El Orgullo Crítico exhibe músculo en Madrid contra “el genocidio” y los recortes de derechos de Ayuso
Unos 10.000 manifestantes recorren el centro de la capital y muestran su oposición a los cambios en las leyes trans y de protección al colectivo LGTBI+ promovidas por el Gobierno conservador de la Comunidad de Madrid
El Orgullo Crítico de Madrid ha mostrado este viernes su pulso reivindicativo. La manifestación, que ha congregado a unas 10.000 personas, según Delegación de Gobierno, ha partido de la glorieta de Bilbao pasadas las 20.00 con una pancarta encabezando la marcha: “Contra el genocidio y el lavado rosa colonial”. Esta cita, que se organiza por grupos reivindicativos, ha tenido en primera línea a los bloques Disca, Infancia ―formado por familias con menores― y Une para todes, el de las personas no binarias. En la retaguardia, Fanfarria transfeminista, junto a los bloques bi y propalestino, un recordatorio de que la guerra en Gaza se ha convertido en una causa transversal. Eso sí, estaban vetadas las consignas antisemitas, así como los mensajes sionistas.
Kalei, de 22 años y no binaria, explica que esta manifestación es la única a la que asistirá este Orgullo: “Es la más importante y con mayor carga reivindicativa”. Considera que tanto el Ayuntamiento como la Comunidad solo buscan “blanquear” la cita y aprovecharse de ella, una idea reforzada en el manifiesto leído al final del evento, en el que se advirtió de que “lo que empezó con una protesta ante al sistema se está convirtiendo en un sistema de apaciguamiento”. Kalei remarca que las administraciones “solo buscan el dinero, cuando al mismo tiempo nos están quitando nuestros derechos”, afirma.
Se refiere a las reformas de las leyes trans y de protección al colectivo LGTBI+ impulsadas por la Comunidad de Madrid, liderada por Isabel Díaz Ayuso (PP). Cambios que “recortan los derechos de las personas trans”, al condicionar el proceso de reasignación de los menores trans a una revisión médica previa, así como al acompañamiento psicológico durante la hormonación. El recorte de la ley promovido por Ayuso, que el Gobierno de Pedro Sánchez plantea recurrir al Constitucional, también suprime el plan contra el acoso a los alumnos LGTBI+ en los colegios, además de eliminar la formación del profesorado y los contenidos dirigidos a mostrar la realidad del colectivo.
“Me parece muy problemático” afirma Mía, de 26 años, quien ha acudido a la cita con una falda rosa, a juego con sus zapatillas y las uñas largas y unos ojos felinos acentuados por el rimel. Mía inició su cambio de sexo hace un año, tras mudarse a Madrid desde su Colombia natal. Aunque agradece vivir en “una sociedad con más libertades” donde no le atemoriza vestirse como quiera, le inquietan esos cambios legislativos. “Tener que convencer al psicólogo de que soy una mujer genera disforia e inconformidad”, afirma esta psicóloga, que cursa un máster en sexología. Para ella, exigirle a una persona trans acompañamiento psicológico y médico permanente encarna “múltiples riesgos”. De fondo, los manifestantes coreaban: “Nuestra rebeldía contra su psiquiatría”.
Las consignas variaban a lo largo de la manifestación, como muestra de la diversidad de los bloques que la componían. Desde el Racializado, formado mayoritariamente por migrantes queer, coreaban: “Blanca bollera, dame los papeles”. Solo unos metros detrás, el Gorde entonaba: “Mi cuerpo, mi vida, mi forma de follar no se arrodilla ante el sistema patriarcal”. El lésbico pedía al Gobierno: “Que abra las fronteras, queremos más bolleras”. Las consignas que han atravesado a toda la marcha han sido las referidas a la guerra en Gaza: “Desde el río hasta el mar, palestina vencerá” o “aquí están los antisionistas”.
Tampoco han faltado las críticas al alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida (PP), no solo por rehusarse a desplegar este año la bandera arcoíris en la sede del Consistorio ―algo que ocurre desde la llegada del actual regidor a Cibeles―, sino también por los carteles municipales del Orgullo 2024 que han suscitado polémica. Estos no hacen mención alguna al colectivo ni a sus reivindicaciones, tampoco a la enseña que los representa. Lo que sí aparecen son una serie de elementos que estereotipan a las personas LGTBI+: unos zapatos de tacón, preservativos, y copas. Además, Almeida vetó los conciertos del Orgullo Vallekano, justificando la decisión por el ruido y las posibles molestias a los vecinos.
