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La semana de la moda de París deja (por fin) de imponer roles a las mujeres

Las nuevas colecciones de Dior, Alaïa, Courrèges, Dries van Noten y Chloé demuestran que los diseñadores se han dado cuenta de que no hay arquetipos femeninos ni cuerpos que vestir para terceros, sino mujeres y prendas para que cada una, con su historia, construya su propia identidad

Semana de la moda Paris
Diseños de Maria Grazia Chiuri para la nueva colección de Dior, presentada en la semana de la moda de París el 4 de marzo de 2025.Sarah Meyssonnier (REUTERS)
Leticia García

Durante mucho tiempo (y a veces aún hoy), cuando los diseñadores comunicaban sus colecciones hablaban de “modelos de mujer”: la mujer “romántica” (con vestidos y colores pastel), la mujer “poderosa” (con traje de inspiración masculina, obviamente), la “sensual” (con prendas ceñidas y/o escotadas) o esa frase tan repetida como vacía de significado que describía a una “mujer sofisticada y segura de sí misma”. La moda es una de las herramientas más eficaces a la hora de construir la identidad, pero durante el siglo XX, y algo del XXI, las identidades (en plural) de las mujeres se han encerrado y comunicado en estas etiquetas, como si vestirse fuera interpretar un papel ya escrito de antemano por otros; como si la mirada externa, casi siempre masculina, fuera el criterio principal a la hora de relacionarse con la ropa. Los primeros días de la semana de la moda de París han resultado, en este sentido, una grata sorpresa: la mayor parte de las colecciones presentadas se han encargado de romper explícitamente con los prejuicios y las etiquetas asociados a la moda femenina.

Maria Grazia Chiuri utilizaba una referencia recurrente, el Orlando de Virgina Woolf, para hablar de la construcción plural y fluida de la identidad en su nueva colección para Dior. Por un increíble escenario ideado por Bob Wilson, las modelos deambulaban representando una especie de metáfora de las distintas transiciones vitales de un individuo, algo que se reflejaba en su ropa, una mezcla perfectamente ensamblada de prendas de distintas épocas (de lo victoriano a los primeros años del 2000 con la camiseta J’adore de Galliano, pasando por los años cuarenta de Christian Dior y los noventa de Gianfranco Ferré), géneros y situaciones, de lo utilitario a lo ceremonioso. “Quiero demostrar que la moda es un receptáculo de convenciones culturales y estéticas, de códigos sociales”, contaba Chiuri en las notas del desfile. La italiana es una feminista convencida, que en estos años ha sabido cambiar la mirada de la casa francesa para la que trabaja de lo externo a lo interno. Se le ha tachado en varias ocasiones de ser demasiado comercial y funcional, pero lo cierto es que su misión ha sido la de proponer una moda hecha para la propia mujer que la lleva y no para el juicio externo. No hay una mujer en Maria Grazia porque no existe una idea unívoca de mujer; hay tantas ideas de mujer como mujeres, y esta colección, una de las mejor trabajadas y precisas de la italiana, es prueba de ello.

Tres de las propuestas de la nueva colección de Maria Grazia Chiuri para Dior, presentada en la semana de la moda de París.
Tres de las propuestas de la nueva colección de Maria Grazia Chiuri para Dior, presentada en la semana de la moda de París.Sarah Meyssonnier (reuters)

“Tu cuerpo es tuyo”, escribe el diseñador Pieter Mulier en una carta en primera persona que recibieron los invitados al desfile de Alaïa, celebrado en el taller de la firma el martes 4 de marzo. Pocos desfiles (y más últimamente) reciben elogios unánimes, pero pocos diseñadores actuales tienen la visión del belga, con peso conceptual en el fondo y una minuciosidad inaudita en las formas. Las esculturas de apariencia inacabada de Mark Manders que decoraban el espacio servían, según explicaba Mulier, para “fijar en el espacio un tiempo no lineal”. Como Chiuri, el diseñador hablaba del pasado sin ese trasfondo conservador que suele acompañar a la nostalgia, sino con una herramienta para intentar dar una respuesta al presente: el belga rinde homenaje al fallecido Azzedine Alaïa referenciando en cada diseño esa maestría que tenía el tunecino para ajustar de forma innovadora la prenda al cuerpo, trabajando de forma perfecta y amplificada los plisados, el entramado del punto, el jacquard, la seda mezclada con licra. Pero en Mulier el cuerpo femenino no es una escultura que homenajear, sino algo real que vive, se mueve (el movimiento era clave en las prendas de la colección) y que, más que mostrarse, se protege. Es difícil a estas alturas mostrar una colección estéticamente sublime, pero es aún más difícil que dicha colección nazca de un discurso que hoy es más pertinente que nunca. El desfile lo cerraba una modelo con una capucha esférica y una malla transparente por encima de toda la parte superior de su cuerpo, brazos incluidos. No era una artimaña estética que usaba el cuerpo como excusa, como ha ocurrido de forma demasiado frecuente en desfiles desde hace tiempo; era una metáfora que evocaba la prenda como envoltorio, como cobijo y protección.

