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El PP de Ayuso y Vox escenifican sus diferencias en Madrid a las puertas de las elecciones andaluzas

Los dos partidos chocan en la Asamblea por una nueva bajada de impuestos, la posibilidad de reducir la Administración y la estrategia de la extrema derecha

Asamblea de Madrid
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, en el pleno de la Asamblea de Madrid.Isabel Infantes (Europa Press)
Juan José Mateo

Queda apenas un mes para las elecciones de Andalucía ―19 de junio―, y los grandes escenarios de la política nacional se han convertido en campo de batalla electoral. Ocurre este jueves en la Asamblea de Madrid. Allí, con todas las cámaras posibles delante, Isabel Díaz Ayuso (PP) y Rocío Monasterio (Vox), aliadas desde 2019 y socias siempre que es necesario, muestran todo lo que las separa. Es un trampantojo. No es lo que parece. Las palabras que desde hace días describen las fricciones entre PP y Vox (por quién patrocina una nueva bajada de impuestos, por la posibilidad de recortar altos cargos, o por la agenda política de Monasterio) simplemente esconden un problema de fondo. El PP y Vox compiten por seducir al mismo electorado, y eso les dirige inevitablemente hacia el amago de enfrentamiento cada vez que hay elecciones. Pero pasadas las urnas, vuelven los días de vino y rosas.

“En todas sus intervenciones, una de tres: o inmigración, o inseguridad, o la ocupación, o todo junto”, arranca Ayuso para afearle a Monasterio la apocalíptica descripción que acaba de hacer de la Comunidad de Madrid. “Todo lo que siempre señala Vox para azuzar el miedo no son competencias de este gobierno. Diríjase, como hacemos los demás, a la Delegación del Gobierno”, agrega. “Pinta un Madrid que no es el real”.

No es una escaramuza puntual. PP y Vox llevan un buen tiempo luchando por convencer a los votantes de que la idea de aumentar la bonificación a los impuestos de sucesiones y donaciones entre hermanos y tíos y sobrinos es suya. Ayuso ya llevaba ese proyecto en su programa electoral de 2019, y volvió a incluirlo en el de 2021: es uno de los ases en la manga que tenía reservado para acudir a las elecciones de mayo de 2023 con un gran anuncio. Pero Vox se le ha adelantado, al registrar la reforma en la Asamblea, y con un aumento de la bonificación mayor del previsto por el PP, lo que coloca al Ejecutivo en una extraña posición.

“Nos alegra que Ayuso haya aceptado nuestra propuesta de bonificar el impuesto de sucesiones y donaciones”, dijo el martes Íñigo Henríquez de Luna, el portavoz adjunto de Vox en el Parlamento regional, durante una rueda de prensa en la Cámara.

“Es una idea de Isabel Díaz Ayuso, antes de que lo propusiera Vox, en 2019, ya lo teníamos en el programa electoral”, le contestó el miércoles Enrique Ossorio, el portavoz del Gobierno. “Es bueno que Vox se sume a esa idea”, añadió.

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Pero los roces no se detienen ahí, como ha demostrado el pleno de este jueves en la Asamblea. Ahora que ha pasado la negociación de los presupuestos autonómicos, y que ha desaparecido su posición de fuerza, la extrema derecha reclama al PP una reducción de la estructura del Gobierno, que elimine 76 altos cargos para ahorrar así, según sus cálculos, 18 millones de euros. Son fuegos de artificio pensados para las elecciones andaluzas, y con las de Madrid, que serán en mayo de 2023, ya en el horizonte. Por si acaso, Ayuso ha intentado cerrar el debate en la sesión de este jueves. “Somos el Gobierno con menos cargos por habitante de España”, ha dicho, antes de enzarzarse de nuevo con Mónica García, la líder de la oposición, como portavoz de Más Madrid.

“A la política se viene llorado”

Arranca la jefa de la oposición afeándole a la del Gobierno sus respuestas en las sesiones de control. “Las convierte en un barrizal irrespirable”, lamenta. Luego, le recuerda que la semana pasada la mandó a terapia —“Usted hace terapia conmigo, en casa lo agradecen, coja la pistola y dispare”, dijo Ayuso―, mientras la acusa de “bullying político”. Y añade: “Pase que me insulte, pero no voy a consentir que utilice la salud mental como arma política, ni que estigmatice a la gente que va a terapia”.

Aunque en la bancada del PP abundan las expresiones de extrañeza mientras habla García (Alfonso Serrano, el portavoz parlamentario, se da con la mano en la cara, como diciéndole “caradura”), la líder conservadora no evita el tema cuando llega su turno de réplica.

“A la política se viene llorado de casa”, espeta la presidenta. “Si no soporta la presión de quedar en evidencia un pleno tras otro, sea sustituida por otro compañero que pueda estar a la altura. Estos momentos tan difíciles requieren de humanidad, de madurez, y de algo muy importante, equilibrio”, subraya. !Si no soporta la presión, seguro habrá alguien que gustoso podrá hacer este trabajo, remata señalando a la bancada de Más Madrid”.

El secretario general del PSOE-M, Juan Lobato, interviene durante un pleno en la Asamblea de Madrid, a 12 de mayo de 2022.
El secretario general del PSOE-M, Juan Lobato, interviene durante un pleno en la Asamblea de Madrid, a 12 de mayo de 2022.Isabel Infantes (Europa Press)

Es el colofón de una sesión de control bronca, y nuevamente más centrada en las soflamas que en los problemas de los ciudadanos. Igual que el PP y Vox encuentran en el hemiciclo un estudio televisivo desde el que dirigirse a los electores, la izquierda quiere encontrar en él un ring en el que fajarse con Díaz Ayuso. Y así se suceden los choques declarativos.

Cuando Alejandra Jacinto, de Podemos, le acusa de “una gestión un tanto clasista”, Ayuso acaba burlándose de que su partido no haya registrado a tiempo su alianza con otras fuerzas de izquierdas para acudir en una misma lista a las elecciones andaluzas. ”En primero de columpios de democracia lo que hay que hacer es saber inscribirse en unas elecciones y ni siquiera han sido capaces”, dice.

Y cuando Juan Lobato, del PSOE, reclama medidas para combatir el paro juvenil, invertir en industria, innovación y tecnología, Ayuso cierra el debate de un plumazo, diciendo que ya se ocupa de todo ello. ”Si se quiere sumar, bienvenido”, ironiza.

Son todo síntomas de la misma circunstancia: la legislatura ya ha entrado en su tramo final, y los partidos empiezan a enfocar todos sus esfuerzos hacia las elecciones. Pero todavía queda un año.

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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