Restaurantes en contenedores
Aunque en España circule la absurda y viejuna idea de que en Londres se come mal en todas partes, la capital del Reino Unido está llena de propuestas gastronómicas tan interesantes como novedosas. En mi última visita he podido disfrutar de algunas: la primera fue el peculiar food hall del Boxpark, en el barrio de Shoreditch.
Este centro comercial, abierto hace tres meses, aprovecha un espacio antes vacío al lado de la estación de metro de Shoreditch High Street. Según sus promotores, se trata del primer mall pop-up (temporal) del mundo, y todos sus establecimientos se alojan en viejos contenedores de transporte reciclados. No esperes encontrar allí grandes cadenas al estilo Zara: su alma es algo más indie, con marcas como Penguin, Boxfresh o One True Saxon, o pequeñas tiendas con las líneas más modernillas de Nike, Puma o Levi's.
La zona para comer, en la parte de arriba, mantiene el mismo espíritu: en vez del Starbucks y el Burger King de turno te encuentras una serie de microrestaurantes impulsados por emprendedores jóvenes e independientes, que sirven comida informal, asequible y por lo general bastante concienciada. Todos tienen cierto espíritu de puesto callejero, por lo que comparten zonas con mesas y bancos corridos para comer al aire libre.
El día que fuimos el tiempo no invitaba a zampar tomando la fresca, así que entramos a comer en el Bukowski. Este local sirve unas deliciosas hamburguesas hechas a la parrilla sobre carbón, muy tradicionales en su carne pero con acompañamientos que van de los clásicos pepinillos, bacon champiñones a ingredientes como el chutney de cebolla roja, la morcilla ibérica o la salsa chipotle.
Para los no hamburgueseros, también hay bocadillos de pollo a la parrilla o una hamburguesa vegetariana de judías negras, lentejas y calabaza. Nosotros probamos el de cochinita pibil y el de tiras de ternera marinada en cerveza, y los dos estaban sabrosos, jugosos y muy bien aderezados.
Acompañamos los bocatas con unas patatas fritas gloriosas, crujientes por fuera, cremosas por dentro y sin medio gramo de grasa sobrante, y una coleslaw (ensalada de col) bastante fresca y poco pastosa. Un gran detalle del local es que las salsas para acompañar son tan buenas como la carne: el ketchup es ecológico, lo mismo que la mostaza con rábano picante o la salsa picante. Y el precio es bastante moderado tratándose de Londres: bebiendo agua del grifo, nos salió a 12 euros por cabeza.
Además de comer, en Boxpark Shoreditch tambien se pueden comprar artículos relacionados con la comida. Para los fans de la chuchería británica retro, Cyber Candy es una especie de paraíso. La tienda de Amnistía Internacional vende algo de trasterío interesante de la iniciativa Amnes-Tea, con trapos, platos o tazas. Y la librería de la editorial Phaidon es la perdición de los fanses de los libros de cocina: allí encuentras todas las maravillas culinarias publicadas por esta editorial. Todos estos atractivos convierten a este centro en una visita recomendable si te das un garbeo por esta zona de Londres.
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