Cómo cultivar y cuidar una estrella de tierra en casa
Primos lejanos de las piñas, la anatomía de los criptantos es muy elegante, con hojas rígidas de bordes con un fino dentado y coloraciones y patrones fascinantes. Resistentes al ambiente seco del interior de los hogares, donde más disfrutan es muy cerca de una ventana


Las dulces piñas, fruta tropical donde las haya, tienen unas primas lejanas muy curiosas que adornan los interiores de las casas. Estas parientes son de porte más pequeño —muchas no superan los 10 centímetros de altura—, y cuentan con un nombre popular muy poético que deriva del inglés: estrella de tierra, en contraposición a aquellos extraños animales que son las estrellas de mar. El nombre científico de su género es el de Cryptanthus, y su origen es brasileño, en concreto del este del enorme país. Como la piña (Ananas comosus), los criptantos son bromelias, una familia de plantas que engloba cientos de especies ornamentales, como las de los géneros Vriesea, Neoregelia, Nidularium, Guzmania o Aechmea. A pesar de estos nombres un poco extraños, son plantas muy frecuentes en los escaparates de las floristerías.
Unas bromelias se adaptaron a crecer en tierra, otras en el aire, como les ocurre a muchas de las tilandsias (Tillandsia spp.), a las que les encanta colonizar ramas de árboles y cables de teléfonos desde los que desarrollan su anatomía de hojas grisáceas. Los criptantos eligieron el camino de la tierra, y por ello se cultivan en sustrato. Julio Sánchez, productor y distribuidor de Bromelia BCN, comercializa y cultiva criptantos desde hace años, y recomienda un sustrato “muy poroso y orgánico, junto con una maceta que drene muy bien el agua”. “Yo utilizo una mezcla con dos partes de corteza de pino de tamaño pequeño, dos partes de fibra de coco, una parte de perlita y un poco de humus de lombriz”, detalla. Así imita los suelos en los que habitan estas plantas en la naturaleza, un sotobosque en el que otras especies más grandes que los criptantos aportan materia orgánica en forma de hojas caídas, que airean la tierra.
Su anatomía es muy elegante, con hojas rígidas de bordes con un fino dentado, pero que no dañan al tacto e incluso es agradable. Cuando se las toca, sorprende su textura y su dureza, con una consistencia que no parece de una planta viva, y da una idea acertada de que son unos vegetales bastante resistentes a ciertos niveles de estrés cuando se cultivan en casa. Parte de esa fortaleza se la da el hecho de no tener plagas prácticamente, aunque no resiste el frío, ya que con temperaturas por debajo de 10°C sus tejidos pueden dañarse y llevar a la planta a la muerte.

El color de sus estrechas hojas es muy variable, incluso dentro de una misma especie; esta diferencia es una consecuencia directa de la intensidad lumínica que reciba la planta. La variación se acrecienta por los patrones que muestran, desde líneas a lo largo de las hojas hasta los zigzags a lo ancho de las mismas, con colores que conjugan los tonos verdosos, los crema, los rosados y rojizos y los plateados. A veces, las hojas son tan oscuras que proporcionan a la planta un aspecto de lo más tétrico, como en el cultivar Cryptanthus ‘Don Garrison’.
Al vivir en regiones boscosas con periodos de sequía estacional, las estrellas de tierra resisten el ambiente seco del interior de las casas, y donde más disfrutan es en un lugar muy cerca de una ventana. No es necesario que les dé el sol directo, pero son más felices y sus tonos se realzan si sus rayos inciden sobre ellas durante unas horas, evitando el sol más fuerte del mediodía.

Si sus tonos se apagan y no tienen viveza será un indicativo de que la planta necesita más intensidad lumínica, por lo que habrá que trasladarla a otro sitio. Asimismo, puede ocurrir que sus nuevas hojas sean bastante más largas y estrechas que las que traía del viverista, lo que también será una señal de que necesitan más luz. “Si aparecen puntas marrones en las hojas más viejas, es un proceso normal”, recuerda Julio Sánchez. Bastará con ir cortando las partes marrones, una vez que la planta ha reabsorbido todos sus nutrientes para reaprovecharlos.
Para cultivar un criptanto es preferible una maceta estilo bandeja, plana, y con unos 10 centímetros de profundidad ya hay volumen de sobra para sus raíces. Son unas plantas muy adecuadas para juntar varias en el mismo tiesto, y así elaborar una composición muy estética, con hojas que se entrelazarán y acariciarán las unas a las otras.

En lo que respecta al riego, es fundamental no pasarse con él, y es mejor que el sustrato se seque antes de recibir la siguiente dosis de agua. Como mínimo habrá que dejar secar la capa superior del sustrato, ya que las estrellas de tierra prefieren tenerlo así a que esté constantemente húmedo. En el caso de que su raíz se pudriera, la roseta suele permanecer viva: bastará con quitar algunas hojas de la base y pincharla en un nuevo sustrato para que emita nueva raíz, y, eso sí, no volver a caer en el error de regarla en exceso. Por último en lo referente al riego, hay que recordar no dejar agua estancada en la roseta central, por si acarrea problemas de podredumbre.
Para el abonado se podría decir que no son muy demandantes en nutrientes, pero siempre les beneficiará un abono ligero —bajo en nitrógeno— para producir más hojas y tonalidades intensas. Si se utiliza un abono para plantas verdes, es oportuno emplear la mitad de la dosis que recomiende el fabricante, para no estimular un crecimiento excesivo. Este se aplicará en los momentos de crecimiento activo de la planta, entre la primavera y el otoño.

Julio Sánchez destaca dos características por las que cuidar estrellas de tierra en casa: “Por la facilidad de cultivo y por su coloración, que las hacen fascinantes”. Y es que la resistencia de los criptantos es muy alta, por lo que puede ser una opción muy acertada para regalar a un niño y que la cuide en su habitación, al lado de la ventana.
Aunque ya no son tan populares como en el siglo pasado, todavía gozan de una amplia variedad de especies y de cultivares, con coleccionistas que persiguen la mínima diferencia de color en algún ejemplar para criarlo y acrecentar su familia bromeliácea. El criptanto más habitual es Cryptanthus bivittatus, con muchas variedades posibles que tiñen sus hojas de tonos rosados y rojizos; entre estos cultivares hay algunos muy rojizos, como ‘Red Star’.
Una de las estrellas de tierra más impresionantes es Cryptanthus zonatus, con un diseño atigrado en sus hojas oscuras muy decorativo e impactante. Antiguamente, se comercializaba mucho Cryptanthus bromelioides var. tricolor, pero ahora no es tan fácil de encontrar, con su triple coloración verde, crema y rojiza en las hojas. Cryptanthus acaulis es una rareza dentro de los criptantos, por sus llamativas flores blancas perfumadas, las más grandes de este género, que no suele tener unas flores especialmente atractivas y que aparecen erráticamente. Pero también está el sofisticado Cryptanthus lacerdae ‘Menescal’, la provocativa Cryptanthus ‘Rosea’… Muchas estrellas de tierra para elegir, cada cual con su propia belleza.
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