Siete medidas para celebrar una Navidad más sostenible
Desde formas de usar de plástico hasta medidas para evitar el despilfarro de comida, hemos recopilado una lista de consejos fáciles de llevar a la práctica para unas fiestas más respetuosas con el medio ambiente.
Navidad, tiempo de paz, tiempo de amor, y ahora también de sostenibilidad. De repente, hemos abierto los ojos y visto la luz ante una realidad urgente: o cuidamos del planeta, o no habrá más fiestas que valga. Así que por mucho que sean fechas de excesos, para tu estómago y para tu hígado, hay que procurar no pagarlo con la atmósfera y los océanos.
Según la FAO, el sector alimentario es protagonista del cambio climático: las emisiones de gases por la agricultura y la ganadería superan a las del transporte y solo están por detrás de las energéticas. Además, un tercio de la producción mundial se desperdicia, esto es, unos 1.300 millones de toneladas al año. “En este escenario, la sostenibilidad ya no es una tendencia, sino una obligación, y las cifras absolutamente inadmisibles justifican las normativas cada vez más estrictas”, considera Raúl Martín, director de KM ZERO Food Innovation Hub. “Al mismo tiempo, la ciudadanía se ha vuelto consciente de ello, y por tanto, comienza a exigir un producto que combine precio, calidad y respeto por el medio ambiente”, añade Diego Gómez, del Centro de Cooperación al Desarrollo de la UPV.
A continuación, vamos a ofrecerte alternativas a la celebración convencional. De acuerdo, no podremos librarte de las peroratas de tu cuñado, ni evitar que tu suegra te encasquete otro polvorón; pero oye, salvaremos osos polares. Son cambios de hábitos muy sencillos que empiezan en el supermercado para terminar en tu cocina. Gracias por preparar los huevos rellenos, pero por favor, no los transportes envueltos en film transparente.
COMBATIR EL PLÁSTICO
Problema: Imposible que vivas al margen del movimiento contra los plásticos a nivel mundial. Solo si estabas en Marte te habrás perdido las imágenes de las ballenas varadas en la basura acuática, o de las tripas de los peces rebosantes de tapones. Así como los estadounidenses (algunos) están combatiendo las pajitas, tú también puedes incorporar pequeños cambios en tu vida.
Solución: La apuesta por la sostenibilidad es también una oportunidad para que comas mejor. Compra productos frescos: carne y pescado, fruta y verdura. Si tienes que pesarlos tú, entonces pasa de la bolsita de plástico y opta por pegar la etiqueta sobre la piel o por utilizar bolsas de tela. También puedes llevar tus propios envases y pedir que te coloquen el producto en el interior siempre que el establecimiento en el que estés comprando lo permita. Y por supuesto, mejor reducir el uso de bolsas de plástico: llevando una reutilizable, o en su defecto, el carrito de la compra.
La vía intermedia: Son muchas las empresas que están apostando por los envases más sostenibles, y te conviene conocer la iconografía. Así puedes comprobar si la caja está hecha con materias primas renovables o recicladas, valorar si es biodegradable o reutilizable, y saber el impacto que ha tenido sobre la huella de carbono. Si no puedes pasar de las cápsulas de café, procura que sean compostables como las de Abbantia. ¿Y has oído hablar de los envases comestibles? Son una tendencia de futuro y las hay como Notpla, una startup de Londres liderada por un emprendedor español, que ha desarrollado un material basado en algas para sustituir las bolsitas de las salsas.
COCINA COMO PUEDAS
Problema: Cuando recomendamos platos preparados para situaciones de emergencia, muchos lectores se quejaron del impacto medioambiental que pueden suponer, y esto nos ha parecido un buen síntoma de conciencia ciudadana. Cocinar tu propia comida ya es en sí mismo un acto a favor del medio ambiente, pero entendemos que haya personas que por diferentes motivos prefieran tirar de platos preparados.
Solución: Somos grandes defensores de los canelones de tu abuela, y tus hijos se van a acordar de aquella tarde preparando galletas, así que dentro de lo posible intenta cocinar tú: menos envases, pocos desplazamientos y mayor garantía de productos frescos. Si no te da tiempo, no tienes mano, etcétera etcétera, completa el menú con comida preparada, comprándola en lugares con cierta conciencia medioambiental. En la sección de platos preparados de los supermercados de Carrefour, por ejemplo, permiten que lleves tus propios tápers para recogerlos, con el consiguiente ahorro de envases.
La vía intermedia: Cuenta Cristina Oria, cuyo catering está entre los más conocidos de Madrid, que han renovado por completo sus envases para hacerlos más sostenibles. Nada de PVC, todo caña de azúcar. En tienda siempre han tenido bolsas de papel y las cajas que se envían a domicilio son de cartón. “En cuanto a los eventos donde asumimos el catering, nada de platos desechables: preferimos la vajilla de porcelana”, apunta. Pues eso, no seas vago para fregar y pasa de los tenedores de plástico.
