forma de cocinarlo (que es fácil a más no poder) está especialmente pensado para los que, como yo, han visto o siguen viendo la carne de conejo con ojos recelosos.

Como no todo en la vida es copiar, y hay que encontrar la manera de ser originales, te diré que si quieres prescindir de la parte de la fritura puedes marcarlo directamente en una sartén bien caliente -después de embadurnar los trozos de conejo en aceite, claro- para que se forme una costra caramelizada deliciosa por fuera.

¿Qué me gusta de esta receta? En primer lugar, que es una de estas preparaciones en las que solo tienes que estar presente durante un pequeño espacio de tiempo (el de freír), así que puedes volverte multitarea y dejarlo cociendo mientras te dedicas a otras cosas, como tomarte unas aceitunas con vermú. En segundo, que siempre -repito: siempre- queda tierno y jugoso; la clave es que la cocción antes de la fritura sea pausada. En tercero, que admite prácticamente cualquier aromático: a mí me chifla con romero, pero también lo petarás cosa fina con salvia, perejil, estragón o piel de cítricos.

Por último, antes de ir corriendo a tirar el vino blanco en el que has cocido el conejo y las verduras -yo le puse cebolleta y ajos tiernos, pero también se puede hacer con zanahorias, chirivías, puerros o lo que prefieras-, úsalos para resolver un couscous como el que yo he preparado para acompañar este conejo.

Dificultad: Con tener cuidado al freír y no meter los dedos en el aceite hirviendo, todo bien.

Ingredientes

Para 4 personas

  • 1 conejo entero limpio y despiezado
  • 700 ml de vino blanco
  • 3 cebolletas
  • 6 ajos tiernos
  • 3 dientes de ajo
  • 2 ramitas de romero fresco
  • 2 huevos
  • 1 taza de harina de trigo
  • 2 tazas de panko o pan rallado

Instrucciones

1.
En una sartén o una cazuela baja, colocar las piezas de conejo, las ramas de romero, las cebolletas cortadas por la mitad, los dientes de ajo golpeados y los ajos tiernos. Añadir el vino blanco hasta que cubra casi por completo las piezas de carne.
2.
Encender el fuego y dejarlo suave, tapar la sartén y dejar cocer durante una hora y media. El hervor tiene que ser pausado, nunca violento.
3.
Cuando se cumpla el tiempo, comprobar la sartén para ver si la carne se desprende con facilidad del hueso. En ese caso, apagar el fuego y retirar los trozos a un plato con papel absorbente.
4.
Salar los trozos de conejo, pasarlos por harina, huevo batido y panko. Mientras, calentar una sartén con dos dedos de aceite de oliva virgen.
5.
Freírlos en tandas de cuatro piezas como máximo. Para ello, esperar a que el aceite esté bien caliente, agregar las piezas con cuidado de no quemarse y dejarlas unos dos minutos por cada lado o hasta que el empanado haya adquirido un bonito color dorado. (Variante: en lugar de freír el conejo, untarlo bien de aceite de oliva virgen extra por todas partes y hacerlo a la plancha en una sartén caliente).
6.
Retirar las piezas, escurrir el aceite y colocarlas en una rejilla metálica. Comer rápidamente para que no se ablande el empanado.

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