¿Mi planta está llorando? Sí, pero este líquido tiene una razón de ser (y no es mala)
La gutación, agua en forma de gotas, y los nectarios extraflorales, que protegen y propician la polinización, son dos procesos por los que se pueden observar la emisión de fluidos en los vegetales. Descubrir estos secretos hará que la persona que los cultive se sienta más próxima a ellos


Las plantas también lloran, o eso parece. En numerosas ocasiones, las personas que cultivan plantas se habrán encontrado —muchas veces sin darse cuenta— con vegetales que emiten algún tipo de líquido. En todas ellas, la presencia de estos fluidos tiene una razón de ser. Una de estas situaciones que son más comunes es la de la gutación. Este curioso nombre se relaciona con el lloro de las hojas de ciertas plantas. Una mañana, al entrar en la habitación donde crece una oreja de elefante (Alocasia macrorrhizos), la aficionada a las plantas nota cómo el suelo por debajo de sus hojas está húmedo. La extrañeza surge de inmediato, porque recuerda que sí, la regó ayer mismo, pero nada del líquido cayó fuera. Y ahí es donde está la respuesta al enigma: ese último riego fue abundante, y la planta se ha visto con sus raíces envuelta en un sustrato muy húmedo. Así que, ni corta ni perezosa, la oreja de elefante se ha dedicado durante toda la noche a expulsar una parte de ese sobrante de agua a través de la punta de sus hojas. A su lado, un aglaonema (Aglaonema commutatum cv.) está igualmente llorando, ya que son muchas las especies que tienen esta peculiaridad de emitir agua a través de los poros.
La estructura por la que esta agua se emite se llama hidátodo, y es un proceso que se hace evidente principalmente por la noche, cuando la transpiración —la pérdida de agua en forma de vapor por la apertura de los estomas— desciende. El asombro con las plantas es una constante, e investigadores de la Universitat de València, en colaboración con otros colegas, han descubierto que no es solo agua lo que estas plantas emiten, sino que en el líquido hay una fuente de alimentación para ciertos animalillos. Esto es debido a que en ella se encuentran proteínas y carbohidratos, y que gracias a esta gutación nutricia hay insectos beneficiosos para las plantas que alargan su vida. Entre estas especies de insectos se encuentran avispillas que luchan contra las plagas de las propias plantas que gutan, así como de insectos que ayudan a polinizarlas. Esto se traduciría en una nueva y maravillosa adaptación botánica, en una nueva cooperación con el reino animal. Este estudio menciona que “este proceso se podría dar en numerosos cultivos donde la gutación es común. Se trata de arroz, trigo, cebada, centeno, avena, sorgo, maíz, tabaco, tomate, fresa y pepino, entre otros”, por lo que se ve que este fenómeno no es algo restringido a las plantas que se cultivan en el interior de las casas.
Esta gutación no es el único proceso por el que se puede observar la emisión de fluidos en las plantas. Otro frecuente es el producido por los llamados nectarios extraflorales. Un nectario es aquella glándula que produce el néctar, que es la dulce recompensa de las flores para sus polinizadores; este néctar también es la base para la fabricación de la miel por parte de las abejas.

Pues bien, a pesar de que la mayoría de los nectarios están asociados a las estructuras florales, en no pocas ocasiones también aparecen fuera de ellas, de ahí ese nombre mencionado de nectarios extraflorales. En los jardines españoles es muy frecuente encontrar una especie que los porta en sus hojas: el laurel cerezo (Prunus laurocerasus). Si se observa con detenimiento la base de sus hojas, por el envés, se apreciarán unos puntos de un color diferente, que en época propicia incluso estarán brillantes, debido a la presencia de néctar. En este caso no está preparado para recompensar a ningún insecto polinizador, sino para establecer un nexo con las hormigas, quienes acudirán golosas a libar ese dulce líquido. A cambio, estas le ofrecerán su protección, como si de un pacto de sangre se tratara.

En el género Prunus —que engloba a cerezos, ciruelos, albaricoqueros o melocotoneros— hay muchas especies que presentan estos nectarios extraflorales, sobre todo en el peciolo —el rabito que sujeta la hoja a la rama—, y son fácilmente apreciables a simple vista. Pero no solo están presentes en estos frutales, y miles y miles de especies recurren a esta treta para generar esta alianza con los animales. Mercedes García Bravo, ingeniera agrónoma especialista en cactus y otras plantas suculentas, recuerda que “hay especies, como Ferocactus latispinus, que tienen nectarios extraflorales en las areolas —las yemas especializadas de los cactus—, para atraer a esos insectos incluso en las regiones más áridas”. Otras especies de cactus también excretan este néctar, como Coryphantha o Cylindropuntia.
Quienes tengan una alegría de la casa (Impatiens walleriana) habrán apreciado que en unas pequeñas prolongaciones que tienen sus hojas y peciolos aparecen unas bolitas traslúcidas. Si alguna vez las han probado, su lengua habrá recibido una recompensa dulce. De nuevo se trata de nectarios extraflorales, y en esta familia de plantas el líquido suele cristalizar fácilmente en contacto con el aire, por lo que consigue que los insectos puedan llevarse el diminuto fardo azucarado a casa. Otras plantas de interior poseen estas fábricas de caramelitos, como la antaño más popular tetrastigma (Tetrastigma voinierianum), una poderosa planta trepadora asiática.

Las personas amantes de las orquídeas mariposa (Phalaenopsis cv.) habrán visto que, a veces, el envés de las hojas de su planta se llena con unas gotas transparentes y de consistencia espesa. Se podrían achacar a la melaza —el líquido dulce que segregan insectos parásitos como los pulgones o las cochinillas—, pero en realidad es un fluido que produce la propia orquídea, y que en inglés recibe el divertido nombre de happy sap (savia feliz). Esta “savia” se origina en plantas que se encuentran fuertes y que cuentan con un balance apropiado de agua y de nutrientes, si bien es cierto que muchos cultivadores suelen limpiarla con un paño mojado en agua caliente, para evitar ese tacto pegajoso.
Visto lo visto, las plantas también lloran por diversas razones, y no por ninguna mala, realmente. Descubrir estos pequeños secretos suyos hará que la persona que las cultive se sienta más próxima a sus compañeras vegetales.
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