Sobre las 22.00, la cabecera de la marcha llegó a la plaza España. Paulatinamente, los 12 bloques la llenaron. Se reunieron a los pies del monumento a Cervantes para atender la lectura del manifiesto. Un grupo de palestinos extendió una bandera frente al atril improvisado y otro grupo de machas bolivianas bailaron un par de caporales. El manifiesto reclamaba “la abolición de la ley de extranjería y de la ley mordaza”. También defendía “los derechos laborales para las trabajadoras sexuales; la regularización de personas en situación irregular; y el embargo de armas y el fin de relaciones con Israel”.
Ante el fascismo, lo LGTBI+
“En cuanto sentimos una amenaza, aumenta la pulsión de aliarnos. Cuando Ayuso ha comenzado a echar para atrás las propuestas de la ley trans; la comunidad LGTBI+ ha respondido. Lo LGTBI+ puede ser un bastión ante los ultras. Contra el fascismo, lo LGTBI+”, apunta Javier Fernández, activista de 42 años. Lleva acudiendo a esta cita desde sus inicios, en 2007. De hecho, formó parte de los colectivos que impulsaron el Orgullo Crítico: “Fue algo inspirador”, detalla.
En los diferentes territorios de España, las manifestaciones del Orgullo se convocan el 28 de junio ―o en torno a esa fecha―, cuando se celebra el día internacional, en recuerdo a la respuesta del colectivo al ataque policial de 1967 en Stonewall (Nueva York), evento considerado como el inicio de la lucha activista. En Madrid, las manifestaciones iniciales ―la primera fue en 1978― también se convocaban coincidiendo con esa efeméride.
Sin embargo, unos años después se dotó a la cita capitalina de carácter estatal, recogiendo las vindicaciones del colectivo en todo el territorio. También se cambió de fecha y se trasladó al primer fin de semana de julio. “Vimos la posibilidad de convocar el 28-J otra manifestación, muy reivindicativa, con dos grandes objetivos: ampliar y profundizar en las reivindicaciones y, además, incluir elementos propios de las problemáticas que afectaban al colectivo en Madrid, pues habían perdido visibilidad y fuerza”, explica Fernández. Decidieron llamarlo: Orgullo Crítico.
Una de sus primeras denuncias era la gentrificación que sufría el barrio de Chueca. Algunos de sus lemas en estos 17 años de historia han sido: Con fronteras no hay Orgullo; Orgullo, resistencia y autodefensa; Orgullo es revuelta, no una celebración. Este último, de hace tres años, un dardo a la convocatoria oficial, sobre todo a la parte más lúdica, festiva y comercial de la misma (al desfile de carrozas, muchas de ellas patrocinadas por empresas). Incluso este viernes, el Orgullo crítico ha entrado a la Plaza España al grito de: “No es fiesta, es protesta”.
“[Al inicio] Había posiciones que no compartíamos con el MADO [Madrid Orgullo, su nombre oficial] o con las que teníamos algunas diferencias. Ahora no habría tantas”, añade. De hecho, el lema de este año del MADO también hace referencia al conflicto palestino-israelí: Educación, derechos y paz. “Hay diferencias y también es maravilloso”, incide el activista. “La comunidad LGTBI+ está atravesada por elementos diferentes; las disidencias sexuales son muy amplias”. Pone como ejemplo el aumento de la visibilización de las personas asexuales: “Los sujetos son más diversos; están menos estereotipados”.
“Las identidades LGTBI+ no pueden ser una categoría de consumo: no vale con tener una oferta de ocio, de vestimenta, de espacios… Además, [en 2007] se primaban las vindicaciones gais, con menos visibilidad para las lésbicas, trans... Por eso buscábamos una mayor politización y transversalidad de la cita. También nos interesaba la interseccionalidad. Eran temas difíciles de incorporar al discurso oficial”, prosigue el activista. Recuerda que en la primera manifestación eran “algunos cientos de personas”. Este viernes fueron varios miles.
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