Cómo auditar el color verde de la energía
La transparencia y seguridad de la gestión de activos renovables a través de ‘blockchain’ revoluciona la industria
Que la energía vendida como limpia lo sea, y no solo lo parezca, es constatable con la tecnología blockchain —cadena de bloques—, cuyo formato permite, entre otras aplicaciones, funcionar a modo de polígrafo para ese origen 100% sostenible de los activos renovables. Una capacidad que es posible gracias a la red de datos distribuidos que se crea mediante estructuras encriptadas y, por consiguiente, inalterables ante casi cualquier intento de modificación o sabotaje. Además, también elimina la centralización e intermediación en cualquier transacción tanto en las operaciones de compraventa de activos renovables entre compañías como entre particulares . Y por supuesto, ajustando precios, dada la agilidad que dicha tecnología imprime a los procesos.
Por eso, en el sector se afanan en adoptar y adaptar esta estructura digital. No hay empresa que se precie, y no solo energética, que no hable de blockchain e, incluso, asegure usarlo. Conviene matizar, pues aún se encuentra en fase de despegue, a excepción de su primer caso de uso: las criptomonedas; en concreto, bitcoin. Su nacimiento coincidió con el lanzamiento de la divisa virtual, lo que no significa que sean sinónimos. “A pesar del boom que ya tuvo hace unos cinco años, se sigue identificando la propia tecnología con sus aplicaciones”, opina Enrique Sotomayor, cofundador de Kolokium Blockchain Technologies, compañía de software especializada. Para el experto, “una cosa es utilizar realmente esta tecnología y sus conjuntos de datos enlazados criptográficamente (algo muy similar a como se engarzan las palabras encadenadas) y otra, limitarse a guardar evidencias usando blockchain pero mediante aplicaciones tradicionales, que es lo que hoy hacen el 95% de las compañías. No es la panacea que se quiere vender”.
Entre las causas de ese ritmo cauteloso, Javier Rubio, del Colegio de Ingenieros Técnicos en Informática de la Comunidad de Madrid, destaca “las inversiones demenciales que se requieren, por tratarse de una implementación compleja y, por tanto, lenta y costosa. De momento, es una tecnología más de futuro que de presente”.
Y como no hay dos sin tres, desde la Fundación Renovables, su presidente, Fernando Ferrando, también opina en la línea: “Soy un ferviente defensor del blockchain como instrumento de validación, siempre que se aplique a algo automatizable. En certificación energética no debe entenderse como un prêt-à-porter sino como un traje a medida, tras un análisis individualizado y alejado del greenwashing”. Así parece, pues si algo ha animado a empresas como Iberdrola, Endesa, Repsol y Acciona, entre otras, a explorar esta tecnología son las ventajas que ofrece en trazabilidad, acreditaciones y mercado mayorista.
En Iberdrola, la sombra del blockchain es alargada. Lo aplica ya en sus juntas de accionistas para certificar votos, acaba de lanzar una nueva plataforma de compliance con esta tecnología y, por supuesto, “supone una apuesta firme para acreditar el origen totalmente renovable de la energía, algo crítico en los contratos de compraventa a largo plazo [PPA]”, comenta Pilar Vázquez, responsable de Digitalización y Procesos de Gestión de la Energía Global en Iberdrola. También subraya la flexibilidad y simplificación que aporta “al permitir que los contratos inteligentes se autoejecuten entre las dos partes implicadas, sin más mediación”, algo que considera “que va más despacio con los pequeños clientes, aunque ya trabajamos en ello, en concreto, en comunidades solares”.
Trazabilidad
Por parte de Repsol se cuestiona el tema de la trazabilidad. “Es imposible en el caso de un electrón”, asevera Alfredo Abad, experto del área de Estrategia Digital y responsable de blockchain en la compañía, quien también incide en que “hablamos de un proceso regulado por la CNMC”. De ahí que hayan decidido desarrollar unos distintivos de origen renovable, de carácter nominal y mensuales “que ya van a pasar a fase de producción y que complementarán la competencia del regulador, siendo compatibles con la futura identidad digital autogestionada para la Web 3″, anuncia.
En Endesa, de momento, prefieren esperar para “contar novedades pronto” sobre su red de blockchain dirigida a clientes vulnerables, y en Acciona Energía tampoco comentan por encontrarse reorganizando el departamento especializado. Es evidente que algo se mueve. “En un par de años todo pivotará sobre la infraestructura Ebsi, que será la columna vertebral en el ámbito blockchain europeo. Y pasará a ser una tecnología subyacente que usaremos para todo sin darnos cuenta”, augura Enrique Sotomayor.
En Kolokium hacen el paralelismo con lo que supuso internet en su día: “Está revolucionando la forma de relacionarnos y, en este caso, de compartir la energía, beneficiando al ciudadano”. Desde Accenture también reseñan ese “potencial transformador para las renovables desde su generación, distribución y comercialización con soluciones innovadoras e incluso disruptivas en pro de una mayor eficiencia”, resalta Diego Sanz, director de Desarrollo de Negocio de Energía en la consultora.
Por su parte, el CEO de Alastria, Juan Jiménez, cree que los movimientos recientes en regulación, “como MICA y el Régimen Piloto, hacen prever un crecimiento importante de la tecnología. El país aún necesita sensibilización, simplificación y respaldo público, con un caso de uso que movilice el PIB a escala y cree empleo”. La asociación asegura que, en España, ya hay unas 250 empresas dedicadas a blockchain. Y, según informe de AMETIC e IDC, lo invertido en ello rondará los 377,7 millones de dólares a finales de 2023.
La CNMC observa
En relación al sistema de garantías en origen de los activos renovables, fuentes de la CNMC avisan de que “podría perderse su control con otros métodos más descentralizados”, y comentan que muy pocos países basan hoy su sistema en el blockchain, y menos aún en la UE. La normativa vigente Directiva 2018/2001 tampoco lo prevé.
No obstante, aseguran “continuar valorando la implementación de cambios conforme avance la tecnología, el sector y el propio marco regulatorio”, siempre con el objetivo de “preservar y promover una competencia efectiva en beneficio de los consumidores”.
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