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‘Coco’ no es una maleta: cómo viajar en avión con perros y gatos

En los aeropuertos europeos las mascotas de más de 10 kilos se facturan como equipaje y vuelan en la zona de carga de los aviones, un lugar que puede suponer un riesgo para los animales

Una pasajera acompañada de su mascota en un avión.
Una pasajera acompañada de su mascota en un avión.Su Arslanoglu (Getty Images)
Enrique Alpañés

Federico Brazzi sabía que adoptar a un perro traería una serie de gastos extra. Nunca pensó que comprar un coche fuera uno de ellos. La cosa empezó a ser evidente cuando su podenco de ascendencia incierta siguió creciendo más de lo esperado, hasta alcanzar los 14 kilos. Fue entonces cuando comprobó que hacer largos viajes con un perro de más de 10 kilos es difícil y arriesgado. Este es el límite de peso, incluido el transportín, que ponen la mayoría de compañías de trenes y aviones para poder sentar a la mascota junto a su dueño y no en la bodega, donde se acumulan las maletas. Así que, cuando empezó a resultar obvio que no habría dieta capaz de garantizar al cachorro un billete en cabina, este profesor de 37 años se compró un coche. Todos los años, al llegar el verano, lo coge y recorre los casi 2.000 kilómetros que separan Madrid, la ciudad donde vive, de Roma, la ciudad donde nació. Cambia las dos horas y media de viaje de avión para lanzarse a una aventura de tres o cuatro días, con más de 20 horas tras el volante. “Es la mejor de las opciones”, resume por teléfono.

Puede que, por ley, las mascotas sean consideradas seres sintientes, pero a la hora de viajar se tratan como simple mercancía. Los perros, a menos que sean guías, se meten en jaulas. Las jaulas se encajan debajo de los asientos si el can o el gato es pequeño; se apilan en las bodegas si es grande. Viajar de esta manera no solo es estresante para el animal, puede ser peligroso. Las condiciones de la bodega de carga de los aviones comerciales no son agradables: las temperaturas fluctúan de forma salvaje, el ruido es fuerte y la presión del aire puede caer de forma significativa. La muerte de animales en aviones sigue siendo relativamente rara. Según las estadísticas del Departamento de Transporte de EE UU, 26 mascotas murieron mientras viajaban en aviones en 2016, una tasa de 1 por cada 20.000 animales transportados. No hay datos de España, pues no existe obligación de llevar un recuento de estos incidentes, pero la Asociación Internacional de Transporte de Mascotas y Animales (IPATA, por sus siglas en inglés) afirma que los viajes de carga son seguros si se toman las precauciones adecuadas.

Para subir a Coco (el nombre más usado para las mascotas españolas, según un estudio de la agencia Newman) al avión, hay que hacer un estudio previo de las condiciones de todas las compañías. Ryanair, easyJet y Wizzair, como mayoría de las low cost, no permiten viajar con animales de compañía, ni grandes ni pequeños. Sí lo hace Vueling, siempre que pesen menos de 10 kilos, pues no tiene habilitada la bodega para transportar animales. Para embarcar a un animal más grande hay que pasarse a las aerolíneas tradicionales. Y aún así existen ciertas limitaciones. Iberia y Air Europa prohíben el viaje en bodega a perros potencialmente peligrosos, por razones de seguridad, y a los braquicefálicos o de hocico chato (como los bulldogs o los boxer). “Este tipo de perros presentan muchos problemas respiratorios”, señala Enrique Solís, director de LealCan Adiestramiento, con más de 25 años de experiencia en el sector. “Si a esto le sumamos el estrés derivado de las condiciones del viaje en bodega, puede ser una combinación fatal”.

Las condiciones no solo cambian según la compañía, sino según el destino. En Europa las normas para viajar con animales son más estrictas que en EE UU. Muchas compañías aéreas estadounidenses permiten a los perros volar en cabina sin límite de peso si tienen el certificado de animales de apoyo emocional. Estos serían “animales que aportan beneficios terapéuticos a sus dueños a través del afecto y el compañerismo”, según el registro estadounidense de Emotional Support Animal. Conseguir un certificado de este tipo era algo relativamente fácil, tanto que en enero de 2020 el país endureció la ley que permite a este tipo de animales viajar en cabina exigiendo que recibieran un entrenamiento para poder comportarse bien durante el vuelo.

Solís incide también en esta idea. Cree que la educación de los canes es básica para poder garantizar su buena convivencia con otros pasajeros en espacios cerrados como puede ser el avión o el tren. Pero ya que esta no siempre se puede garantizar, hay modelos que apuestan por la convivencia buscando espacios diferenciados. “Se puede habilitar un lugar específico, como ocurre en el metro de Madrid [donde desde 2016 los viajeros con mascotas solo pueden subir al último vagón]. De esta forma las personas a las que no les agradan los perros, tienen alergias o miedos, podrían viajar en otro vagón o vuelo sin que se sientan perjudicados”.

Perros en el AVE
Renfe hará una prueba piloto para permitir viajar con perros grandes de hasta 40 kilos en los AVE Madrid-Barcelona.RENFE (RENFE)

Este es el modelo por el que podría empezar a optar la alta velocidad española. La prueba piloto de Renfe, que permitirá viajar con perros grandes en el AVE durante tres meses en la línea Madrid-Barcelona, se podría extender a toda la alta velocidad próximamente. Esto supondría una buena noticia para los más de siete millones de perros registrados en España. En los trenes de corta distancia se hace sin problema desde hace tiempo. En Cercanías se permite viajar con mascota sea cual sea su tamaño. En el caso de perros que no vayan en transportín, deben llevar bozal y una correa no extensible.

Consejos para viajar con el perro en coche, tren o avión

Antes de realizar un viaje largo con una mascota hay que prepararse bien. Es lo que recomienda la IPATA, que sugiere adiestrar a los perros o gatos y acostumbrarlos previamente a estar en su transportín. Solís se muestra de acuerdo. “La mayor parte de los educadores caninos acostumbramos a nuestros perros al transportín de forma progresiva, planificada y adecuada ya que, en determinados contextos, puede ser un buen lugar en el que permanecer”, asegura. Sin embargo, el problema a la hora de viajar, opina el entrenador, va más allá del transportín: “Pueden pasar demasiadas horas encerrados en él cuando no deberían estar más de dos (o excepcionalmente cuatro horas); lo hacen en condiciones térmicas inadecuadas; a veces con un manejo deficiente del transportín por parte del personal de carga…”.

Ante estas condiciones adversas, algunos dueños optan por darle tranquilizantes. La IPATA recomienda no hacerlo, pues la sedación suprime la regulación respiratoria y de la temperatura corporal y puede tener otros efectos negativos en la fisiología del animal. Pero señala que hay ayudas naturales para calmarlos que pueden suponer una gran diferencia, desde juguetes o golosinas hasta cualquier cosa que haya prescrito el veterinario tras una consulta sobre el próximo viaje. Este último factor es clave, pues la forma en la que el animal afronta el viaje, la separación de sus dueños o las condiciones extremas puede variar enormemente.

Federico Brazzi está preparando su próximo trayecto a Roma con su perro. Valora positivamente iniciativas como la de Renfe y cree que si el proyecto pasa el periodo de prueba lo usará. No se muestra tan convencido con el avión. “No me fío, no quiero hacer un viaje tan largo separado de mi perro, sin ver cómo está”, asegura. Así que, de momento, le esperan largas horas al volante, con su mascota durmiendo plácidamente en la parte de atrás del coche. “No me molesta”, dice, “puedo echar todas las horas de viaje que sean, siempre que él esté bien”.

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Sobre la firma

Enrique Alpañés
Licenciado en Derecho, máster en Periodismo. Ha pasado por las redacciones de la Cadena SER, Onda Cero, Vanity Fair y Yorokobu. En EL PAÍS escribe en la sección de Salud y Bienestar

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