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El sistema de retorno de envases evitaría que 2.193 toneladas de botellas y latas acaben en la naturaleza cada año

Un informe de la empresa pública Tragsatec resalta la viabilidad medioambiental de un modelo de recogida de residuos que el Gobierno propone implantar de forma condicionada

Manuel Planelles
Basura, plásticos y botellas en la playa de la Malagueta de Málaga.
Basura, plásticos y botellas en la playa de la Malagueta de Málaga.JON NAZCA (REUTERS)

Diez países de Europa cuentan en estos momentos con sistemas de depósito, devolución y retorno de envases (conocido por sus siglas SDDR). Este modelo de gestión de los residuos se basa en que el consumidor deja en depósito unos céntimos cuando compra, por ejemplo, una botella de refresco y ese dinero lo recupera cuando devuelve al comercio el envase vacío. En España, sin embargo, la implantación o no de este sistema está rodeada de un intenso debate entre sus defensores —encabezados por varias ONG ecologistas— y sus detractores —liderados por Ecoembes, la empresa que gestiona los residuos de envases en España y en la que están representados los intereses de los productores y los comercios—. Un informe de la empresa pública Tragsatec resalta ahora la viabilidad ambiental de este tipo de gestión y, entre otras cosas, apunta a que ayudaría a que España cumpla con los objetivos europeos de recuperación de envases. El estudio de Tragsatec, además, cifra en 2.193 las toneladas de envases de plástico y aluminio de bebidas que ya no acabarían en la naturaleza cada año si se implanta el sistema de retorno para estos dos tipos de materiales, el equivalente a 122 camiones con capacidad para cargar 18 toneladas cada uno. Si se incluyen también los envases de vidrio en el SDDR, esa cantidad se elevaría hasta las 6.752 toneladas de residuos (375 camiones).

La implantación o no de este sistema está ahora mismo en discusión. Una enmienda a la ley de residuos pactada en el Congreso entre PSOE y Unidas Podemos establece que este modelo se impondrá en el caso de que en España no se cumplan unos objetivos de recogida separada de botellas de plástico en 2023 y 2027. La ley de residuos se está tramitando todavía en el Parlamento. Pero, paralelamente, el Ministerio para la Transición Ecológica está elaborando un real decreto de envases y residuos de envases. Este martes el departamento de la vicepresidenta Teresa Ribera ha sacado a información pública el proyecto de ese real decreto y apuesta por la misma fórmula condicionada para la implantación del sistema SDDR que la que han acordado los socialistas y Unidas Podemos en el Congreso: se impondrá ese modelo si en 2023 no se llega al 70% de botellas de plástico de un solo uso recuperadas y al 85% en 2027.

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En el caso de que se llegara a implantar, el sistema estaría pensado para envases de un solo uso de plástico y aluminio para agua, cerveza, bebidas refrescantes y zumos de menos de tres litros. Y las empresas tendrían dos años para desarrollarlo.

Al ser un asunto tan sensible y con posicionamientos tan enfrentados —esta forma de gestión obligaría a que los comercios tengan máquinas para recoger los envases en sus instalaciones— el Gobierno decidió encargar un análisis a la empresa pública Tragsatec sobre su viabilidad. En la introducción de este estudio ya se advierte de que existen varios informes contradictorios. Por eso “se hace necesario disponer de un estudio de carácter objetivo e independiente sobre la viabilidad de la puesta en marcha de un SDDR en España”, apuntan los expertos de Tragsatec en un documento que el ministerio ha decidido difundir este martes junto al proyecto de real decreto.

El estudio advierte de que con el actual modelo, basado en los contenedores amarillos, en España “no se alcanzaría ninguno de los objetivos de recogida separada neta de botellas de bebida de plástico” fijados por la normativa europea. Las directivas comunitarias establecen que en 2025 el 77 % de estos envases deben recogerse de forma separada; en 2029 se debe llegar al 90%. El sistema de retorno sí permitiría que España cumpla. “La introducción de un SDDR no solo aumentaría la cantidad recuperada de material, sino también la pureza de lo recogido y por tanto la calidad de lo recuperado”, señala también el informe. “Esto permitiría la circularidad de los materiales”, añade. Además, el estudio cifra en medio millón de toneladas de dióxido de carbono el ahorro de emisiones de gases de efecto invernadero que se generaría con un sistema de retorno. “Este ahorro se debe principalmente al incremento de reciclaje de aluminio y PET (y otros materiales), que evitan las emisiones asociadas a las producciones primarias de dichos materiales”, se indica.

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En línea con lo que propone el estudio de Tragsatec, el proyecto de real decreto del Gobierno establece un mínimo de 10 céntimos como depósito por envase. Se excluyen productos lácteos, vinos y bebidas espirituosas. Según los cálculos de Tragsatec, para poder desarrollar bien este sistema se necesitarían entre 12.146 y 28.264 máquinas de recogidas de envases en los comercios del país.

Frutas sin plástico

El real decreto también fija la obligación para los comercios minoristas (desde las pequeñas tiendas a las grandes superficies) de “presentar las frutas y verduras frescas sin utilizar envases de plástico”, como adelantó EL PAÍS hace una semana. Este veto al plástico afectaría solo a las ventas de menos de 1,5 kilogramos y el ministerio ha decidido a última hora adelantar su entrada en vigor: ya no será en 2023, sino al mes de que se publique el real decreto.

Esta norma debe servir para que España termine de trasponer las directivas europeas de residuos. Entre sus objetivos está la reducción del uso de envases de plástico de un solo uso. Y fija medidas como el fomento del consumo de agua potable mediante fuentes, que se implantarán en las dependencias de la Administración y en espacios públicos. También se animará al uso de alternativas reutilizables a los envases de un solo uso en eventos culturales o deportivos que cuenten con el apoyo de las administraciones.

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Sobre la firma

Manuel Planelles
Periodista especializado en información sobre cambio climático, medio ambiente y energía. Ha cubierto las negociaciones climáticas más importantes de los últimos años. Antes trabajó en la redacción de Andalucía de EL PAÍS y ejerció como corresponsal en Córdoba. Ha colaborado en otros medios como la Cadena Ser y 20 minutos.

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