El “juego” de los perros rescatistas entrenados para encontrar a desaparecidos como los del derrumbe del edificio de las Hileras
Los canes encargados de buscar entre los escombros, frecuentemente pastores belga malinois, son entrenados con premios y tienen dificultades cuando se encuentran con tela asfáltica

Los héroes no siembre llevan capa. Algunos caminan en cuatro patas y, en lugar de un llamativo traje, visten con un pelaje natural. Los perros de rescate son vitales cuando ocurren emergencias como la de este martes en el centro de Madrid, donde el derrumbe de un edificio en obras ha dejado al menos dos muertos, tres heridos y dos desaparecidos. La tarea para localizar a las personas atrapadas bajo los escombros nunca es sencilla, pero el instinto y las cualidades de estos caninos ―sumadas a un intenso entrenamiento― son claves para aumentar las probabilidades de hallarlas con vida. Lo curioso es que los perros no son conscientes de que la búsqueda que realizan es para rescatar a un ser humano. La motivación, basada en el entrenamiento, es que lo hacen para conseguir un premio: el juego.
Para graduarse como miembros de una unidad de rescate, los perros deben prepararse junto a aquellos que serán sus guías. La selección es la primera fase del proceso. Susana Izquierdo, presidenta de la Escuela Española de Salvamento y Detección con Perros, explica que no todo el mundo sirve para esta misión. Una persona a la que le gusten los animales no necesariamente será un buen guía. “Tiene que ser capaz de integrarse a un equipo de rescate y de soportar la carga emocional y la responsabilidad que supone intervenir en una situación de este tipo”, asegura. El guía ideal también debe ser “disciplinado y constante”, además de una persona con autoridad. “Debe ser capaz de tener la cabeza fría y el corazón caliente, porque el perro necesita una estabilidad emocional”.
Oaker, Lima, Kova y Morty son cuatro pastores belga malinois que entrenan en la escuela de salvamento. Izquierdo apunta que esta raza es una de las más comunes en las unidades caninas de rescate, junto con los pastores alemanes y razas de caza como el springer spaniel. Oaker, el más joven, tiene seis meses y está en la etapa de socialización, en la que aprende a adaptarse a cualquier entorno en el menor tiempo posible. Después el entrenamiento se enfoca en enseñarle a seguir reglas, todo mediante el juego.
La preparación continúa con pruebas en una situación de trabajo. En el caso de los perros de rescate en estructuras colapsadas, primero se les enseña a moverse adecuadamente por esos espacios críticos. “El perro de forma natural no se mete en esos berenjenales porque es un terreno peligroso”, subraya Izquierdo. A pesar de ser un entorno hostil, al perro se le enseña a que también puede buscar a una persona y jugar con ella. “El entrenamiento del perro es ir por instinto, igual que cuando le enseñamos a buscar la pelota en el parque”, detalla.
Pero las búsquedas no siempre son exitosas. En septiembre, una explosión en Vallecas sembró dudas cuando, después de que los servicios de emergencia descartaran víctimas, fueron hallados dos cuerpos bajo los escombros: El primero, un día después de la emergencia y el segundo, dos días después. Mary Luz López, madrileña de 51 años, ha trabajado casi tres décadas como guía canina y reconoce que los perros de rescate no son infalibles. Incluso el perro más experimentado puede fallar si las condiciones son desfavorables para detectar olores. “Hay veces que el escombro está muy colapsado o ciertos materiales ―como la tela asfáltica― impiden que el perro detecte el olor”, explica. También puede ocurrir que se usen perros para localizar personas vivas en lugar de fallecidas, pues el entrenamiento es diferente. En el caso del segundo grupo, son entrenados para detectar el olor de las sustancias que genera un cadáver.
López, que forma parte de los guías voluntarios de la Escuela Española de Salvamento y Detección con Perros, es la entrenadora de Neus, una mezcla de pastor alemán con belga malinois de cinco años. Las dos estuvieron en Turquía tras el terremoto de 2023, y esta fue la primera gran operación en la que participó Neus. En vista de que la búsqueda es un juego para los perros rescatistas, si pasan varias horas sin localizar una víctima, pueden perder la motivación. “Ellos no buscan a las personas por amor. Es como nosotros, te puede gustar mucho tu trabajo, pero al final esperas algo a fin de mes”, dice López. Cuando esto pasa, junto con su equipo, falsean un rescate: uno de ellos se esconde para que el perro lo encuentre. Así recupera la motivación.
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