Tres de las propuestas de la nueva colección de Alaïa durante su desfile en la semana de la moda de París.
Tres de las propuestas de la nueva colección de Alaïa durante su desfile en la semana de la moda de París.Filippo Fior / Gorunway.com

Nicolas Di Felice, director creativo de Courrèges, cerraba su desfile con un vestido tubular que también, a modo de envoltorio, escondía las extremidades de la modelo. Salvando las distancias, la motivación era la misma. La marca que a base de patrones geométricos y telas futuristas liberó el cuerpo de las mujeres en los sesenta tampoco vive hoy anclada en el pasado, sino que lo reformula para dar respuesta al momento. “En una Vogue de 1964 podía leerse que el punto de vista de Courrèges podría resumirse en un envoltorio de vinilo blanco”, escribe el diseñador en las notas de la colección. La firma nació en plena Guerra Fría, y trasladó a la moda ese culto a la carrera tecnológica y espacial que se vivió en los sesenta. Sus prendas eran a la vez un elogio al futuro y una advertencia velada a las amenazas que cada día copaban las noticias. Hoy no estamos tan lejos y Di Felice lo sabe: “El optimismo es un propósito de unión que hoy es más necesario que nunca”, explica, “por eso todo nace de un gesto impulsivo, envolver una tela alrededor del cuerpo”. Así, basaba su colección en prendas inspiradas en los archivos, pero con la sensación de estar a medio hacer: rollos de tela que acaban siendo colas en minifaldas, abrigos patronados con la impresión de haber sido hechos envolviendo el cuerpo en el tejido, tops cuadrangulares llevados a la mínima expresión... El cuerpo, la urgencia y el libre movimiento como ejes en un escenario repleto de confeti, como una especie de fiesta, un carpe diem en el que cada mujer puede y debe ser lo que ella quiera y hacer con esos trozos de tela que la envuelven lo que le plazca.

Tres modelos con la colección otoño/invierno de Courrèges, en el 'backstage' del desfile en la semana de la moda de París.
Tres modelos con la colección otoño/invierno de Courrèges, en el 'backstage' del desfile en la semana de la moda de París.Vittorio Zunino Celotto (Getty Images)

“Imagino una mujer cogiendo telas y objetos de aquí y de allí, en un acto espontáneo, como si respondiera a una pregunta desconocida”, explica Julian Klausner sobre su desfile debut en Dries van Noten (la colección masculina la presentó a través de fotografías). El diseñador también decidía utilizar la primera persona, algo que no solía suceder en temporadas anteriores y que en esta semana de la moda quizá sea una forma de remarcar la importancia del autor, del director creativo, en este contexto de cambios de liderazgo en las marcas y de colecciones hechas por equipos anónimos. En cualquier caso, Klausner elegía la Ópera de París para estrenarse, y era el lugar el que daba forma a la colección, no al revés. Por los ceremoniosos pasillos de la Ópera, las modelos desfilaban con telas y prendas que también mezclaban épocas y estilos. Abrigos pesados, jerséis con volumen, faldas terminadas en lentejuelas, cinturones repletos de borlas, pañuelos de paisley a modo de lazos o cinturones... como si Loulou de la Falaise hubiera sido musa de Dries y no de Yves Saint Laurent.

Desfile de Dries Van Noten en la Ópera de París, el 5 de marzo durante la semana de la moda de la capital francesa.
Desfile de Dries Van Noten en la Ópera de París, el 5 de marzo durante la semana de la moda de la capital francesa.Peter White (Getty Images)

Klausner no lo tenía fácil, Dries van Noten es una de las marcas más personalistas que existen, y el belga se ha pasado media década dando forma a un proyecto peculiar tanto en su estilo como en su modelo de negocio. Tras jubilarse el pasado año, el grupo Puig y el propio Dries han decidido, muy acertadamente, elegir a alguien que llevaba varios años en el equipo, y el resultado no podría haber sido mejor. Los invitados llegaron dudosos y terminaron aplaudiendo al unísono. El pasado, esta vez reciente, servía para mirar con ojos nuevos al presente.

Saber releer el pasado y, sobre todo, saber entender las necesidades de su clientela femenina sin miradas ni estereotipos externos ha hecho de Chemena Kamali, directora artística de Chloé desde hace año y medio, una de las diseñadoras más populares y virales del panorama. Es mujer en una industria donde pocas mujeres lideran los equipos de diseño (a pesar de ser esta una industria que vive de las mujeres) y, además, no tiene pretensiones. Conoce a la perfección Chloé porque lleva años trabajando en la marca y sabe que el estilo bohemio que encumbró a la enseña en los setenta es de los pocos que nunca pasa de moda. Ella lo renueva y le añade volantes, hombreras, vestidos lenceros. Tiene además un olfato para saber qué accesorios podrían convertirse en éxitos de ventas y cuáles rescatar del pasado en el momento oportuno (como el bolso Paddington de los primeros 2000, uno de los primeros modelos superventas). Todo parece fácil, libre y bello en la colección de Chloé, al margen de que sea o no el estilo favorito del que lo mira. Porque aquí, también, Chemena habla a las mujeres en plural, y deja de lado etiquetas y estereotipos asociados al cuerpo.

Desfile de Chloé, el 6 de marzo en la semana de la moda de París.
Desfile de Chloé, el 6 de marzo en la semana de la moda de París.Stephane Cardinale - Corbis (Corbis via Getty Images)

No es lo mismo mirar atrás y tirar de archivos cuando se piensa eso de que cualquier tiempo pasado fue mejor que cuando, como en estas jornadas en París, se ve el legado como una herramienta que se puede recontextualizar e incluso deformar a partir de las ideas (y las amenazas) del presente, en el que, por suerte, los diseñadores están empezando a darse cuenta de que no hay arquetipos femeninos ni cuerpos que vestir para terceros. Hay mujeres y prendas para que cada una, con su historia, construya su propia identidad.

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Sobre la firma

Leticia García
Redactora jefa de moda de S Moda. Es licenciada en filosofía por la Universidad Complutense de Madrid y ha sido investigadora en el Fashion Institute of Technology de Nueva York.
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