Menú semanal de El Comidista (31 de julio a 6 de agosto)

Este plato se prepara sin apenas cocinar y sirve igual como aperitivo resultón que como primer plato ligero y fresco.

Las hamburguesas de pescado azul son una alternativa sabrosa y sanísima a las convencionales y resultan ultrafáciles de preparar.

El melón es tu amigo durante el verano y se supone que, si huele, pesa y la base cede un poco al apretarla, estará bueno. Pero no es una ciencia exacta.

Estas croquetas son fácilmente transformables en hamburguesitas si es que pasas de freír. Lo que está seguro que es que son deliciosas.

Fresca, cremosa, crujiente y bien aliñada: esta ensalada de legumbres, que se puede convertir en bocata cual Transformer, es una apuesta segura.

Está tirado de preparar, y la única pesadez es la de despepitar las cerezas. Se puede tener tranquilamente todo hecho con antelación, un puntazo.

Perfecta como plato único, se puede llevar en una tartera al trabajo o a un picnic –en este caso, llevando el aliño aparte y añadiéndolo en el último momento–.

Pan con sabor, crujiente y caliente, un relleno rico y jugoso, contraste de texturas... ¿Hay algo en el mundo mejor que los bocatas bien hechos?

Esta fruta 100% veraniega en sus mejores versiones es una explosión de jugo, sabor y dulzura, y además se puede comer perfectamente con piel.

Encurtidos, langostinos bien aprovechados y una falsa salsa rosa –más fresca y ligera– acompañan a las patatas que forman la base de esta ensalada.

El atún bien cocinado es un auténtico manjar y además, acepta otros pescados como el bonito o, por qué no, unos chipirones.

Esta receta pone a las fresas en su sitio, como reinas de una tarta 100% lujuriosa: la base clásica de galletas y mantequilla, y un relleno de escándalo.

En esta sopa juntamos la dulzura del tomate rojo maduro con el toque ácido del verde. Más algunos aderezos para que todo suba.

Una ensalada fresca, vegetariana, ligera y verde como los mismísimos Alpes suizos, la cáscara de una sandía o la rana Gustavo.

La buena ciruela tiene que estar madura, pero firme: ni rebotante cual pelota de ping pong ni blanda como un globo lleno de agua.

Convierte esta hortaliza en una salsa cremosa que hará que hasta los más reacios se la coman con ganas. El limón y el parmesano rematan la jugada.

Es cremoso, dulce sin empapuzar, y dura tranquilamente una semana en la nevera en óptimas condiciones (si has sido capaz de no comértelo antes, claro).

Este tataki le da la vuelta al sistema tradicional –que marca las piezas en el último momento– para potenciar el sabor, especialmente para consumir frío.

A la combinación de sandía, limón y miel, el punto suave de picante le va igual de bien. Es mejor sacarlos del congelador unos minutos antes de comerlos.

La horchata combina especialmente bien con la canela y el ron. Un ligerísimo toque de avellana redondea este combinado poco alcohólico.