Más hostilidad hacia el plástico
Con la meta de la circularidad aún lejos, España impulsa nuevas medidas para reducir el uso de este material y fomentar su reciclaje
Hay un elemento común que se puede encontrar en la fosa de las Marianas, el punto más profundo del océano, y en el Everest, el más alto de la superficie terrestre: plástico. Cada año se producen, según la ONU, 400 millones de toneladas de residuos de este material y solo una pequeña parte se recicla. El plástico tiene aplicaciones valiosas, como en prótesis médicas; sin embargo, el abuso y el desechado erróneo de los plásticos de un solo uso, como, por ejemplo, botellas o bolsas, se han convertido en un problema grave.
“El plástico que está en el medio, ahora mismo, es técnicamente imposible retirarlo. Hablamos de millones y millones de pequeños fragmentos que están repartidos por todo tipo de ambientes”, dice al otro lado del teléfono Álvaro Luna, doctor en Biología y profesor de la Universidad Europea de Madrid. Con un daño ya irreversible, los esfuerzos se centran en no hacerlo mayor. “Se intenta trabajar sobre todo el reducir el uso de plástico en nuestra vida cotidiana, pero son soluciones que igual se van quedando un poco cortas atendiendo a la magnitud del problema”.
En esta carrera, por tanto, ya vamos tarde. El pasado marzo, el Congreso aprobó la nueva Ley de Residuos que transpone dos directivas europeas y que veta la comercialización de algunos plásticos de un solo uso, como pajitas o cubiertos. También obliga a los supermercados de más de 400 metros cuadrados a destinar al menos el 20% del espacio a productos a granel o en envases reutilizables.
Incluye, asimismo, la creación de dos impuestos: sobre envases no reutilizables y sobre el depósito en vertederos e incineración. Además, el proyecto de Real Decreto de Envases y Residuos de Envases, que ya está en Bruselas esperando el visto bueno, establece, entre otros puntos, la prohibición de vender frutas y verduras frescas en envoltorios de plástico siempre que sea en lotes de menos de 1,5 kilos.
La ley, por otra parte, fija dos objetivos de recogida para el reciclaje de botellas de plástico —intermedios a los fijados por la UE—, el 70% en 2023 y el 85% en 2027. Y es aquí donde entra en juego una de las principales reivindicaciones de las organizaciones ecologistas desde hace años: un sistema de depósito, devolución y retorno (SDDR).
En el real decreto se establece la implantación de este modelo para envases reutilizables. Para los de un solo uso, tanto este texto como la ley lo hacen de forma condicionada: si no se alcanzan los objetivos anteriormente mencionados, se impondrá en un periodo de dos años. Es decir, como pronto, en 2025.
“Ya hemos perdido una década. En el año 2011, cuando se aprobó la anterior ley, ya se debería haber puesto a funcionar”, dice Julio Barea, responsable de la campaña de residuos de Greenpeace. “El usar y tirar, de cualquier material, se tiene que acabar. Tendríamos que tener la posibilidad de comprar cualquier cosa en envases reutilizables. Y para poder tener envases reutilizables de forma generalizada necesitamos un sistema donde devolver el casco”, añade. “Supondría dar un salto muy potente de reciclaje y esperemos que de reutilización. Para nosotros, lo importante es la reutilización, que no se generen residuos”, asegura Carlos Arribas, responsable de Residuos de Ecologistas en Acción.
Pugna de intereses
Este modelo implica el adelanto de una cantidad de dinero en concepto de depósito que el consumidor recupera cuando devuelve el envase. El SDDR ha sido una de las batallas entre envasadoras y distribuidoras, que sostienen que el sistema actual funciona, y ecologistas, que apuntan lo contrario. “No lo quieren porque supone una cortapisa”, comenta Arribas sobre el rechazo. “Están acostumbrados a que las mercancías circulen y no quieren saber nada de reutilización ni de devolución. Hay una resistencia muy fuerte”.
A partir de 2025, recoge el decreto, se deberá reciclar el 50% de los residuos de envases de plástico. En cuanto a las cifras actuales, los números bailan. De acuerdo con el INE, en 2019 se recicló el 51% de los residuos de envases de plástico generados en el ámbito doméstico, industrial y comercial. En 2020, el Govern balear auditó la gestión de sus residuos municipales y concluyó que solo se reciclaba un 25% de todos los envases ligeros generados. Un análisis reciente de Elisava Research, el departamento de investigación de Elisava, Facultad de Diseño e Ingeniería de la UVic-UCC, rebajó hasta el 10,7% el reciclaje del plástico que se pone en circulación en el mercado.
Cifras enfrentadas
Ecoembes, que gestiona estos desechos y representa los intereses de productores y comercios, fija su tasa de reciclaje de plásticos en un 87,3%. Barea habla de números considerablemente menores. “Estuvimos cuantificando cuántos residuos de envases de plástico terminaban siendo recuperados, y apenas era el 25%”, señala. “Si no tenemos una cuantificación real de los datos, de la magnitud del problema, ¿cómo vamos a solucionarlo?”, reflexiona.
Para Pilar Fernández Hernando, catedrática de Química Analítica de la UNED, España va por buen camino, aunque queda muchísimo por hacer: “España falla mucho en la cantidad de plásticos que aún aparecen en los vertederos”. Entre lo positivo destaca el incremento del número de plantas de reciclaje de este material y la concienciación y predisposición de los ciudadanos a reciclar envases más allá de las botellas.
“Creo que el consumidor tiene que estar bien motivado. Si el consumidor pierde confianza en el proceso, se desmotiva en su tarea de colaboración”, apunta Fernández sobre las tareas pendientes. “Hay una desinformación total, no solo en relación con lo que se debe hacer, sino también en lo que vamos consiguiendo”. La concienciación, apunta, es necesaria a escala institucional, de investigación, educativa y personal. “También se deberían potenciar las aplicaciones de los plásticos reciclados”, añade.
Desechos españoles por el mundo
Aunque lo ideal es que los residuos se traten en las cercanías de donde se producen, desechos españoles acaban cada año en diferentes países que no siempre tienen la capacidad de gestionarlos de manera adecuada. “Hay exportaciones, y esas exportaciones muchas veces se contabilizan como reciclaje, aunque en realidad no se reciclan”, cuenta Carlos Arribas, de Ecologistas en Acción.
Greenpeace ha investigado estos flujos y ha encontrado envases españoles, por ejemplo, en vertederos del sudeste asiático. “Hemos hecho analíticas de agua en poblaciones cercanas y tienen un nivel de contaminación brutal”, dice Julio Barea sobre algunos de los efectos que registraron.
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