Doce recetas ligeras para la vuelta a la realidad
Bueeeeeeno, por fin se acabó la Navidad. En estas dos semanas nos hemos comido los millones de corderos y pavos de todos los años y nos hemos bebido el Ebro y el Duero juntos, a la vez que hemos reforzado dicha dieta baja en calorías con varias toneladas de turrón. Pero ha llegado el momento de volver a la realidad tras el pasotón navideño, anegados como siempre en el sentimiento de culpa de todos los sietes de enero.
Antes de que empieces a pensar en las ridículas, insanas e ineficaces dietas detox con los que tantos medios de comunicación, especialmente los llamados "femeninos", nos castigan a partir de hoy, recordemos que no tiene sentido castigarse el cuerpo a base de lechuga y tortitas de arroz inflado después de los excesos navideños. Es mejor recuperar la normalidad e intentar comer cosas más ligeras, aumentando progresivamente la presencia de verduras, frutas y pescado y reduciendo la de la carnaza y las salsorras pesadas, para que la Chon Gorda que te ha poseído estos días sea exorcizada poco a poco y sin sobresaltos.
Lo importante es que la comida que te hagas no sepa a castigo, sino a alegría. Piensa que hay un montón de productos buenísimos en plena temporada que funcionan muy bien en ensaladas de invierno, como la escarola, la remolacha, las espinacas, el hinojo o los rábanos. Que unas simples verduras al vapor cocidas correctamente pueden ser una delicia aliñadas con un aceite de oliva extra virgen de primera calidad (hagamos un esfuercillo económico en esto último, que vale la pena). Y que pescados, carnes o lácteos no tienen por qué desaparecer del mapa, si los eliges y los cocinas correctamente. Como demostración de que la comida ligera no tiene por qué ser aburrida, aquí van 12 recetas antidepresión posnavideña.
Ensalada de escarola, rábanos y anchoas con salsa 'xató'
Un clásico de la cocina catalana que viene en nuestra ayuda en estos días de bajona. Se llama xató a la salsa de frutos secos, similar al romesco, y por extensión, a todo el plato, cuya paternidad se disputan varias localidades del Garraf y el Penedés en una de las discusiones gastronómicas más encarnizadas -y tediosas- que conozco. Lo importante es que la combinación de sabores es gloriosa.
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