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Ayuso insta al PP y a la derecha mediática a adoptar un discurso más duro con su guerra a “los tibios”

La presidenta de Madrid acuña un nuevo término para sustituir al de ‘derechita cobarde’

Juan Diego Quesada

El entorno de Isabel Díaz Ayuso cree que el país se encuentra al borde de una ruptura en la que hay que tomar partido de forma inequívoca. “Es momento de enfrentarse sin ambages a un autócrata marrullero que usa las instituciones y los reglamentos para mantenerse en el poder”, insiste una fuente del entorno de la presidenta de Madrid cuando habla de Pedro Sánchez y la difícil situación que vive el Gobierno por los casos de corrupción, a lo que se suma la dilación del PSOE a la hora de investigar denuncias internas de militantes por situaciones de acoso.

La presidenta de Madrid tiene un adjetivo para todos aquellos que no parecen dispuestos a adoptar posiciones radicales: “tibios”. Lo ha utilizado en sus últimos discursos sin mencionar a nadie en concreto, pero quizá no haga falta. Los analistas lo interpretan como una invitación a sus colegas de partido que no tienen una actitud tan beligerante como para adoptar un mensaje más duro y agresivo en un momento en el que ven débil a Sánchez. También lo creen desesperado por su acercamiento a Junts, aunque el líder del PP, Alberto Núñez Feijoo, también lo haya hecho (a través de empresarios catalanes afines) para que se sume a una moción de censura.

La gente que rodea a la presidenta tiene la sensación de que el momento resulta crucial para imponer una narrativa negativa hacia el Gobierno central de la que Sánchez, tan dado a las resurrecciones políticas, no se pueda recuperar. Contra la confrontación que ellos perciben desde el otro lado, más confrontación. Ese entorno insiste en afirmar que “cualquiera que sea de izquierdas” se ha pasado “al activismo” pro-Sánchez, y que enfrente el presidente tiene a más dispuestos “a callar” que a “enfrentarse” a su Gobierno. O a su “régimen”, como lo califican.

En el PSOE interpretan que el hablar de “tibios” esconde otro ataque soterrado a Alberto Núñez Feijóo, una disputa partidista que en Ferraz gusta promover porque se considera que Ayuso representa todo a lo que se oponen los socialistas de una manera mucho más clara que el líder del PP. Y enfrentándose a ella, Sánchez de paso deja en un segundo plano a quien de verdad parece que le va a disputar las urnas, en 2027 a menos que se produzca un adelanto electoral.

Otra fuente cercana a la presidenta, que estaba presente en el momento en el que ella escribió un discurso en el que incluía el término, asegura que no va dirigido a sus compañeros de partido, más bien a opinadores que aparecen en las tertulias, que se han multiplicado por todos lados e influyen a la hora de generar opinión. En Telemadrid, la televisión pública autonómica, se usa un tono muy contundente y confrontativo, en la línea que pide ahora extender Ayuso.

Sus palabras en un acto del PP en Madrid, en el que se protestaba por los casos de corrupción que rodean al Gobierno de Sánchez, dejan poco lugar a la interpretación: “El tibio incomodado, que tanto abunda en las tertulias, puede seguir mirando para otro lado mientras confunde moderación con cobardía, que es lo que está pasando. Así que aquí les digo otra cosa, los esguinces de cuello para los tibios, los que caminamos de frente, no tenemos esos dolores“.

Los tibios son la nueva “derechita cobarde”, un término que se acuñó para referirse a un conservadurismo moderado español, encarnado históricamente en una parte del PP, que no adoptaba posiciones radicales, a diferencia de lo que ocurría en otros países europeos. Era una llamada a combatir lo que ese segmento de la derecha llama la agenda woke y a cuestionar el feminismo, el cambio climático o la identidad de género. A emprender la batalla cultural. Y en eso Ayuso le saca varios cuerpos de distancia a otros políticos.

En ese discurso no entran matices. La presidenta habla ahora de ETA cuando se refiere al apoyo de Bildu al Gobierno central, como si la banda terrorista existiera y no se hubiera desarticulado en 2011. Hacerlo le ha costado hasta la reprimenda de Consuelo Ordóñez, hermano de un diputado del PP vasco asesinado y perseguida ella misma por la banda. Sánchez va a camino de convertirse en un “autócrata”, si es que no lo ha hecho ya. Aunque la Transición fue fruto de un consenso entre partidos y sensibilidades políticas, la presidenta acusa a la izquierda de querer borrar ese legado y enfrentar a los españoles, cuando el asunto es bastante más complejo que eso y tiene más interpretaciones.

En cualquier caso, Ayuso y su equipo le han declarado la guerra a los comedidos, los sobrios, los prudentes. En un océano de opiniones, lo que diga la presidenta de Madrid tiene más eco que lo que diga el resto, lo que la ha convertido en un personaje singular y de primer nivel de la política española. Ayuso levanta más pasiones que la mayoría de sus compañeros de partido, incluido Feijóo, un político de otra escuela. En un momento crucial, dicen los que la rodean, hay que tomar posturas firmes: no a los tibios.

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Sobre la firma

Juan Diego Quesada
Nació en Remscheid, antigua RFA, en 1983. Comenzó su carrera en Domingo, suplemento de reportajes de EL PAÍS. En 2013, desde México, contribuyó a la creación de EL PAÍS América. Estuvo en las secciones de Internacional y Madrid. Fue cinco años corresponsal de la región andina. Ahora cubre la actividad de Isabel Díaz Ayuso, presidenta de Madrid.
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