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Soldados ucranios mutilados en la guerra baten en Madrid el récord mundial de fuerza

Ocho veteranos del conflicto bélico logran tirar de cuatro camiones que pesan un total de 35 toneladas en la Arnold Classic Europe, una competición creada por el actor Arnold Schwarzenegger

Los soldados, sobrevivientes de la guerra en Ucrania, que han batido un récord de fuerza en Madrid, el 15 de octubre de 2023.
Los soldados, sobrevivientes de la guerra en Ucrania, que han batido un récord de fuerza en Madrid, el 15 de octubre de 2023.Juan José Martínez
Juan José Martínez

Ocho soldados ucranios sobrevivientes de la guerra han viajado a Madrid para hacer historia. Un minuto antes de la gloria, se sientan en dos filas sobre una explanada de asfalto. Siete de ellos llevan prótesis, como cicatrices del frente. A sus pies, se extiende una soga robusta que los une a cuatro camiones americanos que pesan un total de 35 toneladas. Los hombres agarran la cuerda con firmeza, intentando moldearla a la forma de la mano, como si de ello dependiera no irse por un abismo. De pronto, la algarabía de los asistentes se transforma en una tensa calma que anticipa el inicio. Suena el silbato y, con el cronómetro, comienza una lucha encarnizada del hombre contra la máquina. Los veteranos sueltan bramidos de esfuerzo. Sus rostros, de ojos y venas brotados, parecen a punto de estallar por la respiración contenida. Muy pronto, las bestias de acero comienzan a ceder. Este domingo han logrado batir el récord mundial de fuerza en una nueva edición de la Arnold Classic Europe, una competición de culturismo y deportes de fuerza creada por el actor estadounidense Arnold Schwarzenegger que este año se ha celebrado en el estadio multiusos Caja Mágica, en el norte de Madrid.

Artem, de 29 años, es uno de los ucranios que han volado más de 3.000 kilómetros hasta España para romper el récord mundial de fuerza. Es un patriota en su máxima expresión. Cuenta la historia de su país a través del relato de su familia: “Las generaciones de mi padre y mi abuelo han perdido nuestra patria al integrarla a la URSS; la mía es una generación pérdida; solo quedan los niños que son nuestro futuro”. Artem es el único entre sus compañeros que habla inglés, producto del sueño de conocer Londres y Nueva York. También es el único que tiene sus extremidades completas, aunque con una discapacidad en el brazo derecho. La explicación a su lesión la condensa en un “fucking russians” (malditos rusos). En marzo de este año, recibió una esquirla de mortero que le destrozó el brazo, mientras combatía en Bajmut ―uno de los focos más activos de la guerra con Rusia―. El de Artem es un testimonio más de los horrores de la guerra. “Nadie que no haya combatido puede imaginar lo que es un campo de batalla”, asegura desde el hotel de Ciudad Escolar, en el norte de Madrid, donde se hospedaba la delegación un día antes de la prueba.

Estos veteranos no llevan una dieta balanceada, ni una disciplina férrea en el gimnasio. “No somos deportistas profesionales”, afirma Artem, mientras enciende el tercer cigarrillo de la noche. No obstante, siempre estuvo seguro de que se harían con el récord. “Simplemente, somos ucranios”, es la premisa sobre la que sustenta la fe en su equipo este soldado de infantería. Sus compañeros y él, asegura, más que físicamente potentes, son “fuertes de espíritu”.

Ocho veteranos de la guerra de Ucrania jalan 35 toneladas para marcar un récord mundial en la categoría brazo a brazo. En primer plano a la derecha, Artem, de 29 años, soldado herido en Bajmut.
Ocho veteranos de la guerra de Ucrania jalan 35 toneladas para marcar un récord mundial en la categoría brazo a brazo. En primer plano a la derecha, Artem, de 29 años, soldado herido en Bajmut.Juan José Martínez

Los soldados, algunos de ellos aún de servicio, se han refugiado en el deporte para superar los horrores del campo de batalla. “Es la mejor rehabilitación”, comenta Ieugen, de 36 años, a quien un mortero le quitó su pierna izquierda, durante un combate en Chernihiv. A su lado, Vladyslav, de 27, respalda esa hipótesis: “Cuando sales de la guerra, tienes que rehabilitar primero tu cabeza antes que tu cuerpo”. Comparten una sensación de aislamiento frente al resto de la sociedad, pero han hecho del grupo de los Fuertes de Ucrania un lugar en el que sienten comprendidos y pueden compartir con otros veteranos en la misma situación. “Cuando te despiertas de la reanimación en el hospital, no entiendes lo que ha pasado y piensas que todo está muy mal, después entiendes que no te va a ayudar en nada ponerte a llorar: ya estás como estás, tienes que comenzar a vivir una vida normal”, reflexiona Vladyslav.

A los Fuertes de Ucrania no les interesa tanto establecer una nueva marca, como difundir un mensaje. “No son los veteranos quienes deben adaptarse a la sociedad, es la sociedad la que debe adaptarse a los veteranos”, afirma Artem. Este comandante llama la atención sobre la dificultad que experimentan los combatientes con estrés postraumático para reconstruir su vida. “Muchos hemos visto morir a nuestros amigos. La sociedad no debe olvidar lo que hemos hecho”, reclama.

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Un soldado ucranio hace ejercicios de calentamiento, mientras observa el camión a batir para establecer una nueva marca mundial.
Un soldado ucranio hace ejercicios de calentamiento, mientras observa el camión a batir para establecer una nueva marca mundial. Juan José Martínez

Solo fueron necesarios 30 segundos y 69 milésimas para que los ucranios arrastraran los camiones por la plataforma de 20 metros, como lo prueba el reloj que sostiene Serguéi, miembro de la delegación ucrania y árbitro del evento Arnold Classic Europe, que acogió en el último día la participación de los veteranos de guerra. En el evento participaron más de 4.000 atletas provenientes de 81 países y cerca de 15.000 asistentes en tres días, según ha informado Rafael Santonja (69 años), presidente de la Federación Internacional de Fitness y Fisicoculturismo.

Cuando los camiones traspasaron el límite final, hubo un par de segundos de un silencio inexplicable, como si nadie creyera lo que estaba pasando. Tras unas muecas fugaces de exaltación, los soldados comenzaron a abrazarse entre sí y a gritar con los brazos en el alto. Como un eco del júbilo de los veteranos, se oían los gritos de los ucranios que fueron a apoyar a sus soldados con un arsenal de banderas y pancartas. Los competidores se formaron en dos líneas castrenses precedidas por las banderas de Ucrania, cantaron el himno nacional al unísono con sus compatriotas y entre ellos se perdieron bajo una nube de arengas y palmadas en la espalda.

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Un veterano ucranio se despide de los asistentes del Arnold Classic Europe.
Un veterano ucranio se despide de los asistentes del Arnold Classic Europe.Juan José Martínez

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