Los únicos estudiantes de Lengua de Signos de toda España se pierden más de un mes de clases por falta de profesores

Lucía Oliveira Rodríguez (Madrid, 21 años) llegó emocionada el 9 de septiembre a su primera clase de cuarto curso de Lengua de Signos en la Universidad Rey Juan Carlos, se sentó en su escritorio, esperó más de 20 minutos, pero no apareció ningún profesor. Le pasó lo mismo al día siguiente, y el día después de ese, hasta que le informaron de que algunas asignaturas aún no tenían profesores asignados e incluso ni siquiera contratados. Han pasado tres semanas desde el inicio del curso y sigue esperando recibir clases en tres de las cinco materias que matriculó. “Le escribí a los profesores que salían asignados en el horario, pero no recibí respuesta porque no están contratados y no tienen acceso a los correos de la universidad”, cuenta la joven. En esta misma situación se encuentran decenas de estudiantes de este grado, el único de su tipo, encargado de suplir la demanda de intérpretes al castellano para toda España.

Desde el primer día sin clase, los estudiantes intentaron conocer lo que ocurría. Preguntaron en recepción, pero no se les dio ninguna explicación. Los delegados de la titulación lograron conversar con el responsable del grado, pero, según asegura Oliveira, lo único que se les envió fue un listado de las asignaturas que estaban afectadas por esta situación, sin que se les diera ninguna aclaración o solución. Días después se enteraron de que había un retraso en los procesos de contratación. “Hemos sido estafados. En el periodo de matriculación nadie nos ha avisado. Yo llego a saber que me van a faltar cuatro profesores y no me matriculo en esas asignaturas, me matriculo otras para ir avanzando”, cuenta la estudiante a este diario. Cada asignatura le ha costado unos 100 euros y, de momento, no le han dicho si la universidad le devolverá el dinero del tiempo en el que no habrá clases.

Desde de la Universidad Rey Juan Carlos han confirmado a EL PAÍS que a día de hoy, casi tres semanas después del inicio del curso, hay 11 de las 37 asignaturas de toda la carrera sin profesores: cinco en la sede de Moncloa - Quintana y seis en la de Alcorcón. Sostienen que la base del problema ha sido la aplicación de la Ley Orgánica 2/2023 del Sistema Universitario (LOSU), con respecto a la contratación de profesorado. Esta eliminó los contratos de algunas figuras como los ayudantes y los profesores visitantes [de otras universidades que llegan para desarrollar tareas docentes e investigadoras durante estancias cortas] que no tenían ese perfil. Por lo que a partir de este curso, algunos contratos se cancelaron y se abrieron para oposición. “Los procesos de contratación sí se han llevado a cabo, lo único es que no han terminado muchos de esos concursos públicos”, aseguran desde el centro universitario. Reconocen que incluso algunos docentes están trabajando horas extra para hacerse cargo de otros cursos de manera momentánea.

Víctor Castaño Díaz (Madrid, 32 años) es estudiante y delegado de los grados de Lengua de Signos y Trabajo Social. Está en su quinto curso, pero asegura que muchos estudiantes, sin importar su año de carrera, se han visto afectados en menor o mayor medida. “La primera acción que tomamos desde el alumnado fue enviar un montón de reclamaciones a través de la carpeta online de la universidad. A mí me llego una respuesta, pero básicamente decía ‘tened paciencia”, dice. Personalmente, tiene problemas en una asignatura, en la que hay solo un docente cuando debería de haber dos más. “Es importante que haya tres profes para estar observando y corrigiendo mejor a los alumnos, que somos unos 30, pero tenemos a un solo docente porque los otros están sin contrato”. Cuenta que este único les comentó que esta semana “tuvo que estar dos horas en el fisioterapeuta porque está machacado, tiene una carga de trabajo brutal”. Castaño asegura que la universidad “ha abusado desde siempre de las figuras de profesor visitante” y, tras la aprobación de la ley, se tuvieron que eliminar contratos.

Los estudiantes también manifiestan estar preocupados por cómo pueda afectar este problema a la comunidad sorda. Este grado es el único que forma a profesionales como interpretes de castellano en lengua de signos en toda España, según ha confirmado la Federación de Personas Sordas de la Comunidad de Madrid. Oliveira y Castaño apuntan que este conflicto puede atrasar su formación, y por ende, la oferta de intérpretes para esta población. “Somos nosotros los que aseguramos la inclusión de estas personas en la sociedad”, sostiene la joven.

Ya van tres semanas y el problema seguirá al menos por “dos o tres semanas más”, según ha confirmado la universidad, quienes tampoco descartan que esto también esté pasando en otros grados. Los estudiantes no se quedarán quietos, este jueves ya se han reunido para planear acciones, entre ellas una concentración para los próximos días. Todavía tienen que decidir dónde.

Otros atrasos por la LOSU

El cambio en las reglas en la contratación del profesorado tras la aprobación de la Ley de Universidades provocó atrasos similares en otras universidades españolas. En la Universidad Autónoma de Barcelona, el día que comenzaron las clases, había medio centenar de profesores sustitutos ―una categoría que se estrena este curso― que no había recibido el contrato.

En la Universidad de Lleida también se han topado con la misma problemática y hasta hace unos días no habían podido formalizar el contrato a los 40 sustitutos que tenían previsto. “Si no hay contrato, no pedimos a nadie que empiece a dar clases. Lo que hemos hecho es formalizar contratos provisionales hasta que se resuelva”, explicaba en ese momento Estanislau Fons, portavoz del rectorado. El campus de Girona también admitió que había tenido que recurrir a la plantilla actual o que en algún caso había reprogramado las clases en aquellos centros que ya habían empezado la actividad.

En Madrid, Jaime Escribano, responsable de universidades de CC OO, asegura que ocurrieron algunos “casos aislados de retraso en las contrataciones” en la Universidad Autónoma de Madrid y en la Universidad Complutense, pero que hasta ahora “no les consta que haya sido un problema generalizado”.