VIGILAR LA PROXIMIDAD
Problema: ¿Quieres deslumbrar a tus invitados con un cóctel de gambas donde, aparte de los langostinos hervidos, con su mayonesa y con su lechuga, haya un aguacate muy exótico? Ay, la modernidad. Pues mejor si procede de Andalucía que de México, o ya que estamos, mejor algo que se produzca cerca de tu localidad. Es importante reducir la huella de carbono derivada del transporte de alimentos, que se dispara por Navidad.
Solución: En la línea de movimientos como SlowFood o KM0, la industria alimentaria tiende al trato directo entre el consumidor y el productor. Se reduce el desplazamiento, se persigue la territorialidad. Diego Gómez, técnico de la UPV, apuesta por hacer caso a los sellos participativos de garantía (SPG), “que certifican, no solo la producción ecológica, sino el uso de variedades locales y de temporada, las condiciones laborales dignas y la biodiversidad”. De nada sirve que un arroz sea 'eco' si viene de la otra punta del planeta.
La vía intermedia: “A veces nos será imposible evitar la compra de ciertos productos, y no hay que agobiarse o lamentarse”, añade el experto. Basta con fijarse en la procedencia de los productos que ponemos en nuestra cesta y elegir lo local ante lo que ha viajado miles de kilómetros. También es bueno tener en cuenta actividades como el cultivo de variedades olvidadas y recuperadas, hecho en pos de la eficiencia y la sostenbilidad. Y más allá de la huerta, en Navidad también cobran sentido campañas como la de Interovic, que defiende el consumo de lechal, cordero y cabrito nacional.
APOSTAR POR LA PESCA ARTESANA
Problema. De vuelta a los océanos, la pesca industrial y el arrastre de fondo ha llevado la capacidad de regeneración de los ecosistemas a sus límites. Según WWF, España tiene una gran responsabilidad en la conservación de los recursos pesqueros, ya que es uno de los mayores consumidores, con 40 kilos por habitante al año. ¿Y dónde entras tú? Pues esta Navidad puedes convertirte en un consumidor modélico, solo con mirar las etiquetas y preguntar a los pescaderos, apoyando modelos como la pesca artesana.
Solución. Primero lo básico y esencial: talla mínima y sellos ecológicos. También es bueno diversificar el consumo de pescado, para no mermar siempre las mismas especies, y preferiblemente que sea de proximidad y de temporada para reducir el impacto ambiental. “A los valencianos les recomiendo probar el esgarraet de lisa, el pescado de la Albufera o el tartar de anguila como nuevas alternativas para la Navidad”, dice Gloria Bigné, que se encarga de coordinar la Cátedra Tierra Ciudadana de la UPV en pos de la sostenibilidad.
La vía intermedia. Entre las líneas de trabajo de Terra Cuidadana, se encuentra el proyecto Artemed, cuya finalidad es la puesta en valor de la pesca artesanal.¿Por qué debemos apostar por ella? “Porque no solo hablamos de una actividad productiva, sino de un garante del ecosistema”, responde Bigné. Es la pesca que más puestos de trabajo genera, pero también la que menos gasoil consume y menos descartes genera. “Proyectos como los pescadores de l’Albufera, que mantienen su sistema de redolins o puestos de pesca, mantienen la gestión del lago y favorecen el bien común”, recuerda.
COMPRAR BIEN Y REAPROVECHAR MEJOR
Problema. ¿Perteneces a una familia que, con la llegada de la Navidad, aprovisiona de víveres la despensa como si en realidad se aproximase un conflicto bélico? ¿Eres de los que compra tantos turrones que termina desayunando tabletas en primavera? ¿Acabas las fiestas hecho un fanegas porque te atiborras a embutido con tal de que no se eche a perder? Queridos suegros del país, estamos seguros de que lo hacéis para agradar, pero alardear de la abundancia de comida no es un gesto de hospitalidad con el planeta.
Solución. Hay que reducir, como sea, el desperdicio de comida. Porque sí, porque hay gente que pasa hambre, y encima es Navidad. Para ello es buena idea calcular el número de comensales (reales), planificar los menús con cuidado y comprar en consecuencia, concediéndote los caprichos justos. A la hora de almacenar, es bueno guardar los productos conforme a sus características para favorecer la conservación y colocar a la vista los que vayan a caducar próximamente. Y si pese a todo, sobra, entonces hay que reaprovechar. Los restos de salmón dan para un bocata.
La vía intermedia. La innovación en alimentación pasa por la sostenibilidad, y de ahí que haya multitud de apps en favor de la racionalización. Raúl Martín, de KM ZERO, destaca uno de los proyectos que más impacto está teniendo en Europa: Too Good To Go. Su función es reducir el desperdicio de alimentos en los supermercados, restaurantes, panaderías, fruterías y hoteles, y se puede utilizar en establecimientos como las tiendas BIO de Carrefour. “A través de su aplicación, el consumidor puede adquirir excedentes del día a un precio más económico, salvando así comida de calidad, que de no venderse iría directamente a la basura”, explica. Guerra declarada al desperdicio.
RECICLAR, RECICLAR, RECICLAR
Problema. Todos tenemos un amigo que se niega a reciclar porque en las plantas se acaba juntando todo lo que nosotros separamos. Ni caso, es un vago. Europa se ha fijado como objetivo para 2015 que reciclemos entre el 44% y el 55% de residuos municipales. En España vamos progresando, pero seguimos alejados de esas cifras. Reciclamos el 33,9% de todo lo que generamos, así que ya nos podemos ir poniendo las pilas.
Solución. La Navidad es una época tan adecuada como cualquier otra para empezar a sumar. Que toda la familia juegue a separar envases por colores (aquí la guía Ecoembes). Con aquello del vino y del cava, casi un tercio de las botellas de vidrio se consumen en estas fechas, así que el contenedor verde es tu aliado. Y recuerda que los plásticos, esos grandes enemigos, van directos al amarillo. Otro error común es tirar servilletas de cocina a la basura azul, cuando en realidad van en el contenedor de desechos orgánicos.
La vía intermedia. No la hay, ¡recicla! Ahora bien, antes de situarnos en el contenedor, podemos reflexionar sobre el tipo de envases que compramos (punto 1) y los materiales de cocina que empleamos. Esto no iba solamente de comida: hay utensilios mejores que otros. ¿Nunca te has planteado cambiar la tabla de cortar de plástico por otra madera? ¿Sabes que existen esterillas para horno de silicona reutilizable? Y otro tema no menos importantes: los electrodomésticos. Que sean eficientes (y que los uses eficientemente).
INVOLUCRAR A LOS MÁS PEQUEÑOS
Problema. La Navidad es una época para adorarlos, para premiarlos, pero nunca dejas de educar a tus hijos. “Implicar a los más pequeños es clave a la hora de transformar los hábitos de consumo”, recuerda Diego Gómez. Más allá de los proyectos escolares (ya hay iniciativas pedagógicas que sitúan al comedor como eje del consumo agroecológico), es responsabilidad paterna que los niños se alimenten de manera saludable y sostenible.
Solución. “En casa siempre nos hemos comprometido con el consumo responsable, y por eso, para nosotros es importante que nuestros hijos se involucren en la compra de la cesta básica”, cuenta Gómez. Llevarlos a la verdulería, a la pescadería, a la charcutería… Que sepan que el chocolate que les gusta procede de sellos de Comercio Justo. “Las preguntas no tardan en llegar, y entonces las respuestas son directas y abrumadoras”, asegura el padre, quien a veces ya se ve cuestionado por sus propios vástagos.
La vía intermedia. Fuera del ámbito alimentario, pero dentro de la conciencia global, en Navidad hay que pelear por reutilizar los regalos. Si los niños son responsables con sus caprichos, también lo serán a la hora de sentarse a la mesa. Por eso, confeccionar la carta de los Reyes Magos no es trivial, sino un ejercicio de responsabilidad. Se pueden pedir regalos de armarios de familiares y evitar marcas sin escrúpulos para mitigar la explotación, decisiones que luego les llevarán a razonar en el lineal del supermercado.
¿LA NAVIDAD NOS HARÁ MÁS SOSTENIBLES?
Ya tienes la teoría, tal vez te falte la práctica. Si la Navidad tiene algún sentido, mejor que no sean los adornos y las postales, sino el compromiso y la solidaridad. Valores reales, sin luces parpadeantes. Porque a pesar de que los consumidores han despertado de su letargo, la sostenibilidad aún tiene que hacer más ruido en el sector de la alimentación.
“Los proyectos sostenibles tienen un ritmo lento de penetración y, de cara al consumidor, siguen siendo considerados alternativos”, admite Raúl Martín. Pues bien, nada de modas, nada de tendencias. El consumo responsable es, en realidad, el único camino que nos queda y el reloj corre en contra.
Como opina Raúl, “cualquier acto de consumo, por pequeño que sea, nos hace adoptar una posición. En la mayoría de casos es un acto inconsciente. Escapar de esa ingenuidad y hacerlo consciente es lo que nos otorga un verdadero poder de transformación”.
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