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tragos para beber DE DÍA EN VERANO (SIN TOÑARSE DEMASIADO)

El verano pide cócteles largos, frescos y con baja graduación alcohólica, y éstos son los acompañantes perfectos para aperitivos interminables, tardes en la piscina o lecturas a la sombra.

Rojo o blanco, pero fresquísimo
Rojo o blanco, pero fresquísimoREYES ÁLVAREZ DÍAZ

Vale, sí. Que igual lo primero que nos viene a la cabeza cuando hablamos de cócteles son pequeñas bombas de relojería servidas en copas diminutas que nos ponen por las nubes en tiempo récord. Pero admitámoslo, cuando luce el sol ¿a quién le apetece beber tragos que inducen a sudar la gota gorda a plena luz del sol? Éstas son nuestras propuestas para los aperitivos veraniegos o para las tardes de charla junto a una piscina, con un buen libro en una hamaca o entre amigos en una terraza familiar.

Para nuestro primer truco, vas a necesitar vermouths, quininas y amargos. Sí, de los que tienes en casa y de ésos que ahora tienen etiquetas modernas y antes tu abuela compraba en garrafas de plástico. Si no has estado viviendo debajo de una piedra los últimos dos años, sabrás que ahora mismo la variedad que hay de ellos disponibles es muy grande. Así pues, ¿por qué limitarse sólo a la fórmula con aceituna y/o sifón?

Los italianos, que para las cosas del aperitivo son unos jefes, han hecho de la fórmula amargo + vino espumoso + soda un ritual, y en la zona del Véneto y en el Alto Adige es casi religión diaria, aunque con pequeñas variaciones en los ingredientes en cada ciudad. “Spritzen”, en alemán, es algo así como regar o llover (vamos, como lo haría un aspersor) lo que se refiere al componente gaseoso.

El Spritz tiene su origen, sin embargo, algo más al norte, en los países de habla germana donde en verano son habituales las mezclas entre vino y bebidas carbonatadas, una versión centroeuropea del tinto de verano. Pero también toma aires alejados del Mediterráneo mediante la adición de sodas aromatizadas con hierbas o con el añadido de jarabes, que nos dan bebidas perfectas para los días de canícula.

Esta primera receta es la del hermano mayor y modosito del Negroni. Se trata del Americano, un cóctel que nos remite ya desde el nombre a los inicios del turismo, puesto que –al menos según la leyenda- se llamaría así en referencia a los turistas de inicios del siglo XX que pedían una bebida a partes iguales de vermut y Campari, el Milano-Torino– con el añadido novedoso de una bebida que entonces era el no va más: la soda.

Americano

El Americano pide a gritos terraza, lata de conservas, patatas chip y suplementos dominicales.

Dificultad

El mecanismo de un botijo

Ingredientes

Preparación

  1. Mezclar los alcoholes en un vaso bajo con cubitos de hielo. Añadir el golpe de sifón. Decorar con una rodaja de naranja.

Hugo

Como hemos apuntado, la tercera pata de los grandes cócteles veraniegos son las sodas, o lo que es lo mismo, las aguas carbonatadas. Si estas aguas están además aromatizadas, tenemos ya un refresco. Mirando al pasado, es fácil volver a las originales tiendas de refrescos de principios de siglo XX y recordar que en estos bares o quioscos las bebidas se preparaban mezclando jarabes con soda.

Nosotros podemos acudir a los industriales –hoy en día los hay de todos los sabores imaginables– y hacernos una pequeña despensa de sabores como manzana ácida, jengibre, saúco o lima, para combinar simplemente con una medida pequeña de destilado (pongamos unos tres o cuatro centilitros) y sifón o refresco. La combinatoria es casi infinita y nos dará muchas horas de juego.

En esta línea, el Hugo es algo así como el eslabón perdido entre el Mojito y el Spritz y se ha hecho popularísimo en Alemania, Austria y, por lo que nos cuentan, Mallorca. Se trata de un clásico del siglo XXI y se suele situar su origen en 2005, en un bar del Alto Adige, la zona de Italia de habla alemana. Es sencillo entender las razones de su popularidad: es fácil de preparar, fácil de beber y bonito de ver. ¿Quién da más?

Dificultad

Como la de una canción del verano.

Ingredientes

Preparación

  1. Llenar una copa grande de vino con hielo, añadir el jarabe y el prosecco. Remover muy suavemente.
  2. Añadir las horas de menta, un golpe de soda y un par de rodajas finas de lima y servir.

Ilustraciones –chulísimas– de Reyes Álvarez.

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