El final de Eugenio en su casa: huellas en el rellano y sangre en la ventana
Un hombre colombiano de 29 años es apuñalado en su vivienda de Madrid, donde vivía con dos compañeros de piso desde hacía unos meses
Una llamada de auxilio desde la ventana. Así describen los vecinos los últimos minutos de vida de Eugenio, el colombiano de 29 años que fue asesinado este martes en su casa en Madrid. Desde esa ventana se asomó segundos después de ser apuñalado en el tórax y el cuello pidiendo ayuda a quien pudiera escucharle. Desde uno de los pisos superiores lo oyó Natalia, probablemente una de las últimas personas que le vio con vida. Jerónimo, otro vecino, abrió la puerta y se apoyó en la barandilla y vio en el rellano las huellas ensangrentadas que dejó el asesino al salir de la casa. Fue él quien avisó a la policía de que algo grave había sucedido en la segunda planta.
“Mucho ruido, se ha escuchado mucho ruido y golpes, más que gritos, como si se estuviera produciendo una pelea y los muebles estuvieran cayendo al suelo”, resume este residente en el número 3 de la calle del Cerro Bermejo, en el distrito de Latina. Esas huellas siguen siendo visibles en el rellano, desde la puerta tras la que se ha cometido el crimen, ahora precintada por la policía nacional, hasta las escaleras de azulejo, en las que también hay restregones rojizos hasta la entrada. Un cartel pegado en esa puerta indica que es el Grupo VI de homicidios el que ha asumido la investigación, el que tendrá que dar respuesta a cómo y por qué murió Eugenio.
En la letra D de la segunda planta vivía la víctima con otros dos compañeros de piso, a los que no se ha podido localizar después del crimen. Una de las principales hipótesis que manejan los investigadores es que la víctima conociera a su agresor. Esa es una de las pocas viviendas de alquiler en el que la mayoría de los pisos están ocupados por propietarios, muchos de ellos desde hace décadas. Los que más tiempo llevan viviendo en el bloque, tienen un grupo de Whatsapp en el que este martes, pasadas las tres, alguien ha escrito un mensaje. “Hay sangre, ha pasado algo en el segundo, hay policía”, recrea una de las vecinas del cuarto, que ha leído el mensaje desde Barajas, donde estaba visitando a un familiar. Ninguno de los inquilinos del piso del crimen formaba parte del grupo.
Los tres hombres se habían trasladado a esa casa hacía solo unos meses, según cuentan en el bloque. En esa vivienda vivía una señora mayor que murió hace unos años y desde entonces había sido alquilada a diferentes inquilinos. Varios vecinos recuerdan que antes que los actuales ocupantes estuvo arrendada a un “grupo de chicas jóvenes”. A algunos, ni Eugenio ni ninguno de sus compañeros de vivienda les suena ni siquiera de cruzárselo por la escalera.
Los primeros en llegar al domicilio tras la llamada de los vecinos fueron los agentes de la comisaría de distrito de Latina, que encontraron la puerta abierta y a la víctima tirada en el pasillo, cerca de la ventana por la que había sacado medio cuerpo para pedir ayuda. Los policías comenzaron a realizar las maniobras de reanimación a la espera de la llegada de las ambulancias mientras el hombre seguía despierto, por lo que es probable que el propio Eugenio pudiera dar detalles a los agentes de lo sucedido. Pocos minutos después los sanitarios del Summa 112 accedieron a la vivienda. “La víctima estaba consciente cuando han llegado los servicios de emergencia pero se ha desmayado poco después y ha sufrido un paradacardiorrespiratoria, hemos tratado de salvar su vida durante más de media hora pero ha sido imposible”, relatan fuentes sanitarias. El hombre presentaba hasta una decena de heridas punzantes en todo el cuerpo.
Todos los detalles de la escena del crimen han quedado recogidos en la memoria de las cámaras de la Sección de Delitos Violentos (DEVI) de la Policía Científica, que han permanecido en la vivienda alrededor de cuatro horas. Al filo de las ocho de la tarde, los empleados de la funeraria han sacado el cuerpo de Eugenio cubierto por una bolsa negra. Poco después, dos vecinos accedían al portal y contemplaban los restos de sangre. “Venga, vamos, que hay que hacer la cena”, comenta él con paso decidido.
Suscríbete aquí a nuestra newsletter diaria sobre Madrid.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.