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Una victoria para Ayuso y Miguel Ángel Rodríguez con un bulo de por medio

La presidenta de Madrid y su asesor principal impulsaron el caso contra el fiscal general con una información que el asesor ha reconocido como falsa

Juan Diego Quesada

Isabel Díaz Ayuso y Miguel Ángel Rodríguez se han apuntado este jueves una victoria con la condena al fiscal general, acusado por filtrar el correo electrónico en el que el abogado del novio de la presidenta de Madrid reconocía dos delitos fiscales. Esa era la prueba de que Alberto González Amador asumía su culpabilidad para alcanzar un acuerdo de conformidad que le rebajara la pena. “Toda la prensa internacional recoge el fallo del Supremo porque no se concibe, en una democracia libre, utilizar los medios del Estado para hacer política delinquiendo, y todo a costa de un particular”, ha reaccionado Ayuso en redes sociales.

Ayuso, por motivos obvios, y Rodríguez (MAR), el asesor más poderoso del PP de Madrid, son dos de los grandes protagonistas de esta causa que llevó al banquillo por primera vez en la historia a un fiscal general, en este caso Álvaro García Ortiz. Rodríguez maniobró con una parte de la prensa para dar a entender que era la Fiscalía quien proponía un pacto, y no al revés. Según él, ese acuerdo se había retirado “por alguien de arriba”, lo que señalaba directamente al Gobierno de Pedro Sánchez. El asesor ha tenido que reconocer en el juicio, donde actuaba como testigo, que no era cierta esa información, sino una interpretación suya. Consultado por EL PAÍS, MAR ha comentado: “Estamos muy contentos. Esto es un éxito sin precedentes de la democracia”.

Ayuso ha intentado convertir el juicio al fiscal general en una especie de exculpación para González Amador, al que igualmente se le ha abierto juicio en un juzgado de Madrid por sus delitos fiscales, que superan los 300.000 euros. La presidenta defiende que su pareja, Alberto González Amador, y ella misma, sufren la persecución del Gobierno central. Rodríguez acuñó contra el fiscal una expresión que utiliza recurrentemente desde entonces, “el fiscal va P’alante”. Escucharlo ahora resulta profético.

Los pulsos que ha librado Ayuso en su carrera política los cuenta por victorias. En las urnas venció a Pablo Iglesias, que dimitió como vicepresidente de España para intentar derrotar a la presidenta. No le salió bien al entonces líder de Podemos, e Iglesias se pasó a la comunicación y la hostelería. Antes, la oposición no logró hacer valer ni en la justicia ni en una investigación en la Asamblea un caso por un trato preferente y personalizado a ella, cuando era diputada, por parte de Avalmadrid. La sociedad que ayuda a pymes y autónomos le informó sobre las condiciones de un aval concedido a una empresa participada por su padre, una operación en la que se logró un crédito de 400.000 euros. Tampoco ocurrió nada con la investigación abierta por las muertes en las residencias durante la pandemia. Ni cuando Pablo Casado, entonces líder del PP, consiguió información de que el hermano de Ayuso ganó en comisiones más de 200.000 euros por la venta de mascarillas. En vez de dañar a la presidenta de Madrid, fue Casado el que acabó saliendo por la puerta de Génova.

Durante el juicio se vivieron momentos de mucho dramatismo. Un periodista de eldiario.es dijo que se encontraba frente a un dilema moral, revelar la fuente que le pasó la información o exponer al fiscal a una condena injusta. González Amador también se mostró como un personaje trágico al decir que había dudado en irse de España o suicidarse. El fiscal que le tomaba declaración le aconsejó que no tomara ninguna decisión irreversible sin consultar antes con su abogado.

En el tú a tú con el fiscal general también se ha impuesto Ayuso, al menos por ahora. (Es probable que este asunto termine en el Tribunal Constitucional, que podría dar la razón al fiscal.) Los supuestos delitos de González Amador han mutado en el caso de García Ortiz. No ha habido ninguna prueba clara contra él, y sí muchos testimonios que desmontan el informe de la Guardia Civil. Ha dado igual. La sensación de los que han cubierto el juicio es que el relato lo iba ganando González Amador. Y así ha sido.

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Sobre la firma

Juan Diego Quesada
Es el corresponsal de Colombia, Venezuela y la región andina. Fue miembro fundador de EL PAÍS América en 2013, en la sede de México. Después pasó por la sección de Internacional, donde fue enviado especial a Irak, Filipinas y los Balcanes. Más tarde escribió reportajes en Madrid, ciudad desde la que cubrió la pandemia de covid-19.
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