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Títulos universitarios desde los pupitres militares

Las Fuerzas Armadas ofrecen vías de acceso a profesionales como dentistas o ingenieros, y la ocasión de obtener grados superiores

Desfile del Día de las Fuerzas Armadas celebrado en Granada el pasado 3 de junio.
Desfile del Día de las Fuerzas Armadas celebrado en Granada el pasado 3 de junio.JORGE GUERRERO (AFP / Getty Images)
Miguel Ángel García Vega

Entrar en las Fuerzas Armadas tiene ese eco, como en una hornacina, de violencia. Algo injusto. Esta historia hay que contarla con precisión. Las Fuerzas Armadas se dividen en el Ejército de Tierra, la Armada y el Ejército del Aire. Existen reglas comunes. Todo está muy estructurado. Junto a la formación militar, para acceder a las escalas de Oficiales hace falta un título universitario; a las escalas de Suboficiales, uno de Técnico Superior de Formación Profesional, mientras la tropa y marinería suelen obtener el reconocimiento propio durante su estancia en la Armada.

Una y otra vez, la música militar desafina a demasiada gente. Pero la memoria aguarda, por ejemplo, en los periódicos. ¿Quién trasladaba los féretros de las morgues de los hospitales en los días de duelo de la pandemia? ¿Quién se ocupó en 2021 de los estragos de la borrasca Filomena? En 2016, la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, advirtió de que “prefería que no hubiera presencia militar” en el Salón de la Enseñanza. En mayo pasado, una veintena de activistas se manifestó contra la Feria Internacional de Defensa y Seguridad (Feindef) al grito de “señores de la guerra, fuera de Madrid”. Esta mirada exclusivamente negativa de la profesión militar no tiene justificación.

La alternativa castrense

De vuelta al presente, ingresar como profesional en las Fuerzas Armadas se puede transitar a través de tres caminos. Eso sí, el sistema utilizado generalmente es el de concurso-oposición. Aunque resulta posible llegar tanto desde la Universidad como a través de la Formación Profesional. En un dibujo triangular isósceles, los oficiales copan el vértice superior. Son los encargados del mando. Y los suboficiales la correa de transmisión de las órdenes. De hecho, los suboficiales adquieren no solo el empleo de sargento o suboficial mayor, sino también la titulación de Formación Profesional grado superior. ¿Cómo hacer carrera? Escuadra y cartabón. Primero hay que elegir cuerpo y escala (oficiales, técnica, suboficiales, tropa, marinería), cumplir algunos requisitos básicos —poseer los títulos académicos o nivel de estudios que se determinen para cada especialidad, tener la nacionalidad española, 18 años y, entre otros, no estar privado de derechos civiles— y superar las pruebas selectivas que se convocan cada año. Un ejemplo. Tal vez de los más buscados. Ingenieros de los Ejércitos y Armada. En la escala de Oficiales se pide un título de Ingeniería o de Arquitectura.

Mientras, en los niveles técnicos sirven: arquitecto técnico, ingeniero técnico o todo respaldo universitario oficial de grado o máster. Esto abre paso al concurso-oposición. Aquí el aspirante se enfrenta a pruebas de matemáticas, física, inglés y de superación deportiva. Saltos, carrera, natación, agilidad. Si opta por la Intendencia, le servirá cualquier reconocimiento universitario oficial de grado, licenciado o máster. La oposición resulta amplia y pasa las páginas del Derecho, la contabilidad, la economía, la fiscalidad y el inglés.

Otras áreas poseen su aritmética propia. Un oficial del Cuerpo General e Infantería de Marina puede acceder al puesto aunque carezca de título universitario. Si el candidato posee el nivel de bachiller tendrá que estar atento (en la fase de concurso) a una ecuación: 0,6×NMB+0,4×Ebau+aT1+bT2+VMN. Muchas siglas son familiares en el diccionario de cualquier estudiante; otras, no tanto. NMB: nota media de bachillerato; EVAU: evaluación para el acceso a la Universidad; VMN: valoración de méritos militares; y se añaden a,b: 0,2 para matemáticas II y física, y 0,1 para el resto de las ramas de ingeniería y arquitectura. Y T1 y T2 aporta un máximo de dos puntos entre la troncal de modalidad de ciencias y las de opción.

En el Ejército, la disciplina empieza antes de formar filas. Tanto que el aprendizaje tiene sus destinos. Los oficiales llegan, entre otros lugares, a la Academia General Militar (Zaragoza), la Escuela Naval (Marín, Pontevedra), la Academia General del Aire (San Javier, Murcia) o la Escuela de Técnicas Aeronáuticas (Madrid). Los suboficiales encuentran sus aulas en la Academia Básica del Aire (León) o en la Escuela de Suboficiales de la Armada (Cádiz).

El relato orillado de la historia ha provocado que exista un espacio entre el mundo militar y el civil, aunque se va acortando. Las nuevas generaciones descubren opciones que seguramente desconocían. El cuerpo de Sanidad Militar es una matrioska. Incluye Medicina Fundamental, Farmacia, Veterinaria, Odontología, Enfermería, Psicología. Cada rama es una especialidad propia. Y, desde luego, también existe un cuerpo jurídico y otro de intervención. Sin faltar el de músicas militares.

Más vías de entrada. Los militares de complemento. Mantienen una relación temporal con las Fuerzas Armadas, en principio apuntalan su plantilla, y están adscritos a un cuerpo y a una escala. En este caso, el tiempo máximo de servicio es de ocho años. Ahora bien, con dos años se convierten en militares de carrera si superan los procesos de selección.

La base del triángulo isósceles le corresponde a la tropa y la marinería. Es el flanco sobre el que descansan todas las Fuerzas Armadas. Trabajan con contratos que pueden ser de larga duración y algunos pasan a la condición de reservistas. Por ingreso directo podrían acceder a la formación de oficiales y suboficiales, y con un año de servicio por promoción. Las Fuerzas Armadas se preparan para la guerra, pero lo cierto es que hacen mucho por la paz.

La igualdad se despliega en el Ejército

Las mujeres se incorporaron en 1988 a las Fuerzas Armadas. Hoy son unas 15.000. A lo largo del tiempo y las legislaciones han ido ganando derechos. En 2007, por ejemplo, la Ley de Carrera Militar fijó la igualdad de género como uno de los principios básicos. También se aplican las normas y criterios relativos a la equidad, la prevención de la violencia machista y la conciliación (existen escuelas infantiles en establecimientos militares) de la vida profesional, personal y familiar establecida para los trabajadores de la Administración General del Estado. Además se refuerza la flexibilidad laboral, y la jornada intensiva de verano se ha ampliado a personas con hijos menores de 12 años. Y se protege a las madres embarazadas. Un despliegue de igualdad.

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Sobre la firma

Miguel Ángel García Vega
Lleva unos 25 años escribiendo en EL PAÍS, actualmente para Cultura, Negocios, El País Semanal, Retina, Suplementos Especiales e Ideas. Sus textos han sido republicados por La Nación (Argentina), La Tercera (Chile) o Le Monde (Francia). Ha recibido, entre otros, los premios AECOC, Accenture, Antonio Moreno Espejo (CNMV) y Ciudad de Badajoz.

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