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¿Qué fue de la playa artificial “más grande de Europa”? Un proyecto de hace siete años que ni está en Madrid ni se ha adjudicado

El Grupo Rayet anunció la construcción de un megacomplejo acuático de 40.000 metros cuadrados en la localidad guadalajarense de Alovera en 2017, pero el Ayuntamiento de la localidad no acepta la propuesta de la empresa

Alovera Beach
Recreación presentada en 2017 de la playa artificial Alovera Beach que Grupo Rayet quiere construir en Alovera, Guadalajara.
Beatriz Olaizola

El titular es jugoso: “La playa más grande de Europa estará en Madrid”. En algunas informaciones hasta se hablaba de que la capital estrena ya una enorme playa artificial o se prepara para su inminente llegada. Pero el atractivo anuncio viene con letra pequeña. La presunta playa es un megacomplejo acuático de 40.000 metros cuadrados que la constructora Grupo Rayet ―ahora Quabit Construcción― anunció en 2017. Pero no en la ciudad de Madrid, sino a unos 55 kilómetros, en Alovera, un municipio de 13.407 habitantes de la provincia de Guadalajara. Tampoco está en marcha ni se prevé que lo esté en el corto plazo. El Ayuntamiento de la localidad, dirigido por Alternativa Alovera, dio carpetazo el pasado miércoles al proceso de licitación, al que solo se presentó la constructora española, tras un largo camino de idas y venidas entre los intereses de unos y otros.

El inmenso complejo, para el que se pactó una inversión de 16 millones de euros, se bautizó como Alovera Beach y, según lo anunciado hace siete años, se quiere ubicar en una parcela municipal abandonada de 104.000 metros cuadrados, a las afueras de la localidad, junto a una zona que se conoce como Las Suertes. La idea se presentó como un bombazo: la playa artificial más grande de Europa, con una laguna de 25.000 metros cuadrados y un arenal de otros 15.000 rodeándola, repleto de áreas de descanso, parque acuático, espacio deportivo, escuela de vela y un restaurante con capacidad para 1.000 personas.

La playa la diseñará la multinacional de origen chileno Crystal Lagoons, especializada en lagunas artificiales y elegida en su momento para construir un macrocomplejo con casinos del grupo Cordish en la localidad madrileña de Torres de la Alameda, proyecto que fue rechazado por el Gobierno de Cristina Cifuentes. “No es una piscina convencional. Es una gran laguna cristalina que cambiará el panorama local de una manera revolucionaria”, describe la página web del proyecto.

Recreación de una vista general del complejo Alovera Beach, presentada en 2017.
Recreación de una vista general del complejo Alovera Beach, presentada en 2017.

El porqué de Alovera Beach lo explicó en 2017 el presidente de Rayet, Félix Abánades: hacer atractivas las 4.000 viviendas que pretenden construir en paralelo al complejo en los terrenos adyacentes a la laguna, parte de ellas propiedad de la compañía Nienor Homes, encargadas de su construcción. El desarrollo urbanístico se llevará a cabo a la vez que la playa artificial y los pisos se entregarán, según lo previsto entonces, una vez concluido todo el proyecto. Los dueños del complejo deberán pagar un canon anual por la concesión del terreno durante 40 años. En la web del proyecto especifican que “Alovera Beach y el Sector “Las Suertes [las viviendas] son dos proyectos diferentes e independientes”. También que “ya se han entregado promociones residenciales” y está urbanizado.

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Todo ello se anunció después de que el Ayuntamiento diera luz verde al proyecto y comenzara el proceso burocrático, porque al ser un terreno municipal era necesario abrir un concurso por si otras empresas estaban interesadas. Esto se demoraría un año y la construcción otro año y medio más. Para finales de 2019 y principios de 2020, la playa debería haber estado lista. “Era algo que nunca se había hecho. No teníamos un precedente de un municipio que afrontara una cosa así”, cuenta un portavoz municipal. Entre la obtención de permisos, las denuncias de la oposición y Ecologistas en Acción, y el papeleo propio de la licitación, explica, el arranque del proceso se alargó tres años.

Ahora, el Ayuntamiento ha declarado desierta la adjudicación por segunda vez, según explica el propio Consistorio en su página web. Rayet presentó su proyecto y fue la única empresa en concurrir. Los técnicos municipales señalaron que no se ajustaba a los términos establecidos en la licitación ―no incluía instalaciones que sí estaban descritas en el anteproyecto y se reducían los servicios propuestos al inicio― y rechazó la propuesta. La compañía puso entonces un recurso ante la mesa de contratación del Ayuntamiento y consideraban que en el procedimiento se habían producido “graves irregularidades” y una “falta de rigor” que “impedían” que les adjudicaran la concesión, según expresaron en una nota de prensa.

El año pasado, el Gobierno local contrató a un “catedrático independiente y de prestigio” para realizar un informe externo y este verano se ha vuelto a votar para resolver el recurso. La votación, llevada a cabo el pasado miércoles, ratifica el resultado anterior: no se cumplen los requisitos, no hay playa. Por ahora, al menos.

El Ayuntamiento ha abierto una nueva licitación “de forma rápida”, para “aprovechar todo el recorrido que se ha realizado”. “Ahora es reunirse con Rayet para si se saca en un septiembre o en octubre y en diciembre puede estar resuelto y así las máquinas empezarán a trabajar en enero. Con lo cual, no digo que esté el próximo verano, pero que el próximo verano entra dentro de los cálculos”, señala por teléfono el portavoz municipal. Este periódico se ha puesto en contacto con la empresa de construcción en varias ocasiones para incluir su valoración, pero no ha recibido respuesta.

Impacto medioambiental

“La playa es el cebo para urbanizar toda la zona”, critica por teléfono Antonio Tovar, presidente de Ecologistas en Acción Guadalajara. El terreno donde se pretende construir la laguna y las viviendas, describe, es “un descampado” con pequeñas zonas preparadas para la urbanización. “Están dibujadas las calles, hay las casetas donde pueden enganchar el agua y algunas farolas”, dice. En la organización han seguido el avance del proyecto desde su anuncio y han presentado numerosas alegaciones al proyecto. Les preocupa el impacto medioambiental que pueda tener en Alovera. “Primero, el gasto de millones de litros de agua potable. En Guadalajara hay pueblos que casi todos los veranos tienen problemas de suministro de agua y tienen que venir los camiones cisterna”, comenta.

En la web del proyecto, los promotores prometen que el consumo de agua “será mínimo”, porque la piscina “solo se llenará una vez”. “El volumen de agua es similar al consumo anual de una promoción de 80 viviendas. Su tecnología anti-evaporación reducirá el volumen de agua perdida por evaporación. No necesitará volver a llenarse porque el agua se regenerará constantemente”, indican. El Ayuntamiento también hace referencia ese dato: “Consumiría tanto como 90 familias en el municipio. Alovera recibe 500 vecinos nuevos al año. El impacto es mínimo”. Tovar desconfía de estas promesas: “Suena a algo milagroso”

Luego está la movilidad. “Alovera tiene 13.000 habitantes. Es un pueblo relativamente pequeño, aunque somos la tercera población más grande en Guadalajara. Imagina el impacto de la movilidad que puede tener esto, la cantidad de coches aparcados o circulando. El pueblo es el que es, las aceras, las plazas de aparcamiento y las calles son las que son. No se pueden estirar. Y luego la huella de carbono [de los miles de visitantes]”.

El Ayuntamiento defiende que el municipio “no va a crecer por la playa”. “Haya o no haya playa, esto se va a llenar. Hay un problema de vivienda serio aquí. En toda esta zona, no puedes alquilar una vivienda, porque no hay”, añade el portavoz. Cuando se presentó el proyecto, los promotores anunciaron que esperaban atraer a entre 250.000 y 400.000 visitantes al año, además de pasar de 13.000 habitantes a más del doble: 30.000 residentes. “Todo está pensado para atraer visitantes desde Madrid, no de Guadalajara”, añade Tovar.

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Sobre la firma

Beatriz Olaizola
Es reportera en la sección de Madrid. Antes escribió reportajes para eldiario.es en el País Vasco, donde cubrió sucesos y temas sociales, políticos y culturales. También realizó prácticas en la Agencia EFE. Graduada en Periodismo por la Universidad del País Vasco y máster en Periodismo UAM- EL PAÍS.
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