Pilea o planta china del dinero: puede que no traiga la riqueza a tu hogar, pero sí belleza
Es una especie con un fuerte fototropismo, tiene tendencia a que su tallo se doble hacia la luz. Para evitarlo, se suele entutorar con una caña de bambú para erguirla. Sus hojas son redondeadas, con forma de moneda, y de un verde fresco hipnótico
Las modas también afectan a las plantas. Por poner un ejemplo, se podría viajar a Alemania, justo a comienzos de la década de 2010. En ese momento, en ciudades como Berlín, Dresde o Núremberg es fácil encontrarse en alguna de sus casas con una planta herbácea de lo más sencillo y hermoso. Sus hojas tienden a ser redondeadas, de un verde fresco hipnótico, con su rabito —peciolo— muy alargado e insertado en un lateral de la lámina foliar. Si la planta es añeja, puede tener un tronco de apariencia leñosa, pero flexible, hasta el punto de conformar una estética de pequeña palmera, si se la ha guiado y entutorado para que se mantenga recta. La especie de este vegetal tan extendido por el país germánico es Pilea peperomioides, de la familia de las ortigas, una urticácea venida de fuera de Europa.
Lo curioso de esta planta es que, en aquellos años, era muy difícil de ver en España, ausente de los comercios así como de las casas. De hecho, solía llamar la atención a los aficionados al cultivo de plantas de interior, que incluso desconocían su existencia. Pero, de repente, ocurrió lo que tantas otras veces: los viveristas reprodujeron y comercializaron abundantemente esta especie, para extenderla por todos los rincones de la geografía patria. Una vez más, la moda afectaba para bien a una planta, que abandonó su lugar de origen para colonizar los salones y habitaciones de todo tipo.
La historia de cómo esta pilea llegó a Europa la recopiló el taxónomo botánico inglés Phillip James Cribb, del Real Jardín Botánico de Kew, en Londres. Parte del relato detalla cómo Agnar Espegren, un misionero noruego, llevó a su país una planta desde China en 1946, siendo ese ejemplar el que diera lugar a cientos y cientos de hijos que se extendieron por toda Noruega, al ser compartida entre los cultivadores. La facilidad con la que esta pilea genera brotes basales a mansalva posibilita esta reproducción, ya que basta con cortar alguno de esos hijuelos para enraizarlos convenientemente en agua, antes de enmacetarlos. Con buena luz, sin sol directo, y dejando secar el sustrato entre riego y riego, esta especie es muy amable a la hora de cultivarla, sin que haya que buscarle unas condiciones muy específicas para que crezca sin problemas en el interior de la casa.
Si la planta se vuelve muy desgarbada, algo que puede ocurrir después de muchos años, otro punto a su favor es que rebrota muy bien desde la base, cuando se la somete a una poda severa. Una vez acortada, a ras del sustrato incluso, retoñará desde sus propias raíces. Con la parte cortada es conveniente hacer esquejes, que también enraizarán bien, tanto en agua como en tierra.
Se trata de una especie con un fuerte fototropismo, es decir, con un marcado crecimiento hacia la luz, ya que tiene una tendencia a que su tallo se doble exageradamente hacia la ventana más próxima. Para evitarlo, se suele entutorar con una caña de bambú, para mantenerla erguida. Asimismo, es una de esas plantas cuya maceta se suele girar ligeramente cada vez que se riega, para que el ejemplar reciba luz cada vez desde un lado diferente, evitando el vicio de crecer hacia el mismo sitio.
El porqué de uno de sus nombres populares, planta del dinero china, hay que buscarlo en su origen asiático y en la forma de sus hojas. De hecho, hay más especies con hojas redondeadas, que se asemejan a monedas, que tienen ese mismo nombre popular de planta del dinero, como la especie Hydrocotyle vulgaris, una herbácea habitual especialmente en los jardines en sombra y con buena humedad en el sustrato. Como consuelo, si estas plantas no nos traen dinero, sí que al menos nos traerán belleza a la casa